Epílogo:

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Dos semanas después:

El atardecer en esa isla era lo más hermoso que jamás había presenciado. El tono anaranjado, los pájaros revoloteando en busca de sus nidos, el color del agua como un perfecto reflejo del cielo...

¡Hermoso y tranquilo! La paz que reinaba en la isla le gustaba demasiado. Durante esas semanas tuvo tiempo de pensar y recapacitar. Sanando sus heridas y atendiendo al resto de revolucionarios, incluso a Ace, se había sentido en paz.

En su mano, un papel le había hecho sacar una sonrisa que pocas veces dejaba ver, una de completa felicidad. ¡La prueba de paternidad! Él, que nunca soñó con ser padre, que jamás creyó ser capaz de formar una familia, tenía un hijo. Todo parecía como un sueño utópico, a veces pensaba hasta que estaba muerto realmente y aquello era un paraíso, pero... ¡Él no merecía el paraíso! Habría ido directo al más aterrador de los infiernos por todo lo que había hecho en vida.

Bajo su ventana del tercer piso, agachó la mirada al jardín de la mansión. Dragon le había permitido quedarse allí hasta que se recuperase, además de atender a Ace y al niño, había sido muy generoso por su parte. Con una sonrisa, veía a Luffy completamente nervioso sentado en el banco de piedra. ¡Le gustaba su hermanita! Y ella ni se había dado cuenta todavía.

¡No había hablado demasiado con ella desde el incidente con Ace! No sabía cómo explicarle que no fue su intención enamorarse, pero sucedió. Amaba a Ace y éste no podría verla a ella como a algo romántico. Seguramente Lami lo sabía, pero era una situación complicada para ambos. Quizá algún día, ella vería que alguien estaba realmente interesado en ella. Más cerca de lo que creía.

El ruido en su puerta hizo que se girase y diera acceso a su cuarto. ¡Era Ace con el niño! Se movía muy lento y de hecho, si por él fuera, ni siquiera le habría permitido moverse más que para ir al aseo. Diez días era lo que solía tardar en curar una cesárea, pero había estado realmente grave, su operación fue complicada.

- Ey, ey... – se quejó Law, corriendo hacia él para ayudarle a sentarse en la cama. Agarró al niño para que pudiera moverse con más facilidad.

- Law, que estoy bien – intentó quejarse – no soy tan delicado como te crees.

- Has pasado por una cesárea y de las difíciles. Déjame preocuparme un poco.

Ace sonrió antes de sentarse sobre el colchón. Estos últimos días no habían hablado demasiado tampoco. Law atendía algunos pacientes y se recluía a sanar sus propias heridas.

- Bepo me ha dicho que tienes la prueba de ADN.

Parecía nervioso y algo angustiado, pero a la vez, emanaba un aura extraña de él. Un poco contradictorio.

- No es de Doflamingo.

Era mejor decirle algo rápido para quitarle las dudas. Durante meses había cargado con ese peso, sin saber quién era el padre y ahora por fin, Ace pudo respirar tranquilo.

- ¿Qué vas a hacer ahora? – preguntó Ace.

- No lo sé. Mis heridas están casi curadas y la verdad es que llevo días pensando en lo que haré a partir de ahora.

Por alguna razón, no habían hablado sobre el tema de sentimientos y a los dos les costaba tratar ese tema. Posiblemente más a Law que a Ace. Estaba acostumbrado a guardarse los sentimientos y no hablar de sus cosas.

- Podrías quedarte aquí... conmigo – susurró Ace, lo cual hizo que Law le observase con los ojos bien abiertos – bueno, quiero decir, con nosotros.

Cada vez que miraba al pequeño, durmiendo plácidamente en sus brazos, Law no podía evitar sonreír. ¡No había sido su prioridad ser padre! Pero no negaba que le gustaría serlo pese a todas las dudas que le asaltaban. Ace pareció darse cuenta de ello.

Tomó el rostro de Law entre sus dedos y unió sus labios con suavidad. Un beso cálido y tierno. Pese al fuerte carácter que en muchos momentos tenía Ace, en parte, a Law le gustaba cuando se comportaba con tanta confianza hacia él, con esa dulzura que salía a relucir al estar juntos.

- Creo que nunca te lo he dicho – susurró Law sobre sus labios – pero te amo. Me gustas de verdad y realmente pienso en formar una familia contigo pero...

- ¿Es por tu pasado? Me da igual. El pasado sólo es eso, los momentos y situaciones que te han traído hasta aquí hoy. No quiero criar a nuestro hijo solo, me aterra bastante esa idea para ser honesto y aunque sé que podría hacerlo, prefiero que tú estés a nuestro lado. No voy a obligarte, Law, sé que ser padre no estaba en tus planes y quizá te estoy poniendo en una responsabilidad que no...

- Sí quiero esa responsabilidad, Ace – se adelantó Law al escuchar sus palabras – claro que me gustaría poder criarle juntos, pero a veces pienso que no voy a ser una buena influencia. ¿Qué aprendí yo? ¿Cómo asesinar?

- Y cómo salvar vidas. A mí me salvaste. Eres un buen médico también y sé que serás un buen padre. O al menos lo intentaremos – sonrió al no estar seguro de eso, lo cual hizo sonreír a Law.

La isla de los revolucionarios. Allí estarían a salvo y era un lugar mágico para vivir. Tranquilo, lleno de fuertes y aguerridas personas que luchaban por un futuro mejor. La isla de los preciosos atardeceres, con flores en sus campos, sin apenas delitos y donde casi todos se conocían. Ese niño podría crecer en libertad, no conocería lo que ellos dos vivieron, los bajos fondos, a los nobles y sus negocios turbios, la esclavitud...

- A Dragon no le caigo muy bien – susurró Law.

- No es cierto. – La sonrisa de Ace siempre era enigmática y agradable –. Le caes muy bien, tanto como para dejarte quedarte aquí en su casa conmigo.

Los dos miraron al pequeño durmiendo. ¡Hoy estaba tranquilo! Porque Law había sido testigo un par de veces de los pulmones que tenía cuando se ponía a llorar y quería comer. Sin duda sacó el carácter de Ace.

- Hablaré con Dragon – susurró finalmente Law – podría ser médico aquí si me deja, atender a los revolucionarios, podría... no sé, construir una casita para nosotros.

- A las afueras – sonrió Ace, apoyando su cabeza sobre su hombro – te ayudaré a construirla y quizá, pueda ayudar a los revolucionarios con algo.

- Podrías enseñarles a boxear – sonrió Law, lo cual hizo ponerse un poco serio a Ace al recordar esa etapa.

- Bueno, supongo que no se me daba del todo mal.

- Se te daba muy bien. Seguro que Dragon encuentra algo para ti.

- ¿Sabías que mi hermano anda tras tu hermana? – se echó a reír entonces Ace.

- Me he dado cuenta de alguna cosilla, sí.

- Law, sé que no empezamos con buen pie tú y yo, pero me alegro de haberte conocido. Me enamoré de ti, sigo enamorado de ti y creo que no podría enamorarme de nadie más si te fueras.

- No me iré. Te lo prometo. No quiero dejarte. Lamento haber sido un hueso un poco duro de roer al inicio y las mentiras con lo de Sabo, todo lo que vivimos, pero te amo a ti.

Ace tomó en brazos al niño antes de besar una vez más a Law. Los dos buscaban la felicidad y allí podrían encontrarla, el uno en el otro.

- No he pensado aún ningún nombre. Quería hacerlo contigo.

- ¿Y si yo no hubiera sido su padre?

- Lo habrías sido igualmente – susurró Ace, apoyando su cabeza sobre el hombro de su chico – porque yo quería estar contigo y sé que lo habrías querido como si fuera tuyo. Lo bueno es que sí es tuyo.

- Kouichi – susurró Law, Ace ladeó un poco la cabeza pensando en ese nombre.

- "Felicidad y unidad" – sonrió al entender a qué se refería Law con el significado – me gusta. Trafalgar D. Water Kouichi – dijo todo el nombre completo, lo cual sonrojó a Law al darse cuenta de que estaba dispuesto a permitir que llevase su apellido.

Fin

Deadly boxing (One piece, Law-Ace)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora