Capítulo 2: Recompensa merecida.

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Notas: días de actualización:

- Por el momento último domingo de cada mes. En caso de que acabe alguna de las otras historias que ahora están en publicación semanal, pasaría ésta a semanal.

Por ahora en semanal están de One piece:

- El cirujano de la muerte.

- Ace of hearts.

Capítulo 2: Recompensa merecida:

No podía moverse. Le habían lanzado al suelo como un muñeco de trapo sucio y roto mientras trataba de recuperar la respiración. Con un inmenso dolor, arrastró su brazo derecho por el suelo y llevó sus dedos hasta la mandíbula, apartando el protector bucal lleno de sangre.

¡Ese hombre sabía luchar! No era un luchador normal y entonces lo entendió... ¡Quería deshacerse de él! Todos sabían que no aguantaría mucho más, estaba casi acabado y los nobles eran gente voluble, que cambiaban de idea con rapidez. Él ya era un juguete viejo y usado, querrían algo nuevo. Había visto a otros esclavos no regresar, había oído rumores de las sumas que llegaban a pagar por montar un buen espectáculo y matarlos en aquella jaula frente a todos.

- ¡Maldición! – dio un puñetazo contra el frío suelo, derramando las primeras lágrimas al pensar en Luffy. Si él moría... ¿Quién le protegería?

Quería ponerse en pie, ir hasta los barrotes y preguntar por su hermano. Ese motín entre esclavos había sido algo inesperado, sólo quería saber sobre Luffy. Los nobles eran capaces de cualquier cosa y las revueltas eran algo que no consentían bajo ninguna circunstancia.

Por suerte, su respiración empezó a recuperarse lentamente aunque su cuerpo estaba destrozado. El dolor no cesaría y agradecía no tener espejos ni nada donde mirarse, seguramente ni podría reconocerse con lo hinchados que debían estar sus pómulos y su labio. ¿Quién era ese hombre que había entrado a la jaula con él? Si no hubiera sido por el motín, era muy probable que ahora estuviese muerto.

Movió ligeramente sus piernas, escuchando el ruido metálico de las cadenas. Siempre le mantenían atado pero por suerte, ahora mismo al verle tan malherido, no le habían encadenado contra la pared como solían hacer. Con lanzarle allí en mitad fue suficiente, todos sabían que no podría moverse en un tiempo.

Miró sus manos. Las vendas antes blancas estaban teñidas de rojo. Medio rotas, dejaban ver sus ensangrentados nudillos, abiertos por los golpes, incapaz de poder cerrar bien sus dedos a causa del dolor.

Escuchó la puerta abrirse. Era raro que lo hiciera, generalmente le encadenaban y lo dejaban allí tirado hasta que debía luchar nuevamente. El guardia sonrió, pidiendo a los subordinados que cargasen con él para conducirle al piso superior. ¡Nunca antes había estado fuera! Siempre encerrado en aquella celda desde hacía años. No se acordaba ni de la luz del sol.

Pensó en preguntar qué ocurría o dónde lo llevaban, pero por varios motivos no lo hizo. Uno, porque ellos jamás le responderían, ante sus ojos, sólo era un esclavo que no merecía entender lo que ocurría a su alrededor o que necesitase explicaciones para justificar sus actos. La otra, era que no tenía fuerzas ni para abrir la boca.

Su cerebro mandaba señales a sus piernas, pidiéndoles moverse, pero no respondían. Todo su cuerpo dolía y se negaban a actuar. Se sentía débil y sus ojos deseaban cerrarse. ¡Lo hizo! No podía mantenerse despierto, le era imposible y entonces, se despertó abruptamente al sentir el agua fría en su cara.

¡Se asustó! No era agradable despertarse de esa forma, sin embargo, agradeció ese frío en su cara hinchada. Por un momento sintió alivio.

Deadly boxing (One piece, Law-Ace)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora