Capitulo XXII La Identidad de Terry

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Candy no pudo evitar las lágrimas al escuchar atentamente la letra de la canción, al final con el rostro bañado en lágrimas lo levantó y lo giró para quedar frente a Terry quien también se encontraba conmocionado.— Limpió con su labios la solitaria lágrima que resbalaba por la mejilla masculina. Terry,  que se encontraba con los ojos cerrados, permaneció en esa posición hasta que ella paró de repartir besos por todo su cara, cuando los abrió, y vio el rostro de su pecosa bañado en lágrimas,  imitó lo que ella había hecho anteriormente, con la diferencia que no lo hizo en silencio, sino que después de cada beso, el castaño susurraba palabras dulces de amor llenas de promesas.

Poco a poco, dos corazones que estuvieron separaron por sus malas decisiones durante seis largos años, se fusionaron en uno solo y sus cuerpos se unieron de la misma forma, haciendo del momento, el más mágico de toda sus vidas.

Candy lloraba, no de tristeza, sino de felicidad, porque aún cuando Terry no le habia dicho aún con palabras un "te amo" se lo demostraba con hechos, comprendió entonces que las palabras son solo eso, palabras que al final se pierden en el viento, pero las acciones, son momentos mágicos e inolvidables que se graban en la mente, el corazón y el alma de quien las recibe y permanecen siempre ahí, aún cuando pasan los años, convirtiéndose en el mejor de los tesoros, con un precio inigualable.

Terry por su parte, agradecía a Dios y a su padre quien al final y después de una larga charla en donde él abrió su corazón de la misma forma como un día lo hizo con su madre, lo instó a regresar a America y hacerse cargo de los negocios familiares en tanto buscaba a Candy.

Mientras abrazaba fuertemente a su angel Pecoso, Terry cerró los ojos, y recordó aquella charla que cambió el rumbo de su vida.

Londres, Inglaterra...

—¿Terrence? —no hubo respuesta. Tras una palmada frente a su rostro, Lord Richard Grantchester, llamó la atención de su vástago.

—¡Ah!— ¿Qué? — ¿Qué sucede? —¿Qué me decías?....ah! Si, si ya recuerdo, los documentos ¿Qué pasa con ellos? —Decía el castaño saliendo de sus pensamientos.

El duque enarcó las cejas interrogativamente.

—Terrence, hace rato que dejamos el asunto de los documentos —Lord Richard clavó sus penetrantes ojos grises en él, sondeándole minuciosamente —mejor dime de una vez ¿Por qué demonios no estas con ella? —Preguntó sin tanto adorno.

—¡Eh!..¿De qué hablas padre?

—Oh vamos hijo, no pensaras que estas canas han salido por ser idiota, ¿verdad?

—¡Padre!, yo nunca pensaría eso —respondió el castaño apretando los labios para no reír por las palabras dichas por su progenitor. Era la primera vez que lo escuchaba hablando de aquella manera tan impropia. Lord Richard Granchester, era amante de llevar al pie de la letra el protocolo inglés de acuerdo a su título.

—Entonces habla de una vez, ni creas que no me he dado cuenta de nada —¿O es que a caso crees que John y Sam no me informaron nada de tu vida en América? —Vamos hijo, confía en mi, nunca me he entrometido en tu vida, siempre te di tu espacio, pero realmente tu actitud me preocupa. —Te la pasas trabajando sin descanso todo el tiempo, te distraes con facilidad, no sales a divertirte como antes lo hacías, suspiras profundamente cuando te pierdes en tus pensamientos como lo hacías hace un momento y te rehusas a hacerte cargo de los asuntos pendientes al otro lado del Atlántico.

Terry abrió los ojos con sorpresa.

—Padre! Yo —comenzó a balbucear el castaño tras ser sorprendido con las defensas abajo.

 Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora