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*Capítulo 8*

El día fue transcurriendo de forma natural. Gabriel arrugaba continuamente su rostro en la clase de Química. Algo dentro de su pecho le hace estorbo, incluso él levanta los hombros cada vez que intenta sentirse a gusto, tal cual como en su antigua casa con papá y mamá. Alza los brazos y la profesora ha notado su inconformidad. Analiza la situación, ella sabe que no es buen momento de interrumpir una de las clases más importantes para el periodo de exámenes. Sin duda alguna se lo está pensando demasiado.

—No estaría nada mal si se callara por un momento. —Susurra Gabriel en un tono descarado, intenta desahogar todo el mal, no nutre su conocimiento como los demás.

Él aún conserva ese pensamiento retrógrada e ignorante, ha estado trabajando todo éste mes por ser alguien más liberado. Le abruma tener que pensar en qué podría haber pasado si esto lo hubiese hecho, en si no hubiese nacido, en su hermano descarado y violento.

Son los hechos lo que lo trauman, inundan su mente de toxicidad. Hace meses que su madre no topa palabra con su hijo mayor, Tom, aquél malagradecido, ambicioso jugador de juegos online y amante de las figuras, comics y anime; un friki. A pesar de ser alguien sedentario, se mantiene en forma, con sus hombros delgados y gruesos, cuello alargado y exento de grasa sobrante. El acné es un piropo para los volcanes sobresalientes de su frente y mejillas, los puntos negros que pareciesen gusanos escondidos en su pequeña y redonda nariz, y el tan grasiento cutis que pareciese estar cubierto de satín, de esas telas que tanto le excitan a Gabriel.

La primer atracción de Gaby por éste fetiche, fue la fecha en que su padre había estado viendo el partido de futbol, justamente a las 8:30, veía a los jugadores correr y mostrar rostros enfadados como los que su hermano Tom hacía cuando éste jugaba ruidosamente, quería ver las ''cositas'' de los jugadores, y una diminuta erección se propagó. Una de esas veces en que su padre tomaba un poco de cerveza y rascaba sus testículos, volteaba a ver a su hijo menor, que le llenaba de orgullo verlo picado en su partido, no había emoción de parte del pequeño Gaby, pero sentía que así podría ser un hombre de bien para su consideración, alguien que no se dejara por alguna mujer, un ser despiadado que solo exigiera para mantener su enorme barriga. Pero Gabriel siempre fue fiel a las buenas enseñanzas de su madre; todo lo contrario a su esposo. Ella una mujer fuerte, valiente e independiente, no oculta su sencillez aún, la primera vez que su esposo intentó golpearla, ésta le tomó del cuello y lo apretó, lo llevó al suelo y le dijo «Eres macho con los débiles, pendejo, pero conmigo no harás esas mierdas, ¡¿entendido?!» Gabriel estaba escondido en la alacena, junto a las frituras de queso que desde ese día le dejaron de interesar, aún las consume, no con frecuencia, siempre le traen malos recuerdos, igual, a lado de las galletas saladas, su refugio, a quienes gusta comer de una forma exageradamente excitante.

Después de todas las discusiones, Gabriel se reunía con su madre y la abrazaba, le decía que él de mayor cuidaría a todas las mujeres y hombres que pasaran violencia doméstica, el conjunto familiar no era tan común y corriente, pero le dieron mucha fuerza al pequeño Gabriel por 17 años, hasta que decidieron abandonar su antiguo hogar, y a su padre que estaba decidido a cambiar por ellos; no lo lograría, su naturaleza es irreparable, todos sufrían, incluso Tom le tomó lástima a su papá... mantiene el pensamiento machista de éste, pero a veces se castiga a sí mismo por ser igual que él. Mira actualmente a su hermano menor y se siente inferior, quizás no es la mejor manera, pero prefiere seguir descargando juegos y series, está ahora controlado por su madre y en cierta forma intenta reprimir el ''respeto'' que siente por ella.

El timbre suena, Química (por suerte) es la última clase de las 6 que se imparten cada día.

El reloj marca las 12:30 PM, Gabriel está entusiasmado por regresar con Fedra y sus demás amigos.