Su tacto podría decirse que era tan dulce y delicado como una tela de seda. Tal vez más.
Le miraba con satisfacción, sobretodo cuando un error de su parte salía a la luz.
Le asqueaba reconocerlo. Le asqueaba estar ahí. Le asqueaba que aquel hombre aprovechará cualquier oportunidad para acercarse aún más a él.
Le molestaba sus fríos tactos que se decían; Ser con cariño y amor para fomentar la confianza entre ambos.
Patrañas.
Para Ray, aquello ya llegaba a la fina línea del acoso.
Quería huir y encerrarse en su habitación lo más pronto posible.
—Te equivocaste.— La dura voz caló cada parte de su cuerpo al término de una operación.
—Imposible.— Ray estaba seguro de sí. Pues había puesto la atención suficiente para poder resolver aquel problema sin ninguna complicación.—. Todo el procedimiento está como usted me lo explicó.— Recalcó.
Más la fría sonrisa de su profesor entorpeció sus creencias. Tal vez estaba mal en realidad.
Se golpeó mentalmente y, junto a su mayor, observó con detenimiento todo lo que hasta ahora había hecho.
—Olvídalo. Estás en lo correcto.— Suspiró cuando se hallo con aquellas palabras.—. Sólo quería saber si lo habías entendido bien.— En cuanto aquella grande mano cayó en uno de sus muslos, quedó totalmente estático.
Le da temor. No le da confianza.
Y si eso es lo que su profesor realmente desea proporcionar, lo está haciendo de la forma incorrecta. Ray lo sabe. Su mayor también.
¿Qué es lo que pretende?
—Ya... Entiendo.— Rápidamente se aleja unos cuantos centímetros de él, baja su cabeza hasta que su cabello cubre su mirada a la perfección. Continúa con aquel ejercicio.
Él no lo pudo ver, pero una sonrisa socarrona cayó en su brillante cabellera negra.
Unos delgados labios fueron lamidos en su nombre y la poca porción de su hombro descubierto fue saboreaba repugnantemente en silenció.
Aquel pequeño ocasionaba diferentes sentimientos en el viejo hombre de casi cuarenta años de edad.
Y así mismo, en silencio lo siguió observando.
Cada movimiento y cada gesto fue captado dulcemente por los ojos tan espesos de color negro que yacían en él en todo momento.Le encantaba. Sencillamente le fascinaba.
Dirigió su mano lentamente hacía él, acarició sus suaves cabellos con lentitud haciendo de Ray, un pequeño mar de ascos claramente indescifrables.
El pequeño le observó sorprendido por aquel movimiento. Realmente no era uno que pudiera esperar. Mucho menos uno que le pudiera agradar.
—Eres un niño muy lindo.— Le susurró al tiempo que su pequeña sonrisa maquiavélica se ampliaba.—. He observado el como te tratan tus compañeros, pero puedes estar tranquilo, yo puedo protegerte si gustas. Obvió... Ante todo hay un precio, pequeño...
Sin embargo, sus palabras en el aire se quedaron.
Su amable gesto se fue por el caño en cuanto la puerta principal del aula fue abierta abruptamente.Y sin más, quiso golpear al peliblanco yaciente en el otro lado en cuanto lo vio.
—¡Perdón por molestar!— Norman inmediatamente se disculpo.—. He olvidado mi topper de comida en mi banca.— Rápidamente entró y se dirigió por aquel objeto. Que claro, como había dicho, se hallaba debajo de su asiento, olvidado.
Uno suspiró con alivió al verlo.
Otro grito en silencio de molestia al ver que sus planes, una vez más, se habían ido a la mierda.Norman era aquel tipo de niño que cuidaba sus pertenencias como si se tratarán de lo más importante en la vida. Por más pequeño que fuera.
Así mismo, siempre revisaba dos veces antes de todo para estar seguro.
Pero aquella vez fue la excepción al parecer.
—¡Olvidé mi topper de comida!— Asustando a Emma, quién se hallaba a su lado, volvió a rebuscar rápidamente en su mochila tratando de encontrarlo.—. ¡Lo perdí!
La pequeña pelinaranja miró el como lentamente Norman caía en el vago pánico de haber perdido algo importante.
Le pareció gracioso de cierta forma, después de todo, no era de todos los días ver al peliblanco de esa forma. Sonrió delicadamente.
—¿Estás seguro de ello?— Norman la miró claramente asustado. Pues si no encontraba aquel artefacto, su madre se molestaría con él por perderlo.—. ¿No lo dejaste en el salón de clases? Podemos ir a revisar si quieres.
Y claro que no se podía negar, aquel miedo era más grande que otra cosa. Su madre solía ser aterradora cuando se molestaba. Así fuese por una pequeñez.
En cuanto comenzaron a caminar, en el peliblanco apareció un pequeño brote de luz y esperanza por no ser regañado.
Las preocupaciones de Norman se basaban en eso; Simples objetos perdidos, teniéndole mientras tanto, miedo a los leves regaños de su madre que para él, ya significaban el fin del mundo.
Él vivía lo normal. Él vivía en un ambiente “Pacifista” De alguna forma, uno en donde podía sentirse claramente protegido del mundo y sus males o errores.
La suerte, al parecer, se hallaba sólo para algunos.
Así lo pensó, así mismo terminó de sentirse fatal en cuanto su oído recayó en la vieja puerta de madera escuchando la delicada voz de la que tanto gustaba.
—Eres un niño muy lindo.
No... No podía. No era su asunto. No sabía el por qué su maestro hablaba de aquella forma, no le debía de interesar.
No podía entrometerse.
Pero... ¿Y si aquel chico, Ray, la estaba pasando realmente mal con el hombre que se supone, debía de guiarlos en su camino al aprendizaje?
Del alguna forma, no podía dejarlo sólo.
Su pecho se oprimía con sólo pensar en ello.Por ello es que entró, entró y sonrió ampliamente como si nada hubiese pasado.
Norman sabe actuar muy bien, y claro, notó cuando aquella mirada de disgusto cayó en su persona. La otra se hallaba siendo de sorpresa pura por su repentina presencia.
—¿Eh? ¿Profesor? ¿Ray? ¿Qué hacen aquí? Creí que las clases ya habían acabado.— El peliblanco sonríe tranquilamente acercándose a ellos.
—Y lo han hecho, es sólo que...
—El profesor se ofreció a darme clases privadas debido a que mis calificaciones no son buenas...
Ray baja apenado su mirada.
Ha estado a punto de caer. Ha sentido a sus demonios más cerca de lo normal.
Pero sin embargo, un ángel a caído en su rescate.Ese ángel es muy bello y amable a su parecer. Lo ha salvado, está muy agradecido por ello.
Pero no puede decir nada.
Su corazón se estruja de emoción y calidez, su mente estalla de sorpresa, su pecho se oprime amablemente después de unos segundos.
—Oh... Ya veo... ¿Yo puedo recibirlas también? En realidad, hay cosas de algunas materias que no entiendo.
No le cabe duda. Norman ha llegado como un ángel para salvarlo de aquel infierno en el que ha estado a punto de caer.
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Past.© [Ray x Norman]
FanfictionJamás intentes buscarme. Nunca me encontrarás. No me mires con lástima. No la necesitó. Guarda esas palabras y llantos de dolor. Yo no lo valgo. Deja de tratar. No vas a entender el dolor por el que pase. Sié...