«Un abismo negro.
Eso era en lo que Hinata se sentía. Sus ojos no captaban nada más que negrura. Se levantó de inmediato del suelo, el cual también parecía ser un abismo. Miró de un lado a otro con desesperación, tratando de averiguar en donde se había metido.
Hacia unos segundos que había estado arrodillada frente a la qué hora era una gran tumba de niños. ¿Como había llegado ahí entonces?
—¿Buscas redención?
Al escuchar esa escabrosa y profunda voz, Hinata activó su línea susesoria, solo para darse cuenta de que no funcionaba. No veía nada más allá del abismo negro.
"—Esto no es un genjutsu —" pensó.
—No, no lo es —respondió la voz, provocando que Hinata soltara un jadeo de impresión.
—¿Quien eres? —pregunto temerosa, pero a la vez desafiante.
Un silencio sepulcral se plantó en el lugar, poniéndole los nervios de punta a Hinata. El sujeto podría salir de cualquier lugar y ella no podía ver nada más allá de sus narices.
—La muerte.
De entre las sombras se dejó ver una silueta gigantesca vestida con una túnica blanca que hacía juego con una cabellera alborotada y larga del mismo color, de la cual sobresalían unos cuernos rojos. Su piel se mostraba lila y pálida mientras que sus facciones solamente podían producirle miedo e impacto.
—¿Estoy muerta?
Hinata pudo jurar que por un pequeño e insignficante momento pudo escuchar a la muerte reir. Fue un susurro, uno que logro erizar su piel en cuestion de segundos.
—Estas viva. ¿Eso te molesta?
La chica bajo su mirada. En esos instantes, realmente ya no sabia si era una molestia vivir o no. Tal vez el mejor castigo que habia para ella seria el tener que vivir muchos años y cargar con las muertes de niños inocentes que no pudo evitar.
—Si no estoy muerta, ¿que hago aquí? —cuestiono mientras miraba de un lado a otro.
—No te preocupes, nadie notara tu ausencia. Robare muy poco de tu tiempo —aclaró, acercándose más hacia la Hyuga, quien parecía un poco asombrada por la gran magnitud del ente —. Tu llanto, lo escuché mientras pasaba a recolectar las almas de los niños —alzó su larga y huesuda mano de color púrpura, mostrando en la palma de su mano una pequeña llama color azul —. Esta es de Tsubaki, el niño al que le amputaron dos piernas y aún así le hacían servirte —alargó su brazo hasta que quedó frente al rostro de la estoica Hyuga —. ¿Lo quieres?
Hinata posó sus melancólicos ojos sobre el fuegito que bailaba sobre la palma del Shinigami. Sus orbes y parte de su rostro se iluminó ante su luz, y por un instante casi inexistente sintió que el alma de Tsubaki estaba en paz, estaba feliz. Pero, después, a su mente vinieron todas las atrocidades que Tsubaki tuvo que pasar, y ahí fue cuando cayó de la nube rosa que había creado en cuestión de segundos para él.
Las lagrimas no se hicieron de esperar en el rostro taciturno de la chica, quien en un débil movimiento alzó su mano y quiso acariciar la vivaz flama.
Sus ojos se aguaron más cuando pudo ver unos manchones negros en la alma de Tsubaki, lo cual pudo deducir que se trataba de tristeza.
—¿Puedo quitar los males de sus almas?
—Para eso estoy aquí —bajo lentamente su brazo y acercó más su rostro atemorizante al de Hinata, la cual no mostraba ningún miedo al verle tan cerca —. Hinata Hyuga, hagamos un trato.
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Andāwārudo: La senda de Hinata Hyuga.
Fiksi PenggemarLos años han pasado y por ende las cosas han cambiado en el mundo ninja. Todo era paz hasta que Hinata Hyuga reapareció, agitando pasados y trayendo consigo un presente y futuro abrumador. ¿Que es Andāwārudo? ¿Quien es Shinki y qué hay del pasado d...