Capítulo 4: Enfermería

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Las nubes surcaban el cielo movidas por las corrientes de viento, pero allí en el tercer piso de la gran mansión del noble, todo parecía haberse detenido. Por primera vez, miró hacia abajo, su barco seguía allí amarrado y no podía ver a su tripulación. Les había dicho que sería algo rápido y que comprasen provisiones, porque volverían a echarse a la mar.

Entrar en la mansión, caminar hasta la jaula, matar a ese crío, obtener la tan ansiada recompensa y marcharse a un nuevo destino, pero ahora... estaba atrapado allí, siendo el médico de ese chiquillo y todo, porque no esperaba encontrar a su hermana. Sería fácil agarrarla a la fuerza como un saco de patatas, meterla en el barco y zarpar, pero... ella estaría toda la vida enfadada con él por haberlo hecho sin salvar a la persona que le salvó su vida y puede... que él tampoco se lo perdonase a sí mismo.

- ¡Mierda! – se quejó nuevamente.

La puerta de la enfermería se abrió, pero Law ni siquiera apartó la mirada de aquellas olas, del barco y de las gaviotas que revoloteaban en busca de pescado fresco. Sabía quién era el que ahora entraba por allí.

- Señor Trafalgar, su equipo está aquí – dijo el guardia, refiriéndose a parte de la tripulación del moreno.

- Gracias, puede retirarse – fueron las únicas palabras de Law.

El silencio volvió a reinar y el guardia inició su camino de regreso, cerrando la puerta tras él para dejar a ese chico a solas con los suyos.

- Estoy un poco confuso, Law – espetó Bepo al instante – nos ordenaste ir a por provisiones y pensé que ya estaríamos zarpando pero... nos han mandado llamar y...

- Cambio de planes. Voy a necesitaros para curar a alguien. Nos pagarán muy bien por ello – dijo sin remitirse a la información sobre su hermana. Él siempre era reservado en ese campo.

Si tenía una norma... era jamás hablar de su familia o de cualquier tema que pudiera ser una debilidad. Era un sicario, cualquiera querría verle muerto, ni siquiera se fiaba del todo de su propia tripulación. Eso le impedía dormir bien por las noches, desvelándose por temor a que pudieran intentar atacarle, tampoco deseaba sexo con nadie, porque podrían intentar apuñalarle mientras disfrutaban de él, eran debilidades que debía eliminar de su vida. Su familia o seres queridos era la peor de todas, se arriesgaba a que los tomasen de rehenes para asesinarle a él, por eso mismo, mantuvo todo el tema en secreto, alegando sólo la razón monetaria del acuerdo.

- De acuerdo – suspiró Bepo sin querer indagar más en el tema – supongo que será una gran cantidad de dinero.

- Podríamos hasta retirarnos con esa suma – sonrió Law.

- ¿Y el paciente al que vas a tratar?

- Portgas D. Ace, estará al llegar.

- ¿No es al que tenías que liquidar? – habló con esa palabra como si fuera menos dura que "asesinar" – bueno... supongo que si pagan bien, qué más da lo que hagas con él.

Ni siquiera quiso mirar a sus compañeros, tan sólo debía esperar a que trajesen a ese chico para hacerle las pruebas médicas. Por ahora, le habían concedido una par de semanas sin combates para recuperarlo por completo, pero no sabía su estado de salud y eso podía ser un problema. Aunque con lo terco que era Ace, era capaz de volver a esa jaula al día siguiente si se lo pidieran.

Una vez más, la puerta se abrió de nuevo, esta vez para presenciar cómo unos guardias traían casi arrastras a ese chico inconsciente y lo subían a la camilla. Fue la primera vez que Law se giró y al instante, dejó escapar una exhalación que mostraba un agotamiento que aún no tenía, pero que auguraba el trabajo que tendría que realizar para dejar a ese chico como nuevo.

Deadly boxing (One piece, Law-Ace)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora