XIV-Malogro

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POV Edick

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POV Edick

Durante toda mi vida no ha habido una cosa que deteste más que la impotencia. Ese sentimiento tan consumidor, pocas veces lo experimente, pero han sido las suficientes como para reconocer que es un sentimiento horrible.

Si pudiera ponerle un nombre a la acumulación de sentimientos que me embarga en este momento sería la impotencia. No sé nada de ella, he respetado la petición del Alpha Vicente, tratando de esperar, pero es sumamente difícil. Después de mucho tiempo finalmente estaba conmigo, pero por errores míos y situaciones inconvenientes se deslizó de lejos de mí.

No sé si está bien y no soy el único que teme por su bienestar, la manada... no está en su mejor momento y tener a su Alpha perdida no ayuda en nada.

¿Cuánto tiempo necesitará ella para recuperarse?

—Edick ¿En qué piensas hijo?

La voz dulce de mi madre me saca de mis pensamientos. Casi olvido que estaba charlando con ella mientras llega el Consejo de la manada para la reunión.

Veo una hoja caer a través de la ventana de la tienda, cae lenta y suave, sin hacer ningún ruido que rompa la atmósfera pacífica que rodea a mi madre cada vez que hablamos.

—Es Aisha—le respondo con sinceridad—temo que haya descubierto todo y...

—Y que por eso haya decidido no regresar—concluye por mi. Tras mi asentimiento continúa hablando—creo que no debemos perder las esperanzas en esto, fue un plan bien estructurado y dudo que lo descubra ahora.

—Me preguntó quién era, mamá—al fin aparto la mirada de la ventana rememorando ese momento que compartimos en el bosque, en el que su debilidad hizo contacto con una parte perdida en el pasado.

Mi madre me observa pensativa. Con ella puedo hablar de mis miedos e inseguridades, fue mi apoyo durante los años de abandono. Siempre me sorprende lo hermosa que es, ella es increíble y una de las mujeres lobo más fuerte que conozco. Siempre me pregunto cómo pudo terminar teniendo esta vida tan miserable.

—Pareció reconocerme—remojo mis labios para seguir hablando—creo que ella ya lo sabe todo—termino de hablar.

Gracias al ataque que hicieron en su manada no tuve que responder, sino, no se si habría podido mentirle más. Pero eso deja lugar a la incertidumbre.

Cada vez me es más difícil ocultarlo y cada vez que ella se vuelve más cercana a mi, lo complica más. No sé cómo continuaré haciéndolo cuando ella sea capaz de sentir lo que siento.

Mi madre se preocupa por unos segundos y cuando abrira su boca, alguien interrumpe—Si ese es el caso estamos en problemas, inútil.

—Es bueno verte, Keyla—sonríe con calidez, Keyla se acerca y la saluda de abrazo.

Ni siquiera la escuche llegar, cada vez es mejor en su trabajo.

—Igualmente Hanna. A diferencia de tu hijo, tu si eres agradable—Keyla le sonríe de vuelta.

El Aullido PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora