JosephineDesde el primer día que ví a Hero sentí un tipo de conexión extraña con él, como si nuestras almas estuvieran unidas, como si estas fueran una.
Después de pasar veinte minutos de un viaje súper incómodo, ya que sentía la mirada de Hero encima mío, llegamos por fin al puerto de Santa Mónica. Me bajo del coche y me quedo embobada recorriendo todo el lugar con los ojos, solo he venido aquí tres veces y cada vez me parece más bonito.
Pero, de repente, la oí, oí su voz áspera y calida susurrándome al oído:
-¿Te gusta el paisaje, Josephine?-.
Asentí con la cabeza.
Hero se río y comenzó a seguir a Beatrice y Justin. Me quedé unos segundos paralizada asimilando lo que había pasado y mirando al mar, hasta que la voz de Beatrice me hizo volver a la realidad.
-¡Venga, que te quedas atrás!
Tras pasar varios minutos caminando, nos encontramos con los demás y la primera persona que veo es Paige, que se limita a fulminarme con la mirada. Anne me saluda con unos de sus cálidos abrazos y Cameron me mira de arriba a abajo sin hacer ningún gesto, es raro en el ya que últimamente está muy pesado.
-Dean y Aaron empezaron a beber y desaparecieron hace varios minutos- dice Paige mientras le da un trago a su cerveza.- Se han llevado todo el alcohol y solo han dejado esto- señala con el pie la caja de cervezas.
Tras aguantar la discusión de Beatrice y Paige por el robo de la bebida, Justin empieza a repartirnos cervezas a cada uno.
Cuando me quiero dar cuenta estoy sentada en medio de toda la fiesta, Beatrice y Justin se fueron a saber donde solos hace un rato, Anne desapareció entre la gente igual que Cameron, y solo quedamos juntos Hero, Paige y yo, que estos dos están pasando una noche muy pegaditos, la verdad es que no me importa, o... ¿tal vez sí? No, no me importa.
Debido al aburrimiento que llevo encima decido seguir bebiendo las cervezas que quedan, una tras otra.
Cuando las termino todas decido levantarme y dar un paseo por la multitud de gente, al ponerme de pie siento un leve mareo que me cuesta mantenerme de pie pero consigo mantener el equilibrio y echar a andar, ignorando así la mirada de Hero.
Llevo como diez minutos paseando entre la gente y aceptando vasos de desconocidos que llevaran vete tú a saber. A medida que pasa el tiempo siento mi cuerpo más y más pesado por culpa del alcohol, hasta que, mis piernas fallan y me caigo, pero alguien me coge en brazos y me lleva por toda la playa hasta el aparcamiento, donde me sube a un coche. Me sienta delicadamente en el asiento del copiloto, y, cuando abro los ojos el coche me resulta familiar, pero antes de que pueda descifrar de quién es el coche una mano me coge de la mandíbula y me lleva la cabeza para quedar frente a la persona que me ha traído aquí.
-Ey, Jo....- la voz me resulta familiar y cuando abro los ojos veo a Hero, en frente mío, con una mano en mi mandíbula y la otra en el volante.- Casi te caes encima de una pila de cristales rotos, te he salvado por los pelos- suspira- ¿estás bien? ¿te has echo daño?- Hero me coge las manos esperando una respuesta.
Niego con la cabeza, y como puedo, digo:
-Eeees...estoy.... bien- digo al fin y puedo ver como las facciones de Hero se relajan al oírme.
-Vale- suspira- te voy a llevar a mi casa y allí podrás descansar o lo que quieras, ¿vale?
Asiento con la cabeza y me reclino sobre el asiento.
El viaje transcurre tranquilo y cuando me quiero dar cuenta Hero detiene el coche frente a una casa enorme.
-Hemos llegado- me mira- no hay nadie, así que no te preocupes- el tono de su voz es dulce y calida, ¿qué han echo con el Hero que conocí? ¿por quién lo han sustituido?.
Me bajo del coche como puedo, pero al intentar dar un paso mis pies no responden y por poco me caigo, pero el brazo de Hero me agarra por la cintura antes de que mis rodillas impacten contra el frío pavimento.
-Te tengo- me susurra Hero.-Venga vamos.
Paso diez minutos intentando llegar a la entrada de la casa sana y salva sin caerme, mientras tanto, Hero no para de maldecir entre dientes a alguien o algo que no logro entender. Cuando llegamos, él abre la puerta y me lleva a su cuarto, pero cuando me deja en su cama este dice:
-Túmbate, yo voy a por agua y algo de ropa para que estés cómoda.
Antes de que pueda asentir, Hero desaparece, dejándome sola en su cuarto. Antes de tumbarme decido echar un vistazo a su habitación, mis ojos se posan sobre una enorme estantería llena totalmente de libros, puedo distinguir entre la oscuridad del cuarto el nombre de J. D. Salinger, en el costado de un libro, que extraño, nunca me había imaginado a Hero leyendo, y mucho menos leyendo libros de tales grosores como los que tiene en su estantería, es imposible que sean suyos, como mucho se leerá los ingredientes de la cerveza, como mucho.
Después de inspeccionar la habitación, me tumbo en la cama con un dolor de cuerpo horroroso, no volveré a beber jamás, jamás de los jamases, lo tengo decidido. Tras pasar cinco minutos quejándome de mi estado aparece Hero en la puerta:
-Ten- me pasa un vaso de agua- te he traído está camiseta mía, he estado echando un vistazo a las de mi madre pero creo que lo conveniente sería dejarte alguna mía, no sé...- dice rascándose la nuca y apartando sus ojos de los míos.
-Da igual- consigo decir y le doy un trago al vaso de agua- gracias- le sonrío y él me devuele la sonrisa.
Pasamos un largo tiempo en silencio, no es un silencio incómodo, de hecho, es todo lo contrario, es un silencio... ¿cómo decirlo? ¿es un silencio bonito? sí, efectivamente es un silencio bonito. Cuando me termino el vaso de agua, de manera inconsciente me quito el top, quedándome en sujetador, para así ponerme la camiseta que Hero me ha prestado. Mientras me la pongo siento los ojos de Hero encima de mi cuerpo, y mi piel se eriza al pensarlo, me pongo la camiseta lo más rápido que puedo para evitar seguir sintiendo su mirada sobre mí. Me acabo quitando la falda de cuero ya que es bastante incómoda, quedándome solo con la camiseta que me llega un poco mas abajo de la entrepierna.
Hero y yo permanecemos varios segundos en silencio hasta que él decide romperlo:
-Creo que es hora de que me vaya abajo- me mira y ríe nervioso.
-¿Por qué?- no puedo evitar preguntarle, en realidad no quiero que se vaya de la habitación y me deje sola, su presencia me gusta.
-No sé, ¿para que puedas dormir tranquila?- ríe, santo dios, su risa es tan, tan pero tan bonita que no puedo evitar sonreír al escucharla.
-Creo que dormiré mejor sabiendo que estás aquí...- mierda, ¡mierda! ¿eso lo he dicho en voz alta? sí, efectivamente, yo, Josephine Brown la acabo de cagar de campeonato una vez más en mi existencia. Acabo diciendo la primera excusa que se me ocurre.- O sea, me refiero, por si vomito o algo, ya sabes- río nerviosa.
Hero me mira fijamente a los ojos y sonríe:
-Si tú lo dices...- sigue sonriendo, que pare ya, por favor.
Tras decir esto, Hero se sienta en el suelo con su espalda apoyada sobre la cama, y yo me tumbo.
Tras pensar en todo lo que ha ocurrido esta noche y, sobre todo, en él, en Hero, caigo rendida en los brazos de morfeo sabiendo que, a los pies de la cama, noto la cabeza de Hero apoyada sobre el colchón.
NOTA DE LA AUTORA
Para un mayor disfrute del capítulo, escuchar la canción agregada al principio de este.
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Tenías que ser tú.
RomanceJosephine es una adolescente con una infancia muy dura, pero su vida cambia cuando la adoptan sus padres adoptivos y se muda a Los Ángeles, allí conocerá a sus amigos, a enemigos y lo más bonito, a su alma gemela.