CAPÍTULO 29

53 9 6
                                    

Cuando le conté a Ariana lo que me había propuesto hacer gracias al aguante de Valentina y Alexia no lo pudo creer. Le comenté que la noche anterior la había pasado increíble, como nunca.

 —Me solté completamente —suspiré—, no sé qué me pasó, pero me gustó.

—Y ahora se viene la parte en que no salís más conmigo, ¿no?

—Pude romper ese nudo que me ataba al pasado, Ari —la ignoré—, por fin lo logré.

—Buenísimo.

—Además, me encantó haber estado con otro que no sea Felipe.

—¿Qué? —frunció el ceño.

—Como escuchaste —sonreí—, y el próximo fin de semana no me para nadie.

—Genial, que te diviertas entonces —revoleó los ojos.

 Esperé unos segundos y luego agregué:

 —Ari, preparate para renacer.

 —¿Qué? —volvió a fruncir el ceño

 —Sí, ¿o te pensabas que te iba a dejar afuera de la aventura?

 Mi amiga me enseñó una sonrisa como nunca antes.

 Y entonces, allí estábamos las cuatro: Alexia, Valentina, Ariana y yo. Desde que mi mejor amiga conoció a las otras dos, se quedó fascinada con sus formas de ser y sus tan elevadas expectativas; es que ambas tienen una manera de ver la vida como pocos lo hacen; ellas vuelan alto, van a todo o nada. Y de eso se trata la vida. No estamos para chiquitajes. Hay que apuntar a la rama más alta, si falla, falla. Pero al menos no morimos antes del intento.

Si hay algo que me enseñaron fue a mostrar; a mostrarme como soy, sin envolturas, sin ataduras, sin pasado. Solo el futuro es lo que importa; el futuro es lo que vendrá.

Ariana aprendió a dejar sus prejuicios de lado. Nunca le habían caído nada bien Alexia y Valentina, aunque solo sabía de ellas su nombre. Yo siempre le decía que en el fondo eran buenas pibas, pero decidía no creerme.

Después se quería morir por no haberlas conocido antes.

Ese año la pasé increíblemente bien. Nos la pasábamos saliendo de fiesta, íbamos de acá para allá, hasta incluso hemos salido a boliches. Sí, éramos menores de edad pero ellas siempre tenían algún conocido que nos hacía pasar. Se conocían a media ciudad. Y pronto nosotras también empezamos a conocer gente nueva. Me encantaba. También nos invitaban a fiestas con gente más grande, lo cual amaba ya que me había empezado a fijar en chicos mayores y hasta incluso me daban pelota.

En ese período de tiempo estuve con muchos chicos. Muchísimos más de lo que hubiese cabido en mi imaginación un par de meses atrás.

Habíamos quedado en que salíamos las cuatro juntas, y si alguna se quería volver con algún pibito nos avisaba y la condición era irse a pasarla bien. Y mierda que la pasé bien un montón de veces. Así de perra, tenía más levante del que hubiera pensado.    

Fue un período de esplendor en mi vida que nunca lo voy a olvidar. Por unos meses, borré por completo de mi cabeza las imágenes de aquel espantoso episodio de cuando tenía trece años. Simplemente un día dejó de existir. Lo mismo con mi cicatriz; ella estaba ahí, solo que yo no la veía. O no la quería ver.

Con respecto a Tomás y a Manuel, no les molestó que saliésemos con las chicas en lugar de con ellos, ya que algunos fines de semana repetíamos las salidas como en los viejos tiempos, los cuatro solos. Y cuando eso pasaba, los chicos se ponían algo celosos, ya que con Ariana nos levantábamos a toda la fiesta. El culo de mi amiga es algo maravilloso, es gigante. Y al usar las polleras apretadas lo lucía como la mejor.

Y bueno, después estaba mi escote, que muchos conocieron lo que tantos años había escondido recién en esa época.

—Apa, estamos de fiesta —recuerdo que fue lo primero que me dijo Tomás cuando salimos juntos, refiriéndose a mis tetas.

Y en lugar de esconderme o que mis mejillas se pusieran rojas, me las apreté con los brazos y me incliné hacia adelante.   

—Sí, te cambiaron —afirmó luego de presenciar esa escena.

—Me encanta que seas así —se rió Manuel mientras pasaba un brazo por alrededor de mi cuello —hermosa, mi hermana.

 Y besó mi mejilla.

 Pero lo más gracioso fue volver al colegio. Empezamos quinto año con todo. Desde el día uno que estuvimos con Alexia y Valentina, a lo que el resto de los compañeros nos miraba extraño. Nadie podía creer que las antipáticas y fracasadas de Emma y Ariana fueran amigas de las dos bombas. Aunque... ahora nosotras no nos quedábamos atrás.

¡Literalmente que nos habían enseñado cómo comportarnos de manera "sexy" hasta en el colegio! Por suerte tenía dieciséis años, porque ahora jamás me hubiera dado la cara para eso.

Y digo que lo más gracioso fue volver al colegio porque le tuve que ver las caras a Felipe, a Benjamín, a Lautaro, a Joaquín y a Francisco. Una manga de forros embobados con las nuevas actitudes de sus compañeritas. ¡Joaquín me miraba! Repito, Joaquín me miraba.

Tantos años enamorada de ese pendejo de mierda que nunca me dio ni la hora, para que se venga a fijar en mí después de haberla cagado tanto. Increíbles las vueltas de la vida. Mirá de quién te burlaste, pensé.

A pesar de todo, el que más la sufría era Felipe. Creo que ni siquiera soportaba verme. Le molestaba tanto que hiciera lo que hacía, que hasta en un punto llegó a decirme "puta". Decía que me comportaba como una zorra y que nadie me iba a querer por lo que realmente era. Aunque en el fondo estaba cien por ciento segura que lo que le pasaba a Felipe era que se moría por estar conmigo una vez más. Me deseaba, y como no podía tener lo que quería, me ninguneaba. Pero claro, a mí no me importó nada. Nada de nada. Aprendí a vivir mi libertad sin importar lo que los demás dijeran de mí.

Ahí estaba la hipocresía de mi ex novio. Él me había querido por lo que realmente era, pero ahora resultaba que nadie más me iba a querer. Cuando Lautaro me había llamado "puta", que '¡ay! ¡no sos puta!', 'no le des bola'; pero ¡ah! cuando disfruto de mi libertad con otras personas, 'zorra', 'puta', 'histérica'.

Imbécil.

Y bueno, así de imbéciles son todos los hombres. Sin excepción.

Estaba tan, pero tan feliz conmigo misma que esa primera mitad del año se me pasó volando. En cuanto me hubiera querido acordar, ya estaría terminando sexto.

Tan rápido, tan rápido, que me hubiese encantado disfrutarlo más. Porque para entonces no sabía que el año siguiente la iba a pasar muy, muy mal.


------------------------------------------

Aclaración: si un hombre lee esto no quiero que se sienta tocado ni nada por el estilo. ES una ficción, por lo tanto todo lo que expongo es lo que piensa mi protagonista, NO YO.

Nada, eso.

:)

Cómo me hice lesbianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora