Era sábado, en la noche a eso como de las diez, y me encontraba entrando a un reciento de dudosa reputación, la música resonaba fuerte, tan fuerte que podía sentirla en mi garganta. Angélica me había pasado a dejar al lugar, y había rodado los ojos cuando se dio cuenta "el nivel" del lugar al que iba.
En cuanto entre, con mi típica capucha gris oscura y jeans negros los múltiples pensamientos de los asistentes me invadieron, cosas como: "¿Por qué no me mira? ¡Me arregle para que pasara algo poh!", "La Yajaira está rica, pero tiene un carácter de mierda... Mejor no miro, que mi polola va a cachar que la miro", "¿Dónde está la cumpleañera? Que ella siempre está con el Maty, y yo vine a verlo a él".
Puse mi concentración a andar y en un par de segundos, fui capaz de acallar las voces bastante bien, al parecer hoy era uno de mis días buenos, de esos donde dejar de escuchar lo que había en la cabeza de los demás era bastante fácil, a todo esto, solía tener un mejor manejo hace como medio año atrás, que raro, ¿no?
En fin, no tuve que dar muchas vueltas, porque entre las luces de discoteca barata, apareció Marina con una gran sonrisa.
—¡Tomás, viniste! — Gritó emocionada, mientras me abrazaba con ganas, su efusiva manera de recibirme, me hizo sonreír, pero me censure inmediatamente. Luego de eso, tomó de mi brazo y me llevó a un lugar en donde pudiésemos hablar. Terminamos llegando a una larga y vacía mesa y nos sentamos en la cabecera.
—No veo a tu amigo— Fue lo primero que dije, y es que como había escuchado a la chica de antes en sus pensamientos, juraría que el tal Maty, estaba cerca.
—¿Maty? Pues si vino, pero no sé dónde está— Dijo, mientras se acomodaba su mechón azul detrás de su oreja.
—Pero lo importante de hoy, es que oficialmente soy una adulta, acabo de cumplir los dieciocho años, o sea... Los cumplo el veinticuatro de diciembre, pero hoy es la celebración así que, ya me considero mayor de edad—Expresó entusiasmada, mientras jugueteaba con sus múltiples pulseras de su brazo izquierdo, pero luego de un segundo a otro se me quedo mirando, yo solo correspondí a su mirada, intentando no parpadear demasiado.
—Te ves mejor sin esa capucha, tu cabello es bonito, tus ojos también, es bueno que no hayas decido usar tus lentes de sol para esta ocasión— Señaló, justo cuando en un suave movimiento se acercó lo suficiente a mí como para quitarme la capucha, revelando mi despeinado cabello, que no había sido peinado en todo el día. Ambos nos quedamos callados, porque la distancia que ahora nos separaba era mínima. Marina estaba de pie y ni siquiera me había percatado cuando eso había ocurrido, pero ni siquiera pude procesar tal hecho, porque en un pestañeo, ella había tomado mi rostro con sus dos manos y me había plantado un beso.
Sus labios se movían decididos, pude probar el sabor artificial a mora de su brillo labial mezclado con su saliva, sentir su calor corporal y oler su dulce perfume, que se me hacía a frutilla, todo hubiera estado de lo más normal del mundo, si no fuese porque se trataba de mi primer beso y de que no sentía nada en lo absoluto, cero atracción, cero hormonas revoloteando.
Debo admitir que hasta este momento comenzaba a pensar que era asexual o algo por el estilo. Ahora he descubierto que no me gusta Marina, eso tiene que ser un avance en la búsqueda de mis preferencias sexuales.
Cuando el beso terminó, Marina contenta se excusó avergonzada, diciendo que volvería en un minuto, yo por supuesto me quede ahí sentado sin saber que hacer. Y por supuesto mi momento de soledad no estaba destinado a durar mucho, porque como si se estuviera planeado, el tal Matías apareció con cara de pocos amigos.
—¿Ahora andas con la Mari? — Estaba notablemente enfadado y yo estaba tan pérdido que ni siquiera hice el esfuerzo por ver lo que pensaba.
—¿Ah? — Fue la agraciada respuesta que salió de mi garganta cuando Matías se sentó donde previamente estaba Marina.
—No mientas, te vi besándola, y yo que solo te recordaba como el idiota ese del evento del libro, si que has avanzado en tu relación con la Mari— Su evidente enfado ahora comenzaba a tomar forma, hasta para alguien como yo, algo comenzaba a hacerse obvio.
—¿Te gusta? — Mi voz sonaba baja, incómoda, como fuera de lugar. Matías suspiró, bajó su mirada, la levantó y me miró de mala manera.
—Weón— Fue como terminó nuestra interacción, pero yo no quería que malinterpretara lo que sucedía, lo menos que quería era meterme en drama ajeno, por eso lo detuve tocando su hombro.
—Yo no la bese, fue ella, si te gusta ve por ella— Fue mi torpe consejo, me sonaba a algo que había visto alguna vez en una película, él resopló mostrando poca paciencia, y se fue de igual manera. Me sorprendí nuevamente al verme tan sociable el día de hoy, es asombroso hasta no parezco yo, besando chicas y yendo a fiestas, en realidad me parezco a Santiago en estos momentos.
"Desearía que te hubieras quedado fuera de nuestras vidas, pero siempre soy yo el de la mala suerte, ¿no?"
Fue lo último que pude escuchar de Matías, en sus pensamientos sonaba desganado, hasta decepcionado, no entendí a que se refería, pero entonces me permití recordarme que él y yo a penas nos conocíamos.
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SUPERHÉROE
Teen FictionTomás tiene la habilidad de leer mentes, escuchar los pensamientos de los demás, darse un paseo por las cabezas de las personas... ¡llámalo como tú quieras! El asunto es que su vida es una m*erda por eso. Anteriormente conocido como "confiado". *NOV...