Capitulo 6- El admirador secreto

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Narrador: Emma

El páramo es un lugar tranquilo, oscuro y nostálgico, como las noches de invierno. Por un lado se me hace casi imposible mantener la calma, se que si estoy aquí mi otra yo debe estar...bueno descontrolada, pero este lugar es tan acogedor, aunque sea oscuro y hasta tétrico me hace sentir alivianada, relajada, como si ya nada dependiera de mi. Y de cierta forma es así, lo que sea que este asiendo ya no depende de mi.

No debería ser tan entregada, la conformidad es mala, pero que puedo hacer, una vez que la bestia se libera nadie es lo suficientemente capaz como para encerrarla...nadie excepto la dueña.

¿Y que es lo que quiere la dueña?¿Deseas encerrarla y continuar reprimiendo su impulso?¿O la dejaras libre, dejaras que corra, que se libere del peso que tu misma has creado en ella?

Si hablamos con sinceridad, no quiero encerrarla, quiero que corra, quiero que se sienta libre una vez en su vida, no es justo que nadie le de ese derecho...incluso me atrae la idea que quizá en este momento este haciendo sufrir a los que me hicieron sufrir a mi, es algo que me gustaría ver.

Pero...no todos tienen que pagar por los errores de unos pocos,

pudieron hacer algo para evitar mi pesar,

pero hubo gente que lo hizo,

poca,

pero hubo,

pero no todos tienen que ser premiados por los aciertos de unos pocos.

Creo que si sigo así voy a llorar, lo cual es raro por lo menos estando aquí se me hace extraño llorar, los sentimientos en el páramo no llegan, aquí soy aquello que siempre deseo ser, una computadora. Un ser con un pensamiento lógico y razonable, sin una gota de emoción, neutral, justa, esforzada y atenta. Alguien que no se preocupara si el de al lado le gustaba o no su opinión, indiferente a las burlas del resto, indiferente al dolor.

No...Emma Rollins, tu eres humana,

por mucho que desprecies esta condición,

eres un ser pensante con ideales y una moral,

que en cierta forma no servirá de nada,

que debe hacer lo correcto,

¿aunque eso signifique dejar de lado lo que te haga feliz?.

Si, porque el deber va antes que el derecho.

De un momento a otro siento que vuelvo a mi cuerpo, cuando me voy al páramo es como si me desdoblara (no puedo sentir nada de lo que me pasa), estoy parada, con los hombros relajados y la espalda sumamente recta, me impresiona mi postura en estas situaciones es bastante buena, miro a mi alrededor. Me pasa un escalofrío de pánico, casilleros en el suelo, papeles, lápices, libros, mochilas y algunos vidrios como pedazos de paredes están revueltos por todas partes...y entonces lo veo, se me escapa un grito y caigo sobre mis piernas. Al frente mío, a unos cuantos metros a la derecha hay un charco rojo brillante, siento nauseas y se me escapan unas cuantas arcadas.

No puedo quedarme aquí.

Salí corriendo como si el mismo diablo me persiguiera, pasillo tras pasillo, el mismo escenario, quiero vomitar, deseo desesperadamente que esto no sea real, me quiero morir. ¿Yo no hice esto cierto? Ósea, es que no podría...a menos que no estuviera consciente de ello.

Caí de rodillas, y solté un grito de impotencia, se sintió tan bien que lo volví a hacer, un grito tras otro, no decía nada en especial, solo me desahogaba, la boca me sabia a sal y mi cara estaba pegajosa, grito de nuevo. Me duele la cabeza y tengo una sed terrible, pero no me importa, solo quiero liberarme de este peso en el cuerpo que me hace imposible ponerme en pie.

Escuadrón KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora