Escuadrón K

Capítulo 18- Siempre hay alguien a quien ayudar

Narrador: Emma

El entrenamiento de la mañana fue divertido.

Y no, no hay ni una gota de sarcasmo en mis palabras. Pero el porque lo encontré divertido es bastante cruel...todos andaban con resaca.

O la gran mayoría.

Si es cierto que trate de hablar despacio, y no ser muy hartante, e de admitir que de igual manera disfrutaba cada vez que se cae algún elemento del estante, que el maestro de educación física elevaba la voz (Iris los fines de semana le hace clase a los más pequeños), y cuando teníamos que pegar patadas y puñetazos contra algo o alguien. Las expresiones de sufrimiento de algunos compañeros era impecable.

Hoy trabajamos con todos los números de la J a la L, aproximadamente éramos treinta jóvenes en un cuarto, de los cuales 22 no saben beber.

No diré que yo se, porque ni siquiera lo hago, pero tengo conocidos que pueden ir a una fiesta, tomar una que otra cosa y partir vigorosos la mañana. Un ejemplo claro de eso es Roberto, el cual no solo había estado en la fiesta anoche según Eva, si no que también participo en varios juegos en donde sostener una botella era necesario. Y aun así aquí estaba, fresco como una lechuga enseñandome algunos patrones de costura para ampliar el uniforme se entrenamiento, luego de entrenar con el.

-De todos modos si tienes dudas solo mandame un mensaje- Me dijo con amabilidad- ¿Tienes mi número cierto?

-Desde que te volviste tutor de mi mejor amiga- le respondí con cierto tono de alegría. Aquel joven me agradada mucho, en verdad de todos los que conozco el es el mejor partido para Evangelyng.

-Genial, en ese caso estaremos en contacto- Luego se eso se despidió de un beso en la mejilla y se reunió con un grupo de chicos que parecían ir a quien sabe donde.

-¡Gran E!- Eva avanzaba dando pasos normales pero amplios, que con sus largas piernas, volviendolos pasos gigantes- ¿Estas lista para hoy?

Les haré un resumen, luego de la fiesta Matías simplemente no quería hablar del tema del estacionamiento, por tanto tuve que cambiar de tema, por mucho que quería saber de que se trataba todo aquello. Por si preguntan si volvimos a la fiesta, yo no quería volver pero al parecer había dejado mi celular sobre la cama, me encontré con Seba y casi me habla, pero Matías me abrazo a tiempo y el joven al vernos se alejo. Creo que fue mi rostro el cual le dio la señal de mi escaso deseo de hablar con el preadolescente, si no era imposible que Matías me abrazara tan de repente, o siquiera me tocara. La cosa fue que volvimos, encontré mi celular en manos de Evangelyng, la cual me regaño por dejarlo tirado, iba a contarle lo sucedido pero era obvio que lo estaba pasando muy bien como para echarle a perder la diversión con preocupaciones y deducciones. Comenzamos a hablar de cualquier cosa y de un modo u otro llego a preguntarnos que pensábamos hacer el fin de semana. Matías dijo que estaba viendo algunos talleres y le había llamado muchísimo uno sobre debate, al cual asistiría luego del entrenamiento del día siguiente, y como yo no tengo muchas amistades y no soy muy extrovertida tampoco no tenia absolutamente nada planeado, por eso Eva termino invitandome a ayudar a las señoras que preparan las comidas, al parecer necesitan ayuda en bajar cajas de ingredientes, servir alimentos, lavar platos y ordenar cubiertos. Así que tendré un fin se semana algo atareado.

- Lista y dispuesta- le dije con emoción.

Duchas rápidas, cambio veloz de ropa cómoda, era sábado sinónimo de ropa casual, y jugo de frutas bien cargado. Y ya nos encontrábamos en el casino detrás de la barra. Venir aquí todos los días para comer y venir aquí una vez para trabajar son sensaciones totalmente distintas. El comedor completamente vacío, sin olor a comida si no que a desinfectante y limpia pisos, murmullos muy leves, mesas sin comida ni retos de ella. Era un espectáculo muy inusual, por lo menos para un estudiante.