Déjà Vu.

Capítulo 25: Señales.

Sofía luchó contra el temor de encontrarse entre los brazos de un desconocido y se apartó con brusquedad.

—Perdone, señora —se disculpó el hombre—. No me fijé por dónde caminaba.

—No se preocupe —respondió ella visiblemente nerviosa—. Yo tampoco iba prestando atención.

El hombre le dedicó una sonrisa y le tendió su mano.

—Mi nombre es Javier Saviñón.

Ella lo con desconfianza, pero finalmente estrechó su mano.

—Mucho gusto, yo me llamo Sofía —se presentó sin dar sus apellidos—. Ahora si me disculpa, tengo que irme —balbuceó antes de retirarse con prisas y sin mirar atrás.

Pero aquel el hombre la observó con suma curiosidad mientras se alejaba de él.

"Así que esta mujer es Sofía..." —pensó para sí mismo.

Sí. La había reconocido. Desde el primer momento en que le vio el rostro. ¿Cómo no haberla reconocido? Ella era toda una celebridad en el mundo teatral, su cara aparecía continuamente en los medios de comunicación y además era muy bella, pensó. No le extrañaba nada que Leonardo hubiera caído rendido a sus pies. Sin duda formaban una bonita pareja y lo más importante era que se amaban.

Esperaba que algún día él pudiera tener algo similar con Valentina. Esperaba que algún día ella lograra amarlo como él ya la amaba.

Al pensar en Valentina, Javier salió de su ensimismamiento y se dispuso a buscarla con la mirada en el lugar, pero no había rastro alguno de ella. Sin preocuparse demasiado, Javier se dispuso a tomar asiento en una banca del centro comercial mientras esperaba su llegada... Sin saber siquiera que ella no llegaría.

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Dany permanecía frente al espejo modelando un nuevo vestido, cuando vio aparecer a su hermana.

— ¿Qué pasó Sofy? —inquirió Daniela con preocupación al verla regresar tan pronto y con evidente nerviosismo.

—Nada. Estoy bien —aseguró Sofía, pero su respiración acelerada la delataba en su mentira.

— Estás mintiendo —aseguró Daniela mientras se cruzaba de brazos sin importar si arrugaba el vestido.

Sofía la miró con culpabilidad y se mordió el labio inferior.

—Creo que acabo de chocar contra la persona que sigue mis pasos —respondió con ansiedad.

— ¿Qué? —se sorprendió—. ¿Por qué lo dices? —preguntó preocupada.

Sofía inhaló aire profundamente para tratar de tranquilizarse.

—No estoy segura —admitió—. Es sólo que olvidé mi cartera en tu bolso y al girarme para venir de nuevo hacia aquí, choqué contra un hombre —explicó—. ¿Por qué otra cosa caminaría detrás de mí?

— ¿Lo habías visto antes? —inquirió Dany.

—No.

— Entonces ¿cómo puedes estar segura de que te seguía? —cuestionó—. Quizá solo fue una casualidad. Un accidente.

Sofía hizo una mueca y tuvo que admitir que su hermana tenía razón.

—Puede ser —concedió y se llevó las manos al rostro—. Dios mío, me estoy comportando como una lunática —suspiró con frustración.

Dany le sonrió con cariño y se acercó a ella para abrazarla con cariño.

—No, Sofía. No eres ninguna lunática —espetó con firmeza—. Tal vez bipolar sí, pero lunática ¡jamás! —bromeó.