CAPÍTULO 4

104 17 13
                                    


Manuel era mi mejor amigo desde que tengo memoria. Y no solo éramos amigos, sino también vecinos contiguos.

Nuestras mamás estuvieron embarazadas a la vez, por lo que nos tuvieron el mismo año. Yo en realidad soy dos meses más grande.

Los papás de Manuel se divorciaron hace años al igual que los míos, y ninguna de las mamás volvió a casarse. Él vive solo con ella y su hermano mayor. Yo, con mi mamá y mi hermanita de catorce años. Ambas madres viven al lado hace muchísimos años, y son amigas de toda la vida. Como cabe imaginarse, inevitablemente sus hijos se hicieron amigos.

Manuel era un chico agradable para quien lo conociera. Tenía ojos color miel y era distinguidamente más alto que yo. También incondicional.

La ventana de mi habitación miraba justo hacia la suya, separadas por unos metros. Acostumbrábamos a hablar por ahí.

De chica, vivía en casa de Manuel, casi tanto como Manuel en la mía. A medida que fuimos creciendo, nuestra amistad se fue haciendo más y más grande, hasta convertirnos en amigos inseparables.

Siempre nos apoyábamos en todo. Lo que él quería hacer, yo le daba fuerzas y lo acompañaba a concretarlo. Y viceversa.

Nos habíamos vuelto como hermanos. Es más, yo en broma le decía "hermanito", y mi hermana menor se enojaba.

Su hermano mayor se llama Julián y en este momento tiene veintitrés, es decir, tres más que nosotros. Julián siempre fue un chico simpático y... sí, está bonito el nene. Para qué voy a mentir.

Julián siempre me pareció atractivo y hasta se lo dije reiteradas veces a Manuel, quien se encargaba de revolearme un almohadón y de poner cara de asco cuando eso sucedía. Y Julián lo sabía. Lo sabía porque... qué se yo. Intuición, o tal vez porque yo de pendeja era medio obvia. Igual nunca lo había querido tocar, claro; era el hermano de mi mejor amigo.

Hubo una época en la que estuve un poco distanciada de Manuel, y fue cuando apareció con una novia. A la novia la había conocido en el club y se lo veía realmente enamorado. Estuvo de novio unos meses.

Durante ese tiempo no lo vi tan seguido. Ya no hablábamos por las ventanas; ya no pasábamos noches juntos viendo películas; ya no volvíamos caminando juntos del colegio. Lo peor de todo era cuando escuchaba los gemidos de ella desde mi habitación. Dios sí que gritaba fuerte. Qué asco. Pero me ponía los auriculares y ya.

Después, Manuel me contaba todo. Todo lo que hacía con su novia. Pero en el fondo me agradaba que él estuviese feliz. Lo que me molestaba era que yo ya no era su prioridad. ¿Acaso estaba celosa? Un día se lo dije.

Me entendió. Me entendió y a partir de ahí sentí que volvió todo a la normalidad; pero después me confesó llorando que había terminado su relación.

Okay, sí. No me entendió. Volvió solo porque cortó.

A pesar de los altibajos, no pensé nunca en perder a mi hermano del alma. Lo amaba con todo mi corazón. Nos peleamos y nos perdonamos incontables veces, claro, como en toda buena relación.

Por otra parte, existe Tomás; mi otro mejor amigo. A él lo conocí en primaria ya que íbamos al mismo curso. Formamos un grupo de amigos inseparables con él y los ya mencionados Manuel y Ariana. Éramos los cuatro y el mundo.

Tomás era también más alto que yo, rubio y blanco. Siempre le decía que necesitaba una cuota de sol y se reía. Su sonrisa era muy tierna.

A decir verdad no recuerdo cuándo fue la primera vez que hablé con Tomás.

Tomás vivía a diez cuadras de mi casa y también nos la pasábamos uno en casa del otro; sobre todo cuando éramos preadolescentes. No tenía hermanos y sus papás no estaban divorciados.

A diferencia con Manuel, Tomás era bastante más codiciado por las chicas. Según la mayoría, estaba bueno. Pero no para mí, ¡diaj! Era mi otro mejor amigo. Y nadie le tiene ganas a sus amigos.

O sí. Pero no era mi caso.

A veces me pintaba ser mala y me encantaba presumir mi amistad con Tomás. Cuando éramos más chicos y pasábamos delante de aquellas que se morían por él, yo lo abrazaba o me le colgaba a caballito.

Ahora que lo pienso... Qué bicha era.

Él sí que ha estado de novio en varias ocasiones. De los cuatro, fue el que más relaciones amorosas tuvo. Me sentía bien por él cuando eso sucedía, aunque no le duraran más que cinco o seis meses.

Ariana también había tenido un novio, pero por poco tiempo.

Y después estaba yo, que nunca nadie se había enamorado de mí. O eso creía hasta el momento. Pero pronto, todo cambió.

Cómo me hice lesbianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora