—Hoy es navidad— Mi propia ronca voz, es lo primero que escucho el día de hoy, como si no estuviera del todo convencido de mi afirmación. O quizás no se trataba de eso, sino del hecho que hoy sería la primera navidad que pasaría sin Santiago, pero había estado tan distraído en otros asuntos, que no había... ¿sufrido lo esperado? O sea, no había pensado en el asunto, y eso me hizo sentir nuevamente culpable, porque parecía como si hubiese olvidado a Santiago, así de repente, y claro yo no tenía derecho alguno a hacer eso, no cuando fui el cobarde que no hizo nada por ayudarlo, ¿cierto? Cuando procesé mi propia duda, escuché la voz de mi madre.
—¡Tomás baja! — Su voz parecía animada, di las gracias que fuese así, no quería volver a los tiempos de las celebraciones silenciosas y miradas vidriosas, era incómodo, doloroso y... Eso me enseñó a no leer los pensamientos de alguien que no puede hablar en mi familia. Para ser sincero, creo que fui algo egoísta, nunca quise ahondar en lo que sentían mis padres, yo había perdido a mí persona más cercana, pero ellos perdieron a un hijo.
Cuando bajé la escalera, vi a mis dos padres con regalos en las manos, la escena me enterneció de alguna manera y decidí soltarme, me propuse escuchar todo, y esa fue una estupenda idea, era tan buena que apenas puse un pie en el living sentí como mi garganta se cerraba.
"Tomy, todo está bien, vamos a celebrar navidad en familia, y seremos felices"
"Ya lo he hablado con tu madre, muchas veces, sé que soy muy duro contigo, que no soy el padre ideal, pero estoy intentando comunicarme contigo, y es difícil, sumamente difícil... Ahora ¿cómo digo esto en voz alta?"
Tenía unas inmensas ganas de llorar allí en ese mismo momento, porque no sabía que se preocuparan tanto por mí, ¿es que acaso tenía sentido? Ellos los siempre ocupados padres, los que no hablan contigo, sino que te consiguen profesionales para eso. Hice entonces todo lo que pude para evitar llorar, era común que siempre evitase hacerlo, porque los momentos se tornaban raros luego de un llanto, no podía hacerlo y menos enfrente de mis padres, pero finalmente ¿quién dijo que un llanto se controla?
No dije nada, solo comencé a llorar de forma lenta, con mi cara arrugada, seguramente me veía horriblemente enrojecido, pero no me importó, y ellos se movieron entre palabras de cariño de mi madre y torpes movimientos de mi padre, ambos me abrazaron.
—¿Qué pasó Tomy? —Mi madre seguía preguntándome dulcemente, mientras atareada pensaba sobre que me había hecho reaccionar así, mi padre no era diferente en ese aspecto, resultaba ser que éramos una familia con una comunicación terrible, y es que Santiago era el que se hacía cargo de ese papel, unirnos.
Extrañamente, lejos de sentir el vacío que provocó el despedirnos de Santiago tan tempranamente, en esta instancia, me sentí algo esperanzado, pensé que por primera vez podríamos avanzar desde ahí, nosotros tres.
Y hablamos, charlamos mucho, mi madre nos contó del club de padres que habían perdido a hijos, comentó que al principio se sentía sumamente fuera de lugar, pero que no pudo contener las lágrimas con los testimonios y que le costó tres intentos contar el propio, porque el llanto se interponían en sus palabras, mi padre habló de como a menudo buscaba el número de contacto de Santiago en su celular y como se quedaba mirando la pantalla decidiendo si llamar o no, aun sabiendo perfectamente que nadie le contestaría, aceptó que una noche llamó y que por eso mismo al día siguiente, decidió buscar ayuda profesional, porque quería llegar aceptar que Santiago había partido. Cuando llegó mi turno, hablé de Oveja Blanca, de como claramente me había desahogado en ese pobre libro, de como yo me retraté en Titán, le dije a mi padre que entendía que quería apoyarme al publicarlo, pero que aún así lo sentía demasiado disparatado, privado y mal escrito como para ser comercializado, que solía decir que lo odiaba, pero que tan solo era la rabia que tenía al verlo en todas partes, era incapaz de odiar ese libro después de todo, porque era como una parte de mí, finalice diciendo que al menos estaban haciendo un buen uso de el. Había imaginado muchas veces el momento, al principio me había visto a mí mismo gritando a mi padre que no tenía derecho alguno de publicar algo que para mí, era como mi diario de vida, luego me había imaginado tirándole el libro por la cabeza, después gritándole mientras lloraba, pero resulto ser que el momento de la verdad no guardaba muchas similitudes con lo que anteriormente había fantaseado, o sea las palabras eran mas o menos las mismas, pero el modo, era sumamente diferente.
Reímos un poco entre las lágrimas, comimos galletas de navidad y tomamos chocolate caliente que Angélica había dejado preparado el día anterior, trajimos de vuelta a la vida a nuestra pequeña familia, sentía que hoy habíamos construido nuevamente una familia.
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SUPERHÉROE
Teen FictionTomás tiene la habilidad de leer mentes, escuchar los pensamientos de los demás, darse un paseo por las cabezas de las personas... ¡llámalo como tú quieras! El asunto es que su vida es una m*erda por eso. Anteriormente conocido como "confiado". *NOV...