Past.© [Ray x Norman]

03 | Blue.

          Se hallaba en extremo nerviosismo.
Pues ahí estaban de nuevo, al día siguiente; Y al siguiente, casi como un infierno tortuoso pero cálido a la vez.

Aquellos ojos azules desde la distancia lo observaban, cada uno de sus movimientos, casi queriendo grabarlo en su memoria paso por paso.

Al menos esa fue la impresión que le dio.

Ray no se atreve a mirarlo.

Si lo hace, ¿Lo ahuyentaría?
          No, le daba fobia si quiera pensar en eso, no quería hacerlo.

Ray se mantiene en un conflicto.

Su mente le grita un; ¡No voltees!
Mientras que su corazón le remarca un; ¡Tú puedes hacerlo!

¡Ninguno de los dos!

¿Es que acaso no podía quedarse neutro? ¿Por qué todo aquello se le hacía más difícil que un problema de matemáticas?

Sabía que estaba mal, estaba perdiendo una oportunidad.

Pero no quiere caminar, se encierra de nuevo en su burbuja. No quiere caer, de seguro es una trampa.

Y aunque no lo fuera, no puede acercarse.

Ya que esas voces de demonio irán con él a donde sea que se dirija.
Hablarán de él; Y entonces, será sólo cuestión de segundos para que se quedé sólo.

No se doblegaría, ya no más.

¡Déjate de engaños!

           Y sin pensarlo, ahí va de nuevo.
Norman observando a aquel solitario chiquillo desde la distancia.

Sospechoso, cautivador...

¿Por qué está sólo? Se pregunta, más no obtiene una respuesta pronta.

Se queda en silencio observando como su profesor camina hacía él, le llama por su nombre, Ray, entonces lo reprende una vez más por no poner atención a la clase.

Él está ahí; Y pudo verlo.

Sus gélidos ojos negros a profundidad, es un récord, es la tercera vez que logra contemplarlos y que sin embargo, han logrado cautivarlo un poquito más.

—¿Qué tiene él que te hace mirarlo tanto?

A su lado, Emma llama su atención.
Pica una de sus mejillas con la punta de un bolígrafo mientras frunce su ceño.

Está molesta.

—Si te lo explicó no entenderías.— Contesta él, sonriendo con dulzura y tranquilidad.

Emma lo piensa; Su rostro siempre está cubierto, nunca ha hablado o al menos, jamás lo ha escuchado, es extrañó el momento en donde levanté la mirada o si quiera demostrar que está presente, parece darle igual.

—Hummm... No lo sé, dímelo.— Dice ella, dirige su mirada a su cuaderno por escasos segundos con vergüenza.

Norman ríe compasivo. Le agrada aquella chica, más de lo que pudiese haber deseado alguna vez.

—Bueno, míralo por ti misma, ¿No vez algo especial en él?

Entonces se aparta dejándole una amplia vista.

Aquel chico está como siempre, con la cabeza gacha, parece que ni siquiera pone atención a las clases o a su entorno por igual.

Es como si estuviera en su propio mundo, ignorando su alrededor sólo para mantenerse a salvo. No le importa quién sea, él no se levantará.

Parece tener un semblante decaído, casi cansado, pero entonces; Es cuando nota la aura depresiva que lentamente recorre su cuerpo hasta ensombrecer su entorno con lúgubres tonalidades.

Emma no estaba viendo mal.

Aunque sigue sin entenderlo.

—Sigo sin ver nada interesante.— Aclara ella.—. ¿Qué es lo que no estoy viendo?— Mirá a Norman con un gesto confuso, se acomoda en su lugar como en un inicio.

—No siento que deba decírtelo por ahora, con el tiempo lo notarás, ¿Bien?

Norman le sonríe, Emma le devuelve la sonrisa.

¿Qué es aquello tan especial?

Le es difícil incluso al pequeño peliblanco explicarlo de forma precisa.

Con suerte sabe su nombre, y es uno muy lindo, de eso no le quedaba duda.

—Ray...— Murmura antes de desviar su vista, está vez ha ido a parar a la pizarra, comienza a copiar el ejercicio ahí colocado.

Pero ha logrado captar su atención, ¿Cómo?
          Es un misterio, ¿Por qué? No le interesa saberlo, ¿Cómo poder acercarse entonces? Sería tal cual una misión.

Norman sabe el por qué está sólo, lo supo desde el primer día en que lo observó por primera vez.

Los pequeños engendros del mal estaban acechándolo, haciéndolo sentir pequeño e insignificante.
Lo supo en cuanto observó aquella lágrima primeriza correr por su mejilla.

Sólo él lo había notado.

Ray utiliza una máscara, sería difícil de quitar pero, ¿Acaso el proceso no sería divertido?

          El descanso llega más rápido de lo que pudo haber esperado. Aunque nunca sale de su aula, se siente cansado de ver a todos salir corriendo en descontrol.

Es una estupidez lo suficientemente divertida para él.

Por nueva cuenta, saca su almuerzo y lo pone en sus piernas, se dispone a comer, pero es llamado antes de que si quiera el primer bocado llegué a su boca.

—Ray, ¿Puedes acercarte por favor?

—Ah... Sí...— Habla un poco incómodo al notar que se ha quedado a solas con su profesor;
Aquel hombre que desde un principio le hizo sentir una sensación única de confort.

—¿Qué pasa?— Pregunta él en modo neutral, se cruza de brazos esperando que su nerviosismo no sea notorio.

Más sabe que falló en cuanto su profesor le sonríe cálido, suelta una leve carcajada y relaja el tenso ambiente formado en poco tiempo.

Ray no debe de temer.

—Sé que es repentino, pero tranquilo, sólo te llamo por que no me gusta que mis clases sean ignoradas. Me molesta bastante, creemelo, mucho más si es por un chiquillo tan lindo e inteligente como tú.

Ray le mira indiferente.

De alguna forma, aquella aura alegre y de confianza se esfuma lentamente.
Ha comenzado a sentir el terror que se forma en su lugar con el paso de los segundos.

—¿A qué se refiere?— Pregunta.

—A que deberías de centrarte más, aunque entiendo que es difícil para ti, ¿Sabes? yo podría ayudarte.— Entonces, hay un momento de incómodo silencio.—. Es tu último año en primaria, ¿No te gustaría llevarle buenas notas a tu madre?

Si, era su último año en ese lugar y nada le haría más feliz que ver a su madre sonreírle aquel último día, en donde él llegué y diga; “Al final, no te he decepcionado.” No estaba mal soñar con algo así.

¡Olvídate de eso!

Pero, ¿Por qué ya no sentía aquella buena vibra?
Sus piernas levemente temblaban, quería correr, huir de ahí, más sabía que no podía.

No se movía. No se lo permitían.

—Debo... Pensarlo.

Entonces, volvió rápidamente a su lugar, retomó su almuerzo obligándose a pensar que nada malo ha pasado, que nada lo ha vuelto a atemorizar, fingiendo que es fuerte ante cualquier situación.

No, no finge.

¡Él es fuerte!

Pero no se siente capaz de demostrarlo, ¿Por qué? ¿En qué fallo entonces?