M y M

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—¿Seguro que te sientes mejor? — Marina, la chica que me acababa de ver vomitar enfrente suyo, y me había "acarreado" a las afueras del lugar donde se celebraba la convención me preguntaba consternada.

"No creo que estés bien, te ves algo verde, ¿quizás comiste algo en mal estado?"

—Mm... ¡Ah!, este es Matías— Marina me presentó al chico que había tenido que hacer el trabajo sucio por ella, porque en realidad quien me había levantado y sujetado, asegurándose de llevarme afuera a salvo, había sido él, recién ahora podía verle bien. Se veía centímetros más alto que yo, tenía un cuerpo más ejercitado que el mío, su piel era tostada, su cabello negro y demasiado corto, si me decían que se había unido al ejercito yo lo creería sin dudarlo, sus ojos estaban más juntos de lo que uno esperaría, sus cejas eran gruesas y quizás sus pómulos eran su rasgo más notorio.

Y ahora que lo veía así de cerca y tan detenidamente, podría jurar que... Es un idiota, porque tiene la cara de uno.

—¿Qué comiste? Déjame decirte que eso se veía horrible, voy a tener pesadillas— El chico comentó asqueado y yo sonreí porque mi intuición estaba como siempre en lo correcto.

"Y me pregunto de nuevo, ¿Qué hacemos ayudando a este desconocido? Oh... ¡acaba de sonreír!"

La voz interior de Matías era diferente a la que utilizaba en el exterior, sus pensamientos sonaban más animados y honestos, claro, no era la primera vez que presenciaba algo así, y la última parte acerca de mi sonrisa me dejó intrigado. ¿A qué había venido eso?

—¿Podemos llamar a alguien por ti? o ¿por dónde vives? — Marina parecía decidida a no dejarme morir en la vía pública y yo estaba agradecido, pero toda esta actividad social, era mas de la que estaba dispuesto a recibir. Y también era clave el hecho que era improbable que mis padres dejasen todos sus planes de la convención de lado, para llevarme a casa, estaba atrapado. Sabía que debía aprender a utilizar la movilización pública.

—Está todo bien— Mis palabras cortantes, hicieron que Marina levantara sus cejas y Matías suspirara, ya estaba dicho implícitamente, no los necesitaba allí y ellos lo entendieron perfectamente, al cabo de unos incómodos segundos y una despedida dicha solo por cortesía, desaparecieron de mi vista.

Pero claro, eso no duro mucho, porque unos quince minutos después, me los encontré, cuando se pusieron justo enfrente de mi ubicación. Aunque no tenía interés en escucharlos, Marina me explicó en contra de mi voluntad, que recién en la convención habían dado el aviso de "niño perdido" por los parlantes, describiendo a un chico extrañamente similar a mí, añadiendo por supuesto que tal persona respondía al nombre de Tomás Echeverría, y desde ahí fue fácil para ella figurar que quizás, solo quizás, yo tenía una relación con la editorial Echeverría-Matte.

—¿Tu familia dirige la editorial Echeverría-Matte? — Todo el rostro de Marina parecía iluminado, y vaya si que se iba directo al punto. Pestañeé hartado, sintiendo como mi entrecejo se fruncía, los lentes de sol por suerte tapaban mis expresivas respuestas. Y es que no había pensado en ella como el tipo de persona interesada.

"Dime que si, eso sería bakan, no sabes cuanto he esperado por algo así".

Bufé hartado y fui dispuesto a hacer lo que mejor hacía, humillar a los demás por sus ambiciones.

—Sí, lo hacen, pero eso no cambiará nada, tú y yo no nos conocemos y no puedo evitar notar que no tengo ningún interés en ti, como para ser amigos— Lo dije serio para que eliminara la mínima posibilidad que estaba haciendo una broma, metí mis manos en mis bolsillos y esperé por la respuesta que ella me daría, esperaba unos gritos de molestia de su parte, pero contrario a todo eso, el que me respondió no fue ella, fue Matías.

—Ser cuico no te da derecho a ser un idiota— No se le veía excesivamente molesto, se le veía en parte decepcionado, esperaba que me sacaran en cara ser un afortunado crío cuyos padres ganan buen dinero y bueno así fue, ahí no había nada nuevo.

—Y que ustedes sean pobres no les da derecho de tratarme de cuico de forma despectiva—Eso fue nuevo, hable sin pensar, ¿estaría muy molesto por lo que me había dicho? Sinceramente no sé que fue ese impulso de idiotez, usualmente puedo manejarme completamente bien en altercados como este. Pero era claro ahora, que había dado en el blanco, porque no importaba cuanto las personas de diferentes niveles socioeconómicos podían camuflarse, al final era bastante sencillo percatarte quien era de un nivel alto y quien era de uno mas bien humilde, los chicos que tenía enfrente, pertenecían a esta última parte, hasta para alguien como yo que se encierra en su habitación era algo obvio.

—Weón— Entonces él maldijo, y no pude evitar sonreír, porque ahora si se comportaba como exactamente esperaba. Ella con los ojos abiertos de par en par y un semblante triste no intentó intervenir.

"¿Por qué todo tenía que terminar así? No puedo decir que como Maty respondió está mal, pero..."

Remordimiento en ella, molestia en él.

"Por alguna razón, pensé que no serías de esos weones, que van por la vida mirando en menos a los demás, porque te veías muy pero muy débil, pero que tal, me acabo de equivocar".

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