21. Los viejos tiempos vuelven

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«Los viejos tiempos vuelven»

Sus pestañas palpar contra mi pómulo, es lo que percibo cuando se aleja. En breve, suspira. Las emociones que me carcomen, son suficientes como para no abrir los ojos. Aspiro, por mis fosas nasales, demasiado pausado. Está cercas, justamente lo necesario para sentir sus exhalaciones chocar contra mis labios. Ni los alardeos de las gaviotas volar sobre el cielo, me perturban. Todo parece alejado de nuestro alcance. Si no fuera porque la brisa me refresca, juraría que estoy alejada de este planeta.

¿Cómo hace para alegrarme? Aun es una incógnita que, al aparecer, no tendré un resultado pronto.

La última lágrima se derrama. Pero a comparación de antes, es signo de regocijo completo. Justin la limpia con su pulgar, en un movimiento circular, que conserva mientras me animo a abrir los ojos. Sigue estando el efecto que nos emerge cuando estamos tan cercas. Sus caderas chocar contra mi vientre, es lo que recibo de obsequio por ser de altura corta. Cuando estoy lo suficientemente cuerda para ser subjetiva, poso mis manos sobre las suyas, parando su sutil caricia que me eriza.

—Gracias, estoy mejor. —Sonrío de manera gratificante y cordial. Sus ojos mieles me embelesen, y se achican por el pego de sol que encandila.

—Yo creo que necesitas caminar un poco. —Asiento, como una contestación breve de aceptación a todas las propuestas que pueden surgir.

***

La corriente que entra empicada contra los mechones de mi cabello, lo hace mover curvilíneo en mi rostro, enmarañándose. La marea pacífica, alardeando un buen tiempo en la playa. Los residentes se mueven en grupos, parejas o solitarias por la costa, luciendo sus trajes de baños en dos piezas (caso de las mujeres), y tablas de surf cargadas en sus costados (mayormente hombres). Casi es sórdido el romper de las olas contra la arenosa. Todas las bancas del muelle, están ocupadas por personas de la tercera edad.

Como es una tradición, los domingos en San Diego son dedicados a las personas que se apasionan con el arte. Arman un concurso de esculturas sobre la arena, hechas del mismo material. En sí, los participantes no buscan ganar; prefieren el reconocimiento y felicitaciones por su trabajo. No es que la idea del triunfo la descarten; es solo que disfrutan lo que hacen, y eso es su mejor éxito. El mejor logro llega cuando tienes la modestia en reconocer que has perdido.

Alguien alguna vez dijo que cuando menos te lo esperes las mejores cosas suceden. Porque de eso va todo: sorprender. Si lo planeas y creas expectativas demasiado altas del suceso, y las cosas no pasarán como las imaginaste; te decepcionas. Y con ello te acompaña la frustración. Perder no significa que no eres bueno. Perder tiene el significado de dar una lección: seguir perseverando hasta alcanzar. Como es bien dicho, para ganar, primero se necesita perder; y llenarte de la humildad que te dio la decepción.

Justin camina a un costado mío, con las manos en las bolsas frontales de sus pantalones. Está tenuemente encogido, y no deja de mirar por donde pisa. Sus labios forman una línea apretada. Sus ojos se entrecierran por la claridad, y tiene esas 5 arrugas marcadas en la frente. Apostaría toda mi quincena a que piensa en qué jodidos hace conmigo. Y eso lo hace el triple de hermoso ante mis trascendencias, porque lucha contra la aberración sin sentido que me tiene. Definitivamente, estoy galopando frente a un risco que podría desvanecerse y hacerme caer al desagüe. Y todos los riesgos e indiferencia que puedan surgir después de este paseo, lo mando tan lejos como me es posible.

Impactante, eso es Justin Bieber.

Una persona, que por donde la mires, tiene una gran influencia en desconcertarte. Va más allá que toda esa mierda extravagante de su personalidad avasalladora. Como si se tratara de un rico muégano que prepara mi abuela Dolor; Justin y yo somos un par de una constitución pegada. Podemos pelear, no hablarnos, ignorarnos, fingir que no nos conocemos, pero nunca dejaremos de atraernos asía nuestra propia fortaleza que creamos desde niños. Él no es inmune a mi llanto porque le pesa que sufra, tanto como a mí me lástima que me ignore.

The past leaves it's mark » Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora