ÉL ERA EL QUE AGRADABA, NO YO

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Soy un asco relacionándome con los demás, y eso en ningún momento de mi vida me angustió, porque tenía todo lo que necesitaba y porque Santiago era el desarrollado en aspectos sociales. Nos complementábamos, y eso para mí, era todo. Por eso me sorprendí cuando con urgencia me encontraba respondiendo los inteligentes mensajes de Marina, ella había hecho pedazos a una multiplicidad de autores, sacando a relucir los problemas personales que se inmiscuían en sus propias obras, asombrosamente Marina poseía un vasto conocimiento en literatura popular y yo la había discriminado inconscientemente por verla aquel día solo con historietas. Para cuando llegó el momento de analizar la obra de Samuel Rojas me quede perplejo ante mi inhabilidad de escribir en el teclado de mi celular.

Era el fin de semana previo a Navidad y de frío no había nada, mas bien hacía calor, para cuando Marina vio completamente a través de Samuel y audazmente lo describió:

Marina Soto: Parece que no ha podido superar su pérdida, y no es que simplemente no pueda, sino, que no quiere. Oveja Blanca parece ser un pedido de ayuda.

Mi garganta se apretujó y me recosté sobre mi cama, deje mi celular a mi lado y cerré los ojos con pesar, suspiré. No sé porqué, pero ahora tenía mas curiosidad de juntarme con Marina en vivo y en directo, por eso cuando minutos después un nuevo mensaje de ella señalando que habría una fiesta de cumpleaños llegó, no pude hacer mas que aceptarla. Odiaba las fiestas, pero por primera vez en mucho tiempo pensé que alguien comprendía a Samuel Rojas con su niño llorón deshaciéndose en lágrimas por la muerte de una simple oveja, de que finalmente alguien me comprendía a mí. 

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