CAPÍTULO 28

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—¿Emm? —me preguntó Manuel con los ojos abiertos de par en par apenas me vio llegar.

En lugar de responderle como lo habría hecho en cualquier otro momento de mi vida, me limité a guiñarle el ojo y regalarle una sonrisa pícara. A continuación, me fui tras Valentina y Alexia a la parte de afuera de la fiesta.

Cuando me di media vuelta hacia atrás, mi mejor amigo seguía viéndome boquiabierto.

—Un poco más de maquillaje y ya estás —me había sugerido Valentina al momento de prepararnos para salir.

Era sábado por la noche y se había organizado una mega fiesta de despedida del verano. Iría todo el mundo. Tal como habíamos quedado, saldría con Alexia y con Valentina, no sin que antes me hubieran preparado como si fuera a una gala de la farándula.

A decir verdad, me miré al espejo y me sentí a gusto. No era yo, por supuesto. Pero estaba convencida de que debería renacer y convertirme en otra persona completamente distinta. Tenía que hacer algo fuera de lo cotidiano para sentirme libre conmigo misma y poder afrontar los males por los que estaba atravesando.

Sí, por primera vez me sentía una perra.

¡Qué buenas piernas que me hacía esa pollera! Me miré de espalda y aprecié cómo la mini falda negra con brillos dejaba a la vista una mínima parte de mis nalgas. Arriba, me habían hecho poner un top blanco super escotado, el cual exponía también gran parte de mis tetas.

Además, me habían peinado y maquillado como lo hacían ellas —cosa que yo nunca hacía más que una producción sutil—, y me veía bastante bien.

—¡Tenés un cuerpazo, nena! —exclamó Valentina al verme.

—¿Por qué nunca te mostraste así?

Yo no era de esas que le gustaba mostrar su cuerpo. Desde que me hubo ocurrido lo que me ocurrió a los trece años, tuve complejos con mi cuerpo. Odiaba que la gente me viera con poca ropa; me hacía muy mal. Cuando estaba en malla, todo el tiempo me sentía intimidada, tanto que llegué a meterme varias veces a la pileta con short. De a poco esa manía se me fue reduciendo, pero nunca hasta el punto de salir casi en bolas como lo estaba haciendo esa noche.

Y por una parte sentía que saliendo así, también estaba rompiendo con ese temor.

—No lo sé —fingí—, no se me había ocurrido.

—Y ese maquillaje... Sos hermosa, Emma —terminó Alexia.

Nunca me había sentido tan halagada en mi puta vida. Era la segunda vez —la primera había sido con Felipe —que me sentía linda. Y qué hermosa la gente que te hace sentir de esa manera. Qué hermosas que son Lexi y Tina... Hicieron que rompiese una barrera resistente y me enfrentase al mundo de una vez por todas.

Entonces cuando llegamos a la fiesta, nadie lo podía creer. Mucho menos aún mis amigos, quienes ni siquiera tenían idea de que por fin había salido de mi casa. Había decidido darles una sorpresa.

El primero en verme fue Manuel; luego, afuera me crucé con Ariana y con Tomás, quienes tuvieron que pestañear varias veces para asimilar lo que sus ojos estaban observando.

—¡Saliste! —me gritó mi amiga, y pronto su expresión cambió radicalmente al verme junto con Alexia y Valentina. Susurró —¿Qué hacés con estas?

—Larga historia.

—¡Sí! ¡Ya veo que larga historia! Que después me vas a contar...—dijo mientras pasaba sus manos a lo largo de mis brazos —¡Guau! ¿Qué te pasó, Emma?

—Más vale, amiga —le sonreí—, ¿te gusta? Nuevo look.

—Nunca habías estado tan buena —dijo seria.

—Emm, no puede ser...—masculló Tomás.

—Pero es. ¡Mirala! —agregó palmándome la nalga.

—¡Emma! —me gritó Alexia desde lo lejos indicándome que fuera hacia ella.

En eso vi que se encontraban hablando con un grupo enorme de chicos. Me retuve. No, qué vergüenza meterme ahí, pensé. Pero si quiero romper la barrera, debo hacerlo.

Entonces tomé aire y seguí caminando.

Cuando llegué, me presentaron ante la ronda de hombres —todos rugbiers estilizados y carilindos— y no pude evitar ponerme roja como un tomate.

Pero pronto descubrí que no era para tanto. Era de noche y los rostros ni siquiera se veían con claridad. Además, estaban hablando boludeces que cualquier simio podía entender y meterse en la conversación; nada interesante. Pero me quedé ahí. Me quedé a presenciar cómo era que la gente popular chamuyaba.

Eché un vistazo cara por cara a los chicos de la ronda, y sí, había un par que estaban lindos. Comencé a mirarlos con mi mejor cara de atrevida que tenía para ver si podía captar su atención. Y entonces, tras unos minutos de conversación, uno de ellos se colocó a mi lado y me hizo una pregunta nada más que a mí.

Mi nerviosismo atacó nuevamente. Aun así le respondí y, cuando vi que me sonreía y decía cosas que me hacían reír, logré soltarme un poco.

Minuto a minuto hasta que sin darme cuenta, el chico se me estaba acercando cada vez más. Cuando se hallaba lo suficientemente cerca, no lo pensé y me abalancé sobre él, haciendo que nuestras bocas se conectaran.

Al sentir sus labios, me recordó el maravilloso año que había vivido con Felipe y todas las cosas que hacíamos juntos. Me acordé de todo lo que había aprendido a hacer y de mi desenvoltura. Él y nada más que él. No obstante aparté esos pensamientos de mi cabeza en cuanto me acordé que era un morboso de mierda ya que me había cagado con la prima.

El chico empezó a apretarme el culo con sus manos, y yo acariciaba su espalda por abajo de la remera. Mientras, ejercía presión con su pelvis contra la mía.

Caminamos de la mano hasta el sillón. La casa estaba llena de gente, tanto que ya ni encontraba a mis amigos con la mirada. Caminamos hasta entrar a la casa, en donde había todavía más personas dando vueltas y bailando.

Cuando me senté en el sillón arriba de su pantalón, en una posición comprometedora, vi a Felipe corriéndose hacia un lado para dejarnos lugar. No me había visto.

Puse mi mejor cara de sorpresa e inmediatamente seguí con lo que estaba. De reojo lo veía, y él seguía ahí. ¿Me estaba mirando el culo? 

De un momento a otro me separé de la boca del chico y ahí fue cuando mi ex novio me reconoció. Pero en lugar de decirme algo, se le vidriaron los ojos, se puso de pie y se fue de la fiesta.

Jodete. Mirá lo que te perdiste, pensé.

Cómo me hice lesbianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora