Capitulo 11- "Bienvenida a la sede"

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Narrador: Emma

Los dos días por fin han terminado, lo cual es un alivio, no habría podido soportar más tiempo aquí encerrada.

Me desperté temprano, sabía que hoy día salía de este lugar con olor a estéril, la emoción no me permitió dormir hasta tarde. Me estire tratando de almacenar el recuerdo de la suavidad de las sábanas y lo esponjoso del colchón, no es que me gustara este lugar pero uno nunca sabe cuando volverá a estar aquí, el blanco de la habitación ya no me molestaba a los ojos pues me había acostumbrado y hace tres días que ya podía usar mi propio piyama para dormir, el cual me trajo Anelis.

Me di la vuelta haciendo que quedara mirando la mesa de noche, pude ver mi rostro reflejado en la lampara, definitivamente había dejado de usar mis poderes inconscientemente desde hace dos benditas semanas, mis ojos estaban tan marrones que se les podía confundir con café recién hecho (me encanta), mi rostro había recuperado su canelado color, también se me veía más rellena y podría decir que hasta un poquito más alegre. Y lo mejor de todo, hace dos días que no soltaba ni una sola lágrima.

No tienen ni idea de lo angustiada que he estado estas últimas semanas al ver mi exceso de emotividad, DABA MIEDO, pero según lo que me explico Iris era normal. Mi cuerpo libero mucha carga emocional en poco tiempo, por lo cual era de esperar que hubiera alguno que otro residuo sentimental.

Me alegre tanto cuando me dijo que en unos días volvería ser tan fría como antes, Iris me dio una mirada bastante despectiva por mi alegría ante tal noticia, pero ¿acosa es culpa mía no desear sentir nada?¿es culpa mía temerle al dolor?¿el culpa mía tratar de proteger a los que quiero a través del desapego emocional?

No, no lo es. Yo no decidí nacer humana y ellos (todo el mundo) deben de empezar a comprender mi descontento.

Mientras miraba mi reflejo en la lampara, pude notar que al lado había un paquete, envuelto en un lindo papel de regalo azul y una cinta negra.

Me senté en la cama y abrí el paquete con cuidado, al mirar el contenido no pude contener una sonrisa boba.

Habían un par de gafas moradas y una nota....de "L"

"Me estaba empezando a deprimir la idea de verte sin tus lentes, ya sabes...intelectual y sensual. Por lo cual he decidido hacerte unos.

Sobre el tema de los cristales no te compliques, son trasparentes, tu al igual que yo sabemos que no los necesitas realmente. (Aun así te quedan de muerte).

                                                                  Con cordial cariño, tu respetuosamente acosador amigo L"

Los saque del papel de regalo como si fueran de diamante, lento y con suma delicadeza. Los observe por unos minutos y pase mis dedos por su contorno, quería que mi memoria táctil tomara nota de cada detalle, para descubrir que eran exactamente iguales a los otros lentes que ya tenia, a excepción de una pequeña escritura al costado izquierdo.

"El control de uno mismo se basa en conocer ce y para eso debemos ir más haya de lo que ve la gente de nosotros...conócete y te controlaras, deja que te conozcan y serás controlado"

Sonreí con los labios cerrados, no se porque pero por laguna razón siento que "L" es la primera persona que a pesar de conocerme no a tratado de cambiarme y eso hace que sienta confianza hacia el.  Tome mis gafas, me levanto de la cama y camino hacia el baño. En la ducha el agua corría por mi espalda como los miedos por mi mente, frente al espejo tome un peine y me lo peine de manera en que no quedara ni un solo pelo fuera de lugar, ya con el cabello amarrado en una cola de caballo me vestí con una blusa azul ancha y unos pantalones negros. Me coloco los lente con cuidado y disfruto el contacto del carey con mi rostro, al ver mi reflejo, mi peinado, mi ropa, mis lentes morados, mi semblante serio....me cubrí el rostro con las manos por la pura emoción.

Escuadrón KDonde viven las historias. Descúbrelo ahora