Choque de Maestros (Crónicas de un Inesperado Héroe II)

19. GOLPES DE DECEPCIÓN

—¡Estoy muy decepcionado! —Deus descargo un poderoso golpe contra la mesa. Sus compañeros solo mantenían la cabeza abajo y rehuían a su mirada—. Y espero que entiendan que no les estoy culpado de las misiones fallidas, cualquiera puede cometer errores. Pero desobedecer órdenes de su líder...

Lanzó una mirada fulminante a Oliver, quien se mantenía con la cabeza en alto, y eso era lo que más molestaba a Deus, el que pensara que sus acciones eran para elogiarse.

—Y no conformes con ello, deciden aceptar la petición de un asesino, que ya había demostrado que no le importaba asesinar a gente inocente, si con eso lograba su objetivo —jadeaba por el esfuerzo al tratar de decir oraciones lógicas, cuando por dentro ardía lleno de furia—. Dejaron solo a uno de sus compañeros. ¿Eso es lo que hacemos en la Nación de Superhéroes?

Observó a cada uno de los presentes, buscando un indicio de respuesta. No tardo en entender que nadie hablaría.

‹‹Dioses, ¿Acaso he sido muy extremista?››, se cuestionó para sus adentros, ya que de todos los presentes, el único que parecía lo suficientemente valiente para verlo a los ojos era Oliver, aunque su mirar parecía más por inercia que por realmente sentir algo. Aquella rápida mirada que lanzó a cada una de las personas, le hizo darse cuenta de algo.

—A todo esto —dijo dejando escapar un suspiro—. ¿Alguien puede explicarme dónde diablos esta Andrew?

Un sombrío Scott apareció de pronto. Al instante percibió la tensión en el aire, aun así se acercó a la mesa, bajo la mirada interrogativa de Deus.

—¿Ahora tú te apareces donde quieras? —el enojo se estaba volviendo incontrolable, y con la repentina desaparición de Andrew, solo buscaba encontrar a un culpable.

—La madre de Andrew ha fallecido —anunció Scott en un susurro.

La sangre de los presentes de pronto se tornó fría como el invierno. Tardaron unos segundos en asimilar las palabras de Scott.

—¿Qué sucedió? —preguntó una sorprendida Allison.

—Después de la amenaza lanzada por ese desconocido. Andrew temió que fueran a buscar a su madre —explicó con voz monótona, como si el tampoco pudiera dar crédito a lo sucedido—. Decidió que lo mejor sería trasladar a su madre a la Nación, y me pidió acompañarlo. Por desgracia, a nuestra llegada su madre ya se encontraba en muy mal estado. Gracias a los dioses, logro despedirse de sus dos hijos.

—Y Andrew, ¿Qué sucedió con él? —preguntó un alarmado Stan. En ese momento Oliver comprendió las palabras de Allison, Stan quería como un hijo a Andrew.

—Él se encuentra bien. En estos momentos está haciendo los arreglos permitentes para darle sepultura —todos se quedaron en silencio. La noticia les había caído como un balde de agua helada.

—Va a necesitar ayuda, ¿Podridas llevarme con él? —se adelantó Stan. Scott asintió con un movimiento de cabeza, pero sus ojos se dirigieron a Deus, el cual cerró los ojos y asintió positivamente.

—Puedes llevarlo. Pero necesito que vuelvas de inmediato, necesito que hagas algo especial —no era una petición, sino una orden que debía ser acatada sin hacer preguntas. Al parecer Scott lo entendió de esa manera y se limitó a asentir con la cabeza.

Stan pronto se reunió con el profesor de Antiguostiempos, puso una de sus enormes manazas en el hombro de Scott y en un segundo se esfumaron sin dejar rastro.

—Han pasado una larga noche, es hora de que suban a sus habitaciones —Allison pareció salir del trance y despego los labios para replicar—. No es una petición, es una orden. Vayan.