Capítulo 1: Un beso algo vergonzoso.
Un árbol de casi unos veinte metros cayo despedazado contra el suelo, uniéndose al monto de escombros de astillas y de madera despedazada que antes formaban parte del hermoso bosque. Una zona de unos casi veinte metros estaba llena de árboles muertos arrancados de raíz o rotos por la mitad debido a un poderoso golpe o patada, o simplemente se encontraba ardiendo en llamas negras.
-¡Hijo de puta!
Un grito ronco lleno de sentimientos resonó al mismo tiempo que de un puñetazo rompía la mitad del tronco de un inocente arbolito. Otro golpe más de sus nudillos magullados y sangrantes y término por caer provocando un fuerte eco en el bosque y el sonido de pajarillos huyendo aterrorizados.
Estaba molesto, no, estaba irado, no, estaba destrozado…si, eso se acercaba mucho a como se sentía. Tanto esfuerzo, tanta lucha, tanto tiempo peleando por sus ideales, buscando que los Uchihas crecieran y fueran respetados por lo que eran. Tantas promesas hechas a su fallecido y dulce hermano menor, ¿Qué le diría ahora? Cuando fuese a su tumba a llorar con los ojos que este en su lecho de muerte le había cedido, ¿Qué le diría? ¿Qué su sacrificio fue en vano? ¿Qué nunca vengaría su muerte?
Por una…por una…
-¡HIJO DE PUTA!
Y estallo en llamas tres árboles que se encontraban en el suelo, pronto lo que quedaron fueron astillas y humo negro.
Pero no fue en su hermano en que pensó cuando vio arder la madera, a quien relaciono inmediatamente fue a otro hombre ¡Oh que hubiese dado para ver ardiendo a Hashirama Senju o a Tobirama Senju! Que lastima que ese sueño siempre sería un sueño, o mejor dicho, una fantasía.
-¡Maldito! ¡Malditos sean todos los Senju!
Volvió a decir mientras se sentaba agotado contra un árbol que tenía muchísimas marcas de golpes. Con una de sus manos quito el sudor de sus mejillas algo ruborizadas y sudorosas por el esfuerzo. Se las lleno de sangre sin darse cuenta, miro sus manos: estaban llenas de sangre y de cortadas leves. Bufo y arranco un pedazo de su camisa Uchiha negra y se las vendo con dificultad.
Desactivo su Sharingan y con las manos ya vendadas peino con sus dedos su húmedo y despeinado cabello negro, lo tenía largo y liso aunque con algo de volumen, casi a la altura de su pecho. Su piel blanca delicada y sus rasgos perfilados indicaban que era todo un Uchiha, además que la camisa algo rota de cuello alto y amplio, lo demostraba.
Estaba cansado pero seguía sintiendo destrozado, tanto que sintió por un instante que iba a explotar en llanto. Desde niño sus padres lo habían inducido a la guerra, a pelear por lo que le pertenecía, pero ahora ya nada importaba. Había sido vencido, no por una espada, ni por un golpe mortal, si quiera por un veneno traidor. No, había sido vencido por una…una.
-Paz.-murmuro bajando la cabeza para luego subirla y mirar el ocaso, el cielo estaba oscureciendo y comenzaba a hacer mucho frio,-¿Qué paz?
Molesto estrello su puño contra el suelo, eso sí le dolió. Soltó un quejido y miro su puño derecho, la venda negra de su camisa goteaba sangre. Perfecto. Aunque lo prefería así, unas dos horas antes le había dado la mano al líder del Clan Senju, o como él prefería llamar “Senju marica”. Si hubiese podido se hubiese amputado la mano en ese momento.
Hundió su cabeza en una de sus rodillas, sintiéndose perdido, ¿Ahora qué haría? Todo su esfuerzo, para nada, antes de un abrir y cerrar de ojos, el clan Uchiha estaría bajo el control de los Senju. ¿Cómo la gente podía ser tan idiota? ¿Cómo podían dejarse engañar por la voz dulce y delicada de Hashirama? ¿Era su sonrisa amistosa? ¿O eran sus preciosos ojos verdes?...Sea lo que sea, a él también lo había engañado, pero no en este tiempo, sin cuando eran niños y jugaban a la orilla de un rio. Menos mal que hacía tiempo había recapacitado. Había aceptado el pacto de paz por presión de sus familiares, no por voluntad propia.
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Dulces Rivales.
RandomEran rivales, se supone que se deben odiarse a muerte, que los gritos solo debían de figurar en el campo de batalla, y no en la cama. Pero a veces, las cosas no son lo que todos creen, o al menos, no fue lo que Madara Uchiha creyó de su mortal enemi...