El tiempo, un ente invisible que controla todo y a todos, pasó como agua entre las manos de nuestros protagonistas. A una velocidad casi vertiginosa.
"Una semana" —pensó Sofía mirándose al espejo, mientras se aplicaba brillo labial.
Una semana había pasado desde que se libró de la inmensa carga de lidiar sola con las amenazas de Óscar. Una semana desde que había visto a Leo.
Ahora todo era diferente para ella, si bien seguía bajo el yugo de su marido, Sofía se sentía fuerte y optimista ahora que sabía que tenía el apoyo de su hermana, de su hijo, de Leo ¿Y por qué no? De Marcos también.
Durante la última semana, mientras Óscar se encontraba en tediosas juntas de trabajo, Marcos había aprovechado cada oportunidad para ir a visitarla en diferentes ocasiones, siempre preocupado por su bienestar. Precisamente fue durante una de sus visitas que Sofía le dio los datos de contacto de Iván Granados, su abogado, quién también le había prometido indagar cosas sobre Óscar... Y pese a todo, aún no tenían nada. Eso le preocupaba, aunque Marcos insistía en que era normal al tratarse de una investigación acerca de documentos privados. Aun así, Sofía no podía dejar de preocuparse ¿Y si nunca daban con algo que incriminara a Óscar? ¿Y si Óscar descubría que lo estaban investigando? No, mejor no pensar en ello.
Al volver a Puebla, junto a sus hijos y Óscar, Sofía había hablado con su marido y le había puesto a tanto sobre la invitación de Mauricio a la cena donde anunciarían el compromiso ante los medios de comunicación. Al principio Óscar había dudado un poco, pero al percatarse de que probablemente aquello le beneficiaría con la prensa, había aceptado y ella había telefoneado a Mauricio para confirmarle su asistencia.
El resto de la semana pasó en rutina. Aquella fue la última semana de clases para los niños antes de poder disfrutar de las vacaciones navideñas. Por las mañanas Óscar llevaba a los niños al colegio antes de irse a su oficina y ella tenía medio día de "libertad". Sofía aprovechaba ese tiempo para hacer las tareas domésticas, ya que el servicio aún no regresaba de las vacaciones que les había dado Óscar, y el resto del tiempo lo utilizaba para hablar por teléfono con su hermana o con Leo para quien cada día era un alivio poder escuchar su voz. Por las tardes iba por los niños al colegio y pasaba el resto del día con ellos.
Durante esa semana Óscar únicamente llegó a dormir a la casa una sola noche, y Sofía asumía que era gracias a Marcos para mantenerlo alejado de ella, cosa que le agradecía infinitamente.
Finalmente había llegado el día sábado: el día que se celebraría la cena con Mauricio. Por lo que desde temprano partieron rumbo a la Ciudad de México.
Llegaron cerca del mediodía al departamento y se encontraron con Eduardo, eso puso de los nervios a Sofía. Ese era el primer encuentro entre Óscar y su hijo después de que éste último conociera toda la verdad.
Eduardo se tensó un momento al verlos llegar, pero después le sonrió con gran alegría a su madre y la estrechó con fuerza entre sus brazos mientras Óscar se quedaba de pie observándolos y los niños corrían directamente a sus habitaciones.
—Hola madre —la soltó y la miró a los ojos—. Te extrañé demasiado —le sonrió—. ¿Todo bien con el viaje?
Sofía sabía a qué se refería con su pregunta.
—Sí, hijo —aseguró nerviosa—. Todo bien —enfatizó.
Eduardo asintió con gesto solemne para después mirar a su padrastro.
—Hola, Óscar —saludó con aparente cortesía.
Óscar pareció no darse cuenta de nada inusual y le respondió el saludo.
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Déjà Vu.
RomanceSinopsis: "Una rosa roja que representa a su amor eterno y el dolor de perder al ser amado. Leonardo y Sofía se aman con locura y durante años han compartido una relación clandestina. El amor, los celos, la pasión, la culpabilidad y el dolor, los ll...