CAPÍTULO 15

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¿Recuerdan que les dije que mis papás se habían separado hace un tiempo y, que mi mamá no se había vuelto a casar? Bueno, ese tiempo abarca exactamente la cantidad de años de mi hermanita menor, Alina.

Hace catorce años que llegó Alina a mi mundo. Ella es la mejor hermana menor que se puede pedir. Siempre está ahí para cuando la necesito y, sé que nunca va a defraudarme.

Hace catorce años que no me siento tan sola en esta casa. Alina se la pasa cantando todo el bendito día, y canta tan lindo que es la persona que más alegra mi vida dentro de las paredes de mi hogar.

También, hace catorce años que mi papá se fugó de casa. Hace catorce años que nos abandonó a mí, a mi mamá y a mi hermana.

Cuando mi mamá quedó embarazada de mí, según ella, mi papá no quería tenerme bajo ningún punto de vista. Como mi mamá se negaba a hacerse un aborto y decidió tenerme, él tuvo que estar de acuerdo por las buenas. Finalmente pareció aceptarme.

Al tiempo de haber nacido, era un padre ausente. No mostraba demasiado interés en mí, y al parecer nunca me tomó el más mínimo afecto. Simplemente le daba lo mismo mi existencia. Es por eso que ella decidió divorciarse. Mi papá se fue a vivir a una casa cerca de la nuestra y, solo cuando mi mamá se lo pedía, él nos visitaba. A ella sí la quería y es por eso que él nunca estuvo de acuerdo con el divorcio.

A mis cinco años, mis padres volvieron a estar juntos. No casados, pero juntos. Nunca entendí bien la relación. Parece como que ella lo perdonó y le dio una nueva oportunidad.

A mis seis, mi mamá se volvió a embarazar. Aquella vez, él no dijo una sola palabra en oposición; sino que esperó a que Alina naciera para darse a la fuga definitivamente.

Así fue como no volví a tener contacto con mi padre jamás, hasta los quince años y medio, cuando lo vi parado frente a mi casa esa vez que regresaba del colegio con Manuel.

—¡No, no, no! ¡Manuel tapame! —le dije casi en un susurro.

De inmediato corrí hacia la entrada de la casa de mi amigo, y me arrodillé en un lugar a donde a mi papá le era imposible verme.

—¿Qué mierda? —preguntó Manuel agitado tras correr detrás de mí.

—¿Qué hace él acá? —ninguno de los dos entendía nada.

—No tengo idea, Emm, ¿hace cuánto que no lo ves?

—Hace exactamente nueve años. Mierda, el tiempo sí que no pasó para él —mascullé mientras lo miraba a través de unas ramas.

—Está igual a cómo me lo mostraste en las fotos.

Nos quedamos pasmados en el mismo lugar por unos cinco minutos, sin saber muy bien qué hacer. El tipo seguía ahí parado frente a mi puerta, y no parecía tener la más mínima intención de retirarse.

—¿Qué mierda quiere? —me enfurecí una vez que me volteé a verlo por enésima vez—, ¿por qué no se va?

—Podemos entrar a mi casa hasta que se vaya, Emm. No te preocupes por eso. Si no querés que te vea no...

—Obvio que no quiero que me vea. Tampoco quiero que vea a Alina. Por estúpido. Pero Alina va a llegar en cualquier momento del colegio... —mi hermana se volvía sola del colegio porque vivimos cerca y mi mamá a esa hora se quedaba en casa cocinándonos; pero ella era súper madura y sabía manejarse a pesar de su edad.

—Mandale un mensaje. Que se vaya para otro lado hasta que le avises.

—Buena idea.

Entramos a casa de Manuel y almorzamos ahí.

Alina me hizo caso al leer mi mensaje y no apareció por mi casa; pero no sin haberme hecho jurar que le contaría los motivos. Y sí, después de todo, también era su papá. Le contaría la verdad.

Intenté también llamar a mi mamá pero tenía el teléfono apagado.

Terminamos de comer y volví a salir a la puerta para observar la entrada de mi casa. Él ya no estaba ahí, pero aún temía por el hecho de que bien podría estar escondiéndose o simplemente que pudiese regresar en cualquier momento.

—Tengo que ir a mi casa a ver si está mi mamá.

—Es peligroso, Emm. ¿Por qué mejor no llamamos a la policía?

—Llamaría si tan solo supiera dónde está mi mamá. Mirá si ella fue quien se contactó con él... Aunque es muy improbable; ella lo detesta.

—Bueno, pero si cruzás el jardín hasta tu casa te arriesgás a que te vea.

Entonces no se dijo más nada. Volvimos a meternos a la casa de Manuel y, en dos minutos agarré mi mochila, una bolsa de consorcio y abrí nuevamente la puerta.

Me coloqué la bolsa en la cabeza, la mochila en la espalda, y agarré de la mano a Manuel. Sin pensarlo dos veces salimos corriendo desde su puerta hasta la mía, y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos los dos adentro de mi casa.

—¡¿Mamá?! —grité.

Pero ella no respondía.

Subí las escaleras y escuché unos sollozos provenientes del placard. Lo abrí y ahí estaba, acurrucada, lamentándose.

—Mamá...

—¿Ya se fue? ¡¿Te vio?!

—No, no me vio. Tranquila —la consolé—. Y no sé si se fue... Pero al menos en la puerta no está.

—Llamá a la policía. No quiero ni saber qué hace ese tipo acá. Ni mucho menos volver a verle la cara. ¡Qué se pudra! —gritó lloriqueando.

Manuel hizo un gesto afirmativo y marcó a la policía, quien estuvo en la puerta recién al cabo de media hora.

Buscaron por todos los alrededores de mi casa pero mi papá ya se había marchado. Tan solo esperamos que no volviera a molestar. Llamé a Alina y le dije que viniera tranquila.

Esa misma noche, al igual que todas, mi mamá abrió el buzón para chequear si había llegado alguna factura nueva o algo así, pero se sorprendió al encontrar un sobre naranja.

Entró y tendida en el sillón leyó un papel que contenía. Me preocupé cuando la vi sollozar y derramar lágrimas de tristeza. Tenía los ojos abiertos como platos.

—Ma, ¿qué pasa? —me preocupé.

—Creo que es momento de que te enteres de algo —masculló mirándome fijo a los ojos.

Me extendió la carta y comencé a leer. Dios, sí que tenía faltas ortográficas...


Familia:

Me parece que llegó el momento de que cepan la verdad. Mi intension fue decirselos personalmente pero nadie me abrió la puerta. Supongo q no me decean ver.

Por mucho tiempo estuve metido en un mercado ilísito. Vendi droga a muchas personas que luego se endeudaron con migo, entonces yo me endeudé con mis proveedores. Debía un dineral.

Resibi amenasas; hasta castigos. Pero no hubo forma de conceguir el dinero. Esta gente era un grupo de mafiosos. Un día se cansaron de mis escusas y decidieron hacerme un ajuste de cuentas.

Averiguaron todo sobre mi vida y dieron con ustedes. Es por eso que hace dos años intentaron biolar y matar a Emma.

Despues me enteré que seguia con vida porque la espié un dia a la salida del colegio. Esta tan grande!!!

Solo espero que me puedan perdonar, pero si no lo hacen, lo voy a entender. Quiero saber como estas, Emmi, despues de eso, y como te dejaron ir.

Otra ves, perdón.

                                                                                        Sergio.


—Mamá —dije seria y con los ojos llorosos—. Quiero una orden de alejamiento.

Cómo me hice lesbianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora