26. Mi gladiador

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«Mi gladiador»

En camino al hospital, con la mano de Justin sujetando la mía en el asiento trasero del auto de Kate, rezaba en silencio. No estaba segura quien iba a bordo; solo recordaba por milagro, pedirle a Kate que me llevara al hospital en cuanto antes, a Justin ofrecerse para ir conmigo atrás y a una loca Victoria diciendo que me tranquilizará mientras ella sollozaba. Lo irónico de esto último, es que yo ni siquiera lloraba.

Soy sincera, nunca en mi vida había rezado con tanta devoción; me parecía una situación incómoda hacerlo; es como pedir para tu cabeza y tus pensamientos. Es decir, ¿De verdad existía alguien que nos escuchaba desde arriba? Mi Dolor dice que si existe y que con él está mi abuelo. Creo en los ángeles que nos cuidan, pero en Dios no del todo. Hay esa duda que me hacía no creer. Pero juro, que hoy era el día, en que creí que él me escuchaba. Y seré hipócrita y una aficionada a aferrarme en algo, cuando yo percibía que no había esperanza. Quizá quería echarle la culpa alguien del accidente de mi gladiador; y qué mejor que Dios para ser el acusado. Reclamarle a él, porqué permite que las personas buenas les pase lo más horrible; porqué a veces se las lleva, ¿Qué acaso no estábamos suficientes personas malas en el mundo, y tenía que haber buenos para enmendarnos? Entonces, ¿Por qué hizo que el auto de Jasón fallará?

Esperanzas, eh. Difícil. No las tenía.

Porque la cosa existencial es así: las inocentes son reclamados en el cielo (o a donde sea que fuera un mejor lugar para vivir), los malos se quedan para sufrir. No hay complicación; yo estaba pagando mis maldades. Y es como las cosas invertidas; ya decía mi madre: justos pagan por pecadores.

Dios, no me ignores —imploraba en mi mente; orando—. No tengo a nadie más a quién acudir; tú me abandones. No abandones a Jasón. —Cerré mis ojos mientras Justin me consolaba, apretando mi mano—. Ya entendí, soy mala para él, pero no me lo quites. No lo hagas. No permitas que le pase lo peor. Tú sabes que soy egoísta y apesto para casi todo; pero fue hecha por ti, ¿no es así? Pensarás que no merezco nada, pero Jasón sí. Él lo merece todo, incluso el cielo, pero no ahora, no ahorita que lo necesito tanto. ¡No lo hagas! ¡Te lo exijo!

El aíre que se colaba por la rejilla de la ventanilla, chocaba contra mis mejillas entumecidas; era suficiente para recordar que no vivía en la pesadilla de una noche, esto era la real. Cruda y malvada realidad.

Comprimí mi quijada y mire a Justin de soslayo. Él también estaba devastado, incluso sorprendido de que las desgracias pasen tan rápido. Kate, en el volante, parecía automatizada e ida; no poseía camuflaje para su tristeza. Y yo... respiraba que era mucho decir. No lloraba. Por qué motivo, no lo sé. Especialmente porque pertenezco al grupo de las lloronas con membresía.

Llorar en estos momentos me parecía frágil, como contradecir a mis sentidos que todo estaría bien. Llorar ya no era un opción; ya me había arrepentido de todo lo que le hice ayer a Jasón a bese de lágrimas amargas. No concordaba visitarlo en el punto de morir asfixiada de sollozos. Yo quería que me viera contenta; feliz de saber que él se recuperaría pronto. Darle esa esperanza que yo tenía desechada.

Cerrando los ojos, nos vi a Jasón y a mí, cuando nos conocimos. Él se acercó a mí con nerviosismo, y yo reí al ver sus ojos pulidos de destello. Nadie me ha mirado de esa forma como él lo hace. Lo hace como si yo fuera lo más impresionante, como si de verdad valgo el mundo. Y con eso me cautivo a simple vista. Porque él vio en mí, lo que ni yo misma veo. Y me gusta apreciar que lejos de toda esta envoltura de problemas y complicaciones, tengo alguien que ve el mensaje subliminal de mis actos. Ese es Jasón.

Justin me ofrece su mano para bajar del auto. Lo tomo a tientas, y me descubro temblando. Nunca suelta mi mano mientras entramos por la puerta del hospital. Camínanos marcando el paso. Él me dirige cuando creo que ya no sé a dónde ir. Entonces volvemos a ser niños; solo que esta vez yo no lo salvo.

The past leaves it's mark » Justin BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora