Capítulo 2: Sorpresa.

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Leonardo se encontraba en su casa, exactamente encerrado en su despacho, poniéndose al día con las facturas importantes del hogar. Hacía un par de horas que había llegado del aeropuerto y se había encontrado con Valentina en la sala hablando por teléfono, él simplemente la había saludado con un beso en la mejilla y después se había ido directamente al despacho. Desde entonces no había salido de ahí y su esposa aún no lo había ido a buscar para preguntarle qué tal su viaje.

"Mejor así" —pensó él.

No estaba de humor para las atenciones hacia su esposa, lo único que quería hacer era salir a buscar a Sofía y pedirle una explicación. Pero obviamente no podía, ni siquiera sabía si ella se encontraba en la ciudad y cabía la posibilidad de que Sofía se encontrara en Puebla con "el protagonista de su vida", pensó con rabia.

—Sí, claro —lanzó por los aires los papeles que había estado leyendo—. Con lo tanto que se aman... —soltó con ironía.

Inhaló aire profundamente y observó a la nada mientras se devanaba los sesos nuevamente tratando de recordar algo que pudiera haber obligado a Sofía a hacer un numerito, pero por más que trataba, no lograba encontrar algún motivo; básicamente no habían discutido, ni habían tenido nada cercano a una pelea, así que no entendía nada. ¿Sería que Sofía ya no quería estar con él? ¿Se habría aburrido de la condición en la que se encontraba su relación? Con un suspiro, se pasó la mano por la frente. Necesitaba verla. Ya.

Tomó su celular que se encontraba sobre el escritorio, marcó un número que tenía guardado en la agenda y esperó.

—¿Bueno? —contestó casi de inmediato una dulce voz femenina.

—Hola hermosa —saludó Leo con una sonrisa.

—¿Leonardo? —preguntó con sorpresa la mujer.

—El mismo que viste y calza, muñeca —rio.

Ella también rio.

—¡Qué alegría! ¿Y ese milagro que me llamas?

—¿Por qué todos se sorprenden con mis llamadas? —preguntó sonriendo, recordando la llamada que tuvo con Eduardo.

La mujer soltó una carcajada.

—¡Siempre te la pasas trabajando! De milagro tienes tiempo para dormir —se burló, haciéndolo reír.

—Está bien, está bien —admitió él— Prometo que en el futuro te llamaré más a menudo.

Ella volvió a reír porque sabía que él no lo haría.

—Disculpa, preciosa —haciendo uso de su galantería— ¿Sabes si tu hermana está en la ciudad?

—Ah, ya salió el verdadero motivo... —se mofó ella.

Él soltó una carcajada.

—Sí, Leonardo. Está aquí en la ciudad.

—¿Está sola o...?

—Sola, cuñadito. Óscar está en Puebla, pero llega mañana con los niños —confesó—. ¿Tú estás en la ciudad?

—Sí, hace un par de horas que llegué.

—¿Y por qué no la llamaste a ella directamente? —extrañada.

—Porque tu hermana está enojada conmigo, Dany —explicó él—. Pensé que sabías algo.

—No, mi hermana no me dijo nada —respondió sorprendida ya que Sofía siempre le contaba todo—. ¿Ahora por qué fue?

—Ni yo mismo lo sé —suspiró—. Un minuto estábamos bien y al otro presume al mundo amor hacia su marido, no me coge las llamadas, ni me llama. Nada. No sé qué pasa con ella.

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