14. Pelea a medianoche

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Ambos bandos empezaron a pelear violentamente con las espadas. El rechinar de las armas se escuchaba por doquier.
Peter se enfrentaba a uno de ellos. Su contrincante era bastante bueno, estaba siendo más complicado vencerle de lo esperado.
Tras un forcejeo, el oponente rasguñó con su espada curvada al sumo monarca en la mejilla. Este se tocó la zona al sentir el dolor. Observó que su mano tenía algo de sangre, pero un simple arañón no iba a detenerlo. Más bien fue al revés. Una fuerza sobrehumana se apoderó de él, que empezó a atacar sin parar al hombre de tez oscura.
Finalmente, Peter consiguió clavar su espada en el abdomen del calormeno. Este abrió los ojos cuando sintió el impacto, cayendo al suelo inerte.

Caspian se enfrentaba frenéticamente contra otros dos soldados. Había conseguido quitarle el arma a uno de ellos, al que asestaba golpes con el codo mientras mantenía al otro controlado con su espada. Tras uno de los choques de espadas, logró desarmar al que quedaba. Los contrincantes se cayeron al suelo tras un golpe del telmarino. Este los atravesó con su espada, dejándolos sin vida.

Annabeth también abatía con fiereza a los enemigos, venciendo a todo aquel que se cruzaba en su camino. Tenía mucha rabia acumulada, aquella gente eran unos sucios. Por su culpa morirían muchos narnianos en la guerra, pero no podían entregarles el país sin intentar luchar. A saber qué haría el Tisroc con las tierras narnianas, pues no tenía fama de ser muy democrático ni con su propia nación.

Lucy se defendía como podía con su daga. Aunque no le gustaba tener que matar a alguien, no tenía otra opción aquella vez. Eran ellos o ella.

De repente, un calormeno la pilló por sorpresa, arrimando la cimitarra al cuello de la joven. La reina valiente sintió cómo la afilada hoja se clavaba ligeramente en su cuello y varias gotas de un líquido resbalaron por la zona. La retenía por la espalda, inmovilizándola.

- ¡Ayuda! - forcejeó ella tratando de escapar del hombre que la retenía.

Los reyes observaban la escena de reojo asustados mientras luchaban. Trataban de ir a rescatarla pero cada uno estaba ocupado con un calormeno que se lo impedía.

- Tú serás la primera en morir. - le habló el soldado ejerciendo más fuerza en el cuello de la reina con su espada.

Ella trató de gritar, pero el hombre le tapó la boca con su mano. Lucy le mordió con todas sus fuerzas, haciendo que el calormeno la liberase y tirara el arma del dolor. Finalmente, Rillian se aproximó al lugar tras derrotar a su contrincante y mató al enemigo que había retenido anteriormente a la reina.

- ¿Estás bien? - le preguntó el chico tendiendo la mano a la menor de los Pevensie.

Esta la agarró, ayudándose para levantarse del suelo. No sabía en qué momento se había caído.

- Eso creo... - respondió ella tocándose el cuello.

Tenía una marca horizontal de color  rojo escarlata en la zona donde había estado la espada, pero no era nada demasiado preocupante.

- ¿Ahora tampoco necesitabas mi ayuda? - le preguntó el rubio antes de continuar batallando.

- Gracias. - se limitó a responder ella.

Susan y Cora disparaban con el arco a los oponentes, que caían al instante. Las reinas arqueras no acostumbraban a fallar en su objetivo.

La pelea estaba siendo complicada, pero poco a poco los narnianos fueron ganando terreno, derrotando a los calormenos. Lo habían logrado. Habían salido victoriosos aunque los soldados del otro bando los superaban en número. La maestría de los reyes con las armas hicieron que aquello fuera posible.

- ¡Lo hemos conseguido! - exclamó eufórica Susan, corriendo a abrazar a los demás tras disparar al último calormeno que quedaba en pie.

Todos se unieron en un abrazo grupal, llenos de alegría pese a no haber conseguido el anillo y a las heridas leves de alguno de ellos. Haber salido con vida de aquel encuentro era suficiente.

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