Capitulo XXVII Los Arañazos de Klint

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Terry salió enfadado del departamento de Albert,—Candy decía algo, pero él preso de los celos, se negó a escucharla. En ese momento, solo quería estar lo mas alejado posible de ella. Sin embargo, después de que azotó la puerta y caminó unos pasos después hasta llegar a la acera, se detuvo; el aire frío le golpeó la cara, por un segundo, recapacito que no podía huir de Candy siempre, porque lo lamentaría tarde o temprano.

Se dio la vuelta y caminó de regreso, con el propósito de terminar de hablar con ella como dos adultos, pero tan pronto como iba a tocar el timbre del departamento, se imaginó a Candy en los brazos del idiota Daniel, y aquello fue insoportable para su pobre corazón. —Recordó el momento en el restaurant, donde Candy le había dicho que sus orgasmos eran solo de él, y maldijo por lo bajo.

Terry se decía a si mismo, que  podia pasar por alto que Candy se hubiera acostado con Michael porque era un desconocido para él, pero conocía a Daniel y él sabía cómo era con las mujeres. —El muy hijo de perra, las marcaba de alguna manera. —La prueba viviente era Daisy, quien se desvivía por el bastado ese, y estaba tan ciega que no vio que su amado novio la estuvo engañando con su vecina.

Retrocedió sin dejar de ver la puerta, como si hubiera escuchado a Daniel mantener relaciones sexuales con Candy.

Llegó a su auto e iba a meter la llave cuando se dio cuenta que necesitaba hablar con alguien, llamó a su madre y cuando no le respondió, se quedó en silencio por un momento pensando a quien llamarle. —Pensó en Anthony pero lo descartó al instante; era un buen oyente pero muy mal consejero.

Tras buscar y buscar en la agenda de su celular, no encontró a nadie de confianza, —solo había una persona que reunía esos requisitos; después de meditarlo por unos segundos, se lleno de valor y le marcó.

—¿Qué hay?... Sí. ¿Podemos hablar?... Gracias... ¿Dónde estás?... Bien, voy para allá.

Después de esa breve charla colgó la llamada y se dirigió al lugar indicado.

Terry pensaba que su relación con Candy estaba destruida, y que nada podía hacer, pero al menos podría reconstruir su amistad con Albert.

Cuando llegó al bar donde Albert le dijo que estaba, lo buscó entre la gente que reía y conversaba relajados porque todos sus problemas estaban esperándolos fuera de ahí. Lo encontró  solo en una mesa, mientras revisaba algo en su celular.

Antes de ir con Albert, Terry fue a la barra a pedir una cerveza, luego fue a él con el corazón acelerado.

—¿Te sigue gustando esa basura? —le preguntó Terry a Albert sentándose frente a él.

Albert lo miró confundido por un segundo o dos.

—Si, al igual que a ti —respondió Albert bromista mientras con un cabeceo, señalaba
la cerveza de Terry.

—¿Aún apoyas al Barcelona? —le Albert preguntó de la nada.

—¿Y tú al Madrid? —preguntó Terry con una sonrisa irónica, la cual no pasó desapercibida por Terry.

—Al menos Barcelona llega a las finales —le respondió Terry.

—Sí, pero nunca gana. —Le respondió Albert burlon.

Ambos rieron, esa era la eterna pelea entre ellos y aún les parecía divertida.

—¿Hablaste con Candy? —le preguntó Albert ya recobrando la seriedad.

Terry iba a pedirle que no hablaran sobre el asunto, pero concluyó que tenían que hacerlo si querían arreglar la amistad de ambos. —Después de todo, se había roto por culpa de ella.

 Mi primera vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora