✧37

927 76 0
                                    

Luego de ver a Milo en el restaurante no he salido de mi casa aproximadamente una semana o creó que más, había nuevamente rechazado las salidas de Kaiyo y con Suzume había tratado de recuperarme.

Me había cortado el pelo y nuevamente me sentía yo, ya no tenía esas grandes ojeras y aún que se me notarán un poco las costilla sabía que este proceso iba a ser algo largo. Mi cara ya no estaba tan destruida como antes y me sentía bien, pero saber que aceptar ir a una fiesta donde seguramente estaba Milo, me quería matarme. 

No estaba del todo segura si ir o no, pero no sabía en que momento había llegado Kaiyo, Ume, Kim y Amelié a su habitación. Estaba rodeada de ropa para ver que realmente iba a ponerse para hoy y ella solamente pensaba en ponerse su pijama y a dormir, para el próximo día tener fuerzas. Pero no fue así. 

—¡Vamos, Kaelyn! —Dijo Kaiyo desesperada. 

Veía a su amiga allí sentada en la cama sin ganas de hacer nada mientras todas se estaban maquillándose, notaba algo raro en Kaelyn su cara ya estaba tan redonda más bien estaba flaca y estaba asustada por aquello, sentía a su amiga al borde de todo y todo por culpa de Milo, pero era culpa de ambos. Este año recién la conoció y no tenía el derecho de hablar de la relación de ambos. Así que decidió sin más callarse todo lo que estaba por soltar en ese mismo instante. 

Kaelyn sin más se encerró un rato en el baño para mirar la ropa que había traído, era lo más posible para esconder su cuerpo delgado, se puso el jeans ajustado que la hacía ver aún mas flaca de piernas de lo normal, una sudadera a rayas de color rojiza con mangas largas y por último su amada chaqueta de cuero. 

Salió del baño para ver a su amigas con una sonrisa amplia sin más se sentó para ver que Kaiyo comenzó a maquillarla, la madre de Kaelyn había llamado a las demás para ir a buscar algo para comer así que ambas estaban totalmente sola. 

—Hoy la pasarás bien, ¿sí? —Pidió su amiga. 

—Eso espero. 

—Ya es hora de olvidarlo, Kaelyn. 

—Es difícil.  

—Pero te hará bien. 

Kaelyn se quedo en silenció no quería hablar más de él, su corazón dolía tanto como su estomago tenía demasiada hambre mientras que se sintió nuevamente ese revoltijo al pensar en comida, miro la hora y aún no había tomado sus vitaminas. 

—Debo tomar la pastilla, Kaiyo. 

Kaiyo la dejo para ver como esta camina al baño para ir a tomarse la pasilla, ¿de qué? No lo sabía muy bien, luego de un rato volvió con esa piel pálida mientras que le daba una pequeña sonrisa.

Kaelyn era un ángel en persona, su linda sonrisa hacía a cualquier hacer su corazón latir, lo sabía tanto ella como su amiga, Kaiyo sabía que Kaelyn andaba mal pero tampoco era para ser una entrometida en su vida, no quería verle mal. 

Al estar listas ambas bajaron para ver a todas comer, todas se sentaron para ver como Kaelyn solamente se comía un pan integral y un pequeño recipiente de uvas para acostumbrarse a comer poco a poco, al ya estar listas salieron sin antes despedirse de su madre. 

—Nada de alcohol, Kaelyn. —Recordó. —Te quiero mucho, cuídate mi niña. 

Se subió al auto para poner algo de música con sus amigas, en un rato algo largo ya habían llegado. 

Maldición, pensó. 

Conocía muy bien esa casa. 

Más mala suerte no podía tener. 

amargo - ❝ milo manheim ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora