cuídame; aristemo.

11.

—quiero mi helado.
—no, tienes que desayunar primero.
—quiero mi helado, ¿para qué desayunar sí el helado es mucho mejor?
—porque hace daño no desayunar.
—bien, voy a desayunar, pero después comeré todo el helado que quiera y monte daré.
—bien.
(...)
—¡bastaaaaa! comí mucho helado, papi, mi estómago duele.
—te dije temo, pero no me quisiste hacer caso. deja te traigo una pastilla.
Aristóteles va a la cocina por una pastilla para temo, cuando regresa al cuarto nota que se quedó dormido.
—hey, temo, despierta.
—no quiero. -hace un puchero.
—te traje una pastilla y agua, tómala y te sentirás mejor.
—quiero seguir durmiendo. déjame en paz.
—¿a caso quieres un castigo?
—¡no! -temo se levanta rápido. —perdón, yo soy niño bueno.
—muy bien, ahora tómate la pastilla.
temo se toma la pastilla, y vuelve a acostarse, pero ahora con Aristóteles abrazándolo.
—papi, Otis se quedó sin comida, ¿podemos ir al centro comercial a comprarle comida?
—claro que sí. 
(...)
temo y aris estaban en el centro comercial, temo se sentía mejor y feliz. además de la comida para Otis, Aristóteles le había comprado ropa a temo, quería consentirlo, iban caminando de regreso al carro, cuando temo frena de golpe.
—¿qué pasa, cariño?
—a-ahí está... ella, p-persona mala.
—¿quién, de qué hablas?
—vámonos, por favor. -temo ya estaba llorando.
—bien, nos iremos.
llegan al carro y se van, temo seguía llorando y en estado de pánico, Aristóteles frenó en la calle y tomó la mano de temo.
—¿qué pasa bebé? ¿a quién viste?
—a mamá.
—temo... yo te cuidaré, te voy a cuidar siempre, ¿de acuerdo?
temo asiente con la cabeza.
Aristóteles besa a temo, enciende el carro y se van.
(...)
Aristóteles:
¿estaba preocupado? mucho. tenía miedo, no quería que le pasara algo a temo. ¿y sí lo hubiera visto, qué? no sé qué hacer. llevé a temo a nuestro cuarto, le di una taza de té y se durmió, tenía que descansar.  me salí y llamé a Guido, mi fiel amigo.
vendrá en 10 minutos, con Diego.
y exactamente 10 minutos después, tocan la puerta. la abro en seguida, dejándolos pasar.
—chicos, estoy muy preocupado.
—¿qué pasa? -habla el italiano.
—hoy temo y yo fuimos al centro comercial... vimos a su madre.
—¿¡qué!? ¿¡lo miró!? ¿¡dónde está temo!? -grita Diego asustado.
—shhhh, baja la voz, temo está dormido. no lo miró, pero temo se asustó mucho y a decir verdad también yo.
—¿y qué harás, Aristóteles? esto fue pequeño, pero recuerda que temo escapó y no saben nada de él. ¿y sí lo buscan? -habla Guido.
-Aristóteles suspira frustado. —no lo sé, Guido. no pue...
—¿papi?
temo se había levantado, tenía su cabello despeinado y sus ojos hinchados de llorar, su nariz roja, y con un puchero. temo era perfecto aún cuando lloraba, y Aristóteles no quería perderlo por nada del mundo.
—¿qué haces aquí Diego?
Diego se levanta y se lleva a temo de nuevo al cuarto.
—Guido, no puedo perderlo. me volvería loco. no sé cómo le hacía antes de conocerlo para sobrevivir. es un ángel, y haré lo que sea para no perderlo.
—creo que tu única opción sería salir del país.
—¿tú crees?
—sí, pero las de decisiones las tomas tú.
—lo hablaré con temo, cuando se le pase todo lo que acaba de ocurrir. gracias por venir Guido.
—de nada hermano, para eso estamos.
—¿cómo vas con Diego?
—muy bien, aunque es un poco diva, pero me gusta así.
ambos ríen.
—Aristóteles, tengo que irme, le hablaré a Diego.
—okay. gracias una vez más.
—no hay de qué.
(...)
Aristóteles: subí al cuarto, y temo estaba viendo la tele, Diego y Guido ya se habían ido.
—hola bebé. 
—hola papi. ¿te acuestas conmigo?
—síp.
temo abraza a Aristóteles, y se besan tiernamente.
—¿ya te dije que te amo?
—nop.
—te amo, temo, más que mi propia vida, y por eso voy a protegerte siempre.
—y yo te amo más.
se vuelven a besar y sonríen. ya será otro momento dónde Aristóteles le diga a temo lo de salir del país.

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ya sé que no les interesa pero esta semana tuve exámenes y la otra semana que viene también :c
estoy agotada.
perdón por el capítulo corto, tengo mucho sueño :c
-all the love, v🌈