Capitulo V: Maldición.

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En algún lugar lejano de las naciones ninja, se encontraba un hombre rubio cenizo y de expresiones duras. Sentado sobre una silla vieja bajo un hueco en el techo de la casa que dejaba entrar la tenue luz de la luna, se dedicó a pensar mientras acariciaba su escasa barba.

A su alrededor todo eran ruinas de una casa vieja que estaba apunto de caerse. Una casa que antes había sido un hogar, un hogar que fue aplastado por una persona que para el, era el mismo satán. Esa persona que había llevado el inframundo a la tierra.

—¿Por quien debo comenzar? —se preguntó mientras su gruesa voz hacía eco —. Del más débil al más fuerte, es lo mejor —cruzó sus piernas y se inclinó hacia el frente —. Iré por ustedes, Ansatsu dan.

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La peli azul sacó el aire que estuvo reteniendo todo el tiempo que se mantuvo hablando sobre su misión. Fue una exhalación de alivio, de tranquilidad y un poco de nerviosismo. Le aliviaba bastante que ahora dos de las personas más importantes en su mundo supieran la verdad, pues con esas dos personas nunca había tenido secretos y no quería empezar ahora con ese mal hábito. Ellos se contaban todo y así se mantendría de sincero su equipo.

El ambiente quedó en silencio mientras ella esperaba con paciencia la respuesta de sus compañeros de equipo. Cada uno parecía en su propio mundo frente a ella. Hinata solo podía torcer los labios y mover inquietamente su mirada.

El trío de muchachos estaba ahora en la nueva casa de Hinata. Esta había argumentado que era mucho más seguro hablar es su casa en lugar del campo de entrenamiento, donde cualquiera pudiese escuchar. No quería que nadie más supiera todo lo que les iba a contar a ellos, era algo... personal.

—No puedo creer todo lo que nos dices, Hinata — el Inuzuka río sin gracia alguna.

—No tengo motivos para mentir, chicos.

—Lo sabemos —dijo Shino —, solo que tú historia es un conjunto de cosas que jamás imaginamos que te pasarían. Es sorprendente.

—Lo se —expresó con una mirada sombría —, pero pasó.

—¡Joder! —Kiba se echó de espaldas al suelo y posó su antebrazo sobre sus cansados ojos. Habían estado hablando durante muchas horas, horas en las que no dejaba de impresionarse y de abrir los ojos como platos cada vez que Hinata le decía algo sorprendente. Estaba cansado mentalmente por tanta información rara que debía de digerir —. Ojalá... nunca te hubieses ido.

—No —negó ligeramente —. No puedo desear eso. Shinki fue una de las mejores cosas que me pasó en ese viaje. Si yo no hubiese aceptado la misión, entonces no estaría conmigo ahora.

Andāwārudo: La senda de Hinata Hyuga. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora