18. EL RAYO QUE CRUZO EL CIELO

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Andrew permanecía inmóvil. Sus ojos pronto quedaron hipnotizados por la Cruz Verde que adornaba el Hospital de Arcen, Limburgo.

La luz verdosa le daba un aspecto tétrico, como si se tratara de un muerto traído a la vida con alguna clase de brujería.

Pero eso estaba muy alejado de la realidad, lo que pasaba por su mente eran sus antiguos recuerdos, aquellos que pensó ya haber superado hacía mucho tiempo, ahora volvían con la intensidad de una tormenta y no conforme con ello, lo agitaron con una violencia desmedida.

—¿Ya comenzaste a pensarlo? —preguntó una voz ronca a sus espaldas, sacándolo de sus pensamientos.

Andrew se giró, había olvidado las ruidosas sirenas de las ambulancias que entraban y salían a grandes velocidades. Aquello le hizo darse cuenta de la gran cantidad de personas que entraba al hospital. Sus ojos pronto se encontraron con los de Scott de Antiguostiempos.

—¿Estas bien? —agregó notando aquella extraña palidez en el rostro de Andrew. El viento se agito con tal fuerza que no solo provoco un movimiento violento de su gabardina, sino que también se vio obligado a cubrirse con un brazo—. Te lo advertí Andrew. No era necesario que vinieras.

—Es lo menos que puedo hacer por ella —respondió con voz monótona.

Y sin esperar respuesta, giró sobre sus pies y se encamino hacia el hospital. Cruzó las puertas, un hedor a enfermedades combinado con medicamentos embargaron sus fosas nasales. La luz tan blanca le cegó por unos segundos. La gente que hablaba en voz bajaba, animándose los unos a otros, había olvidado cuanto odiaba los hospitales.

Tragando una gran cantidad de saliva y obligando a su mente a pensar en ella, se llenó de un extraño valor, provocando que caminara por la recepción y se detuviera ante el módulo de información.

—¿En qué puedo ayudarle, señor? —preguntó con una agradable sonrisa la enfermera.

Andrew no comprendía como alguien que estaba acostumbrado a ver gente con horribles heridas, o personas que morían solo pasar las puertas del hospital, no entendía cómo era posible que continuaran formando una sonrisa en su rostro.

—¿Señor? —las palabras de la enfermera le trajeron de vuelta a la realidad.

—Si... —respondió con torpeza y nerviosismo. Eso no pasó desapercibido para la enfermera quien frunció el ceño ante la actitud de Andrew.

—¿Se siente bien, señor? —‹‹No.›› Hubiera respondido de buena gana, pero algo le impedía siquiera sacar aquellas respuestas rápidas.

—Lamento la actitud de mi amigo —intervino con voz calmada Scott de Antiguostiempos—. Está un poco nervioso. Hoy justamente se rencontrara con un ser muy querido para él.

La enfermera pareció quedar satisfecha con aquellas palabras, así limitándose a solo asentir con un movimiento de cabeza. Las mejillas de Andrew se tornaron de un rojo claro, no podía creer la actitud que estaba tomando, además que le avergonzaba que le tuvieran que ayudar en tal situación.

—He venido... —dijo de pronto, provocando que la enfermera diera un pequeño saltito. Andrew aparto la mirada, no podía creer lo que estaba sucediendo—... lo lamento, he venido a visitar a... D-D-Dafne Sewtrale.

La enfermera asintió y se concentró en buscar en el ordenador. Andrew se percató de que había llamado la atención de varias personas, y no tardó en darse cuenta como en pequeños grupos murmuraban algo que no podía escuchar.

Un repentino odio se extendió por su pecho, quería gritarles a todos que se metieran en sus asuntos y le dejaran en paz.

Una mano se posó en su hombro, Andrew observo fijamente a Scott, el cual se limitó a negar con un movimiento de cabeza. Comprendió que sus intenciones habían sido descubiertas con mucha facilidad y en el fondo agradeció que Scott le detuviera antes de hacer una estupidez.

Choque de Maestros (Crónicas de un Inesperado Héroe II)Where stories live. Discover now