—Hola, Sofía.
Al ver a Marcos enfrente suyo, Sofía pasó de sentir sorpresa a sentir una rabia cegadora y con ella, el fuerte impulso de cerrarle la puerta en las narices. ¿Cómo se atrevía a ir a su casa después de lo ocurrido? ¿Qué querría?
—Te pregunté ¿Qué haces aquí, Marcos? —repitió con los dientes apretados por la ira.
El hombre se sonrojó.
—Yo... Óscar me pidió que viniera.
Sofía lo miró con incredulidad.
— ¿Qué?
Marcos carraspeó.
—Me pidió que viniera a recoger unos documentos que tiene aquí en su despacho —explicó—. ¿Me dejarás pasar? O quizá prefieras dármelos tú... —espetó inseguro, era obvio que se encontraba incómodo.
Sofía cerró los ojos y se llevó la mano derecha a la frente tratando de calmar el dolor de cabeza que comenzaba a nacer, ¿De qué le servía ponerse furiosa? Lo pasado en el pasado estaba, además le importaba un bledo lo que hiciera Óscar con su amante y quizá ella debería empezar a optar por una actitud indiferente... Lanzó un suave suspiro y se apartó de la entrada.
—Puedes pasar —respondió ella.
Sofía no escuchó los pasos de Marcos. Extrañada, abrió los ojos y lo miró, pero él seguía en el mismo lugar. La miraba con los ojos abiertos como platos y la boca ligeramente abierta en una expresión de horror y lo peor de todo... como si nunca antes la hubiera visto. ¿Por qué?
— ¿Marcos? —inquirió con precaución. ¿Cuál sería el motivo de su expresión?
—Tú... —la señaló—. ¿Él lo hizo verdad? —preguntó con tensión.
Marcos señaló la mano derecha de Sofía... La misma que se había llevado a la frente y con el acto, la manga de la bata había resbalado lo justo para revelar los moretones que Óscar le había hecho la noche anterior.
Avergonzada y nerviosa, Sofía se volvió a cubrir con la bata y dio media vuelta alejándose de él. Detrás suyo escuchó el ligero clic de la puerta al cerrarse.
—Sofía... ¿Por qué lo hizo? —al parecer, el silencio de ella le había confirmado su primera pregunta—. Sofy... No soy tu enemigo —insistió él con voz suave y rota, ante el silencio de ella.
—Tampoco eres mi amigo —respondió Sofía con amargura.
—Podríamos serlo —aseguró Marcos y ella soltó una carcajada irónica—. Por favor, Sofía... Sé que no me he portado muy bien contigo —admitió con vergüenza—. Te he mentido todos estos años, pero lo hice porque amo a Óscar y lo único que quería era estar a su lado. Créeme que jamás quise hacerte daño, ni siquiera ahora que sabes la verdad y no sabes cuánto me arrepiento de haber sido el causante de tu dolor. Quisiera revertir el tiempo, pero no puedo y si él... —su voz se quebró—. Sí Óscar te está lastimando, dímelo... permíteme ayudarte.
Sofía no supo cómo, ni por qué, pero las palabras de Marcos le llegaron al alma y la afectaron, provocando que en su interior despertara el anhelo de tener a alguien en quién confiar. Se giró hacia él y lo miró con ojos llorosos, pero llenos de cautela.
— ¿Por qué querrías ayudarme? —indagó con desconfianza—. Tú mismo acabas de decir que amas a Óscar y eso significa que también debes tenerle lealtad.
Marcos asintió.
—El amor es lealtad, tienes razón... —admitió—. Pero tampoco puedo tenerle lealtad a alguien que lastima a los demás y Óscar ha lastimado a demasiada gente durante años... No pienso seguir siendo su cómplice. Y por mucho que lo ame, por primera vez en mi vida quiero hacer las cosas bien, sentirme bien conmigo mismo... —explicó con la mirada vacía y dolida.
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Déjà Vu.
RomansSinopsis: "Una rosa roja que representa a su amor eterno y el dolor de perder al ser amado. Leonardo y Sofía se aman con locura y durante años han compartido una relación clandestina. El amor, los celos, la pasión, la culpabilidad y el dolor, los ll...