11.

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Tras saber de la presencia de Sungyeol en el campus Mina ahogó un par de insultos antes de insistir en golpear la puerta de la habitación de Momo un par de veces más.

—Sungyeol de mierda... Iré a ver qué demonios quiere, por favor duerme un poco, ¿sí?

Momo sonrió para sus adentros y, cómo si Mina pudiese verla a través de la puerta, asintió frente a un silencio que por poco le hace pensar que finalmente está sola. Lo creyó hasta sentir golpes más pausados contra la puerta, golpes tan suaves que definitivamente no son por parte de Mina.

Curiosa, Hirai quitó el seguro de la puerta antes de abrir la misma con pereza, observando a una chica de tez blanca observarla con angustia. Ninguna mencionó palabra alguna sino que en silencio y tras cerrar la puerta, Dahyun quitó más de una lágrima que descendió por la mejilla de Momo.

—Me encontré con Mina en la entrada, me contó lo suficiente... –murmuró sonriendo de manera tenue–, ¿puedo escucharte?

Dahyun. Pequeña víctima de las indecisiones de Momo, alma pura y bien intencionada que hasta el día de hoy presta sus más sinceros sentimientos a la japonesa. Por supuesto que es injusto que hasta el día de hoy, Jihyo piense de ella como "la otra" cuándo fue Momo que en más de una ocasión buscó seducirla en periodos de soltería cargando en sus manos sentimientos confusos que al final de todo no pudieron ser entregados.

Jamás entenderá qué tan grande es el cariño que siente por ella si, frente a su genuina forma de ser, ha caído frente a su corazón de forma torpe más de una vez.

Ella lo sabe, sabe que Momo es idiota, impulsiva y sumamente dañina cuándo se trata de sentimientos pero, en el fondo, es una persona que no sabe lidiar con la soledad.

Momo abrazó a Dahyun con todas sus fuerzas buscando refugio en su aroma, uno que la menor entregó sin prejuicios.

—Pequeña boba –rió Dahyun dando suaves golpecitos en la espalda de Momo.

La japonesa simplemente sorbió su nariz y murmuró una seguidilla de disculpas frente a un amargo recuerdo que trajo la reciente discusión con Jihyo. Uno tan amargo como el dolor ocasionado a una de las personas más valiosas de toda su vida.

—No voy a regañarte, lo juro –habló Dahyun nuevamente de manera calma, acariciando la cabellera de Momo como si de un felino se tratase.

—Hazlo si quieres, es lo mínimo que merezco.

—Oh, vamos. ¿No crees que ya ha pasado suficiente tiempo?

Hirai negó.

—Jamás limpié tu imagen con Jihyo –susurró.

—Me halaga que piense que a estas alturas ya no soy virgen gracias a ti –bromeó–, aunque cuándo sepa que no te acostaste conmigo sino que con dos chicas más, uf.

Efectivamente logró capturar una pequeña y tímida carcajada por parte de Momo, una que segundos después perdió vida.

—Siento que no puedo detenerme. Otra vez estoy jugando con el corazón de alguien, estoy–

—Momo. No me decepciones otra vez, sabes que así todo estará bien.

Fue un trago amargo el que estremeció a Momo frente a una mirada intimidante de Dahyun, tan sincera que se sintió como un balde de agua fría cayendo sobre una maldad codiciosa en su interior.

No decepcionar... Hace tanto algo no sonaba tan complicado.

—SungYeol, ¿aquí tan temprano?

El más alto simplemente observó a Mina de pies a cabeza con una expresión neutra, quizá con aires de superioridad.

Él. (MiChaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora