Narnia, el país donde todo puede suceder. Esta vez el enemigo es el país vecino, Calormen. Los reyes de antaño regresarán de nuevo para buscar los tesoros que los harán invencibles. Pero no estarán solos, nuevos reyes les acompañarán. Todo se disput...
Cuando la tarde comenzó a caer sobre Narnia, los reyes se encontraban cabalgando por el bosque en dirección a Beruna. Allí era donde se encontraba el castillo de Caspian y también el árbol que los transportaría al otro mundo.
Según cómo se estaban desarrollando los acontecimientos no tenían muchas esperanzas, pero había que intentarlo. Desde luego este anillo estaba dando problemas.
Después de un par de horas, divisaron el pueblo. La mayoría de habitantes eran telmarinos, aunque convivían pacíficamente con algunos narnianos. Llegaron a la plaza principal, aquella que los Pevensie recordaban a la perfección. En especial Peter y Susan, pues fue el último lugar de Narnia en el que estuvieron antes de abandonar el país para siempre. O eso creían ellos por aquel entonces. Y allí estaba. En medio de la pequeña plaza se alzaba el árbol. Conservaba la forma que Aslan le había dado tiempo atrás.
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- Aquí está. - Caspian se bajó del caballo y se acercó al árbol.
Los demás hicieron lo mismo, acercándose al portal. Susan no pudo evitar pasar su mano por la corteza de este, pensando en lo que ocurrió antes de cruzarlo. Aquel beso agridulce con Caspian, lleno de tristeza por saber que no lo volvería a ver jamás. Ahora las circunstancias eran muy diferentes.
- Pues activa el portal. - le metió prisa Edmund a su amigo.
El telmarino se acercó al árbol y comenzó a pronunciar palabras ininteligibles, parecían estar en un idioma antiguo. Aparentemente no había pasado nada que indicase que se había activado. Para comprobarlo, el rey navegante extendió su mano traspasando el hueco del árbol. Los demás se sorprendieron al observar que la mano del rey desaparecía más allá del agujero del tronco.
- Todo listo. - anunció él sacando la mano del portal - Tan solo tenemos que pensar adónde queremos ir.
- Daos las manos. - indicó Susan, agarrando la mano de dos de sus hermanos que a su vez agarraban a otros reyes - Crucemos el portal.
Asintieron con la cabeza, decididos a traspasarlo. El primero fue Caspian, seguido de Susan, Lucy, Edmund y Peter. Por último, lo cruzaron los nuevos reyes. Al cruzar el portal sintieron cómo la magia les recorría las venas. Era una sensación extraña, pero agradable. En cuestión de segundos se encontraban en otro sitio.
Era un lugar desierto y lúgubre. El cielo era de color negro pese a no ser de noche, pues un sol gigante de color rojo se encontraba en él. Sin embargo, este no desprendía ningún tipo de luz. Parecía como si tan solo fuera un elemento decorativo más en aquel tenebroso paisaje. Entendieron entonces aquella última frase del capítulo cinco. Como consecuencia de la oscuridad, las pocas plantas que permanecían con vida se estaban pudriendo. Se notaba que aquel país no había estado habitado desde hacía mucho tiempo, pues observaron numerosas ruinas de edificios que se levantarían en aquel sitio hace siglos.
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