V-Une second

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Maratón I parte

Maratón I parte

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POV Aisha

Cuando entre a la escuela de leyes me explicaron el porqué del hecho que el color blanco puede transmitir paz. Eso me sirvió para comprender porque la nieve siempre me brindaba suaves arrullos cada vez que tenía miedo, dolor o sufría por algo. Podía pensar sin preocuparme, encerrarme en mi burbuja cada vez que en mi adolescencia y en mis últimos años de juventud peleaba con mi padre.

Pero... en esta ocasión no está funcionando, aunque intente distraerme con los blanquecinos copos que caen en la ventana polarizada del coche, aunque vea a esos pequeños copos solitarios a través del vidrio polarizado del auto, sucumbir a la gravedad hasta terminar en el suelo con sus demás compañeros. No funciona y eso me frustra. Aunque mi frustración puede deberse más al hecho de la manera tan indignante que nos trataron...

 Aunque mi frustración puede deberse más al hecho de la manera tan indignante que nos trataron

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—¡Santo cielo!—una exclamación femenina se oye detrás nuestro.

La respuesta de mi cuerpo ante esto es clara al deslizarse por cada parte de mi, esa tensión que pocas veces siento. Trago saliva notando como Keyla está en la misma situación, esto no es nada bueno. Comparto una mirada con ella esperando que comprenda mi mensaje. Ella asiente y eso me basta.

Ambas nos giramos en movimientos casi imperceptibles al ojo humano y nos lanzamos hacia aquellos individuos que se nos acercan. Hago a un lado la agradable sensación que me produce cierto aroma y comienzo a esparcir golpes al tipo que intenta detenerme.

No sé cuántos son, pero me concentro en golpear a este pedazo de animal ¿Qué digo pedazo? Es el animal completo.

Él es enorme, pero yo soy ágil y aunque odie la violencia, esta es la única opción para huir. Le propino un golpe en su abdomen y le veo doblegarse. No se lo esperaba.

Sin perder tiempo pateo su rostro, mala idea. Y lo noto cuando caigo al suelo por mi pérdida de equilibrio al patearle.

—¿¡Pero que rayos!?— exclamo confundida. Esa patada era suficiente para derribarlo pero apenas y logre que diera un traspié.

Me levanto viendo como se incorpora.

Cierro los ojos cuando me doy cuenta de lo tonta que había sido. ¿Cómo no me di cuenta antes? Desde luego el olor de ellos es ese tan característico de un hombre lobo.

El Aullido PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora