11. Un paso por delante

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A la mañana siguiente, los reyes se despertaron con buen ánimo. No esperaban que Ram fuera tan amable con ellos. Peter creía que, en parte, su generosa actitud era gracias a la bendición para que se casara con su hermana y la alianza de los dos países. No se imaginaba la cara del rey de Archenland cuando Susan se negara en rotundo al matrimonio, pero eso serían problemas que resolverían más adelante. De momento, tener la espada en sus manos era motivo suficiente para alegrarse.

Los reyes prepararon los caballos para iniciar la partida hacia Narnia. Otro largo trayecto de cinco horas les esperaba por delante, así que, esta vez abandonarían el castillo más temprano.

Tras el delicioso desayuno, que Ram había insistido en que deleitaran, se encontraban en la puerta del castillo.

- Gracias por su hospitalidad, y sobre todo por prestarnos la espada. - agradeció Caspian - Estamos en deuda con usted.

- Oh, venga ya. - habló despreocupado el archenlandés- Nada de deudas, os lo debía por toda vuestra ayuda. Ha sido todo un placer teneros en mi palacio.

- El placer es nuestro. Ha sido un honor poder conocerle, es igual de competente que su padre. - lo comparó Peter educadamente.

- Lo mismo digo, siempre serán bienvenidos aquí.- respondió él, aproximándose a Susan - Y a usted, señorita, espero verla pronto.

Ram tomó una de las manos de la reina benévola y la besó con delicadeza. Ella fingió agrado, aunque realmente estaba incómoda.

- Yo también lo espero.- mintió ella.

Caspian observaba la escena molesto. No pudo evitar que su cara adoptara una expresión seria.

- ¡Hasta más ver y buen viaje! - exclamó Ram.

- ¡Adiós! - se despidieron los reyes de Narnia.

Acto seguido, se montaron en sus caballos y emprendieron el camino de vuelta.
Salieron del castillo sobre las ocho de la mañana. Aquello hizo que la temperatura fuera agradable durante gran parte del camino.

Recorrieron de nuevo Anvard y el pueblo colorido por el que pasaron anteriormente. Poco después se encontraban en la frontera montañosa, que atravesaron con algo más de dificultad, al igual que el día de la llegada.

- Llegaremos a la hora de almorzar. - informó Rillian mientras se adentraban cada vez más en el bosque narniano.

- Cuando almorcemos nos pondremos enseguida con el siguiente tesoro, no hay tiempo que perder. - habló Edmund decidido. Los demás no rechistaron, así que supuso que estaban de acuerdo.

Poco a poco, el paisaje se tornaba más familiar para los reyes. Más narniano.
Las chicas se adelantaron para contarse cotilleos, dejando a los chicos atrás.

- Chicas, tengo algo de contaros.- comenzó Cora mientras agarraba las riendas con fuerza.

- ¿El qué? - preguntó la menor de los Pevensie con interés.

- Creo que puedo hacerme una idea... - intervino Susan sonriente.

- ¿Os acordáis de que Edmund y yo llegamos tarde a la cena? - las chicas asintieron con la cabeza - Pues estuvimos dando un paseo por el jardín.

- Sabía que lo del equipaje era mentira - le recriminó Susan divertida.

- Sí, lo era. He de admitirlo.- le dió la razón antes de continuar - Conversamos un rato y después decidí enseñarle el observatorio.

- ¿Y pasó algo? - se adelantó a los acontecimientos Annabeth, que también tenía curiosidad.

- Mmm... - balbuceó Cora, sonrojándose.

Los tesoros de Narnia 👑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora