Capítulo 6: Infierno y Gloria.

27 4 0
                                    

Sábado, 14 de septiembre.

Triste y cansada. Así era como se sentía Sofía. Seguía en la cama, con los ojos hinchados de tanto llorar y de apenas haber pegado ojo la noche anterior. Era una masoquista, lo sabía, pero no podía evitarlo. Durante toda la tarde y parte de la noche anterior, se había encerrado en su habitación llorándole a su amor, recordando las noches robadas junto a él, los besos tiernos y dulces que le derretían el corazón, su voz, su mirada llena de anhelo, de deseo, de ternura... Todo él.

Llevaba menos de veinticuatro horas de haberse jurado a sí misma que no volvería a verlo, que haría lo posible por dejarlo vivir su vida en paz lejos de ella y Sofía ya se sentía morir. Lo amaba, lo extrañaba y el saber que lo había perdido le dolía. Mucho.

Con un suspiro apartó las sábanas, se incorporó y se puso en pie. No tenía ánimos de nada, lo único que quería era volver a tumbarse en la cama y llorar hasta morir, pero no podía hacerlo. Era sábado y eso significaba que tendría que hacer la firma de autógrafos. Sofía hizo una mueca, con su estado de ánimo por los suelos, no le apetecía nada estar ante una multitud esbozando sonrisas, pero lo había prometido. Aunque también podría inventarse algún contratiempo para posponerla... Eso la hizo sentir peor, no le gustaba quedar mal ante nadie, sobre todo con sus fans. El timbre de la puerta principal la sacó de sus pensamientos, suspiró y fue a abrir. Era Daniela quien, al ver a Sofía en ese estado tan deplorable, la abrazó.

—Mi hermana... —le susurró Daniela con ternura— ¿Qué pasó? —se apartó y la miró a los ojos.

Al ver el gesto preocupado de su hermana, Sofía soltó un sollozo. Dio media vuelta y se encaminó al sofá. Dany cerró la puerta y a pesar de que tenía que irse para llegar a tiempo al trabajo. Fue hasta dónde se encontraba su hermana y se sentó al lado de ella.

—¿Qué tienes, mi hermana? —tomando su mano entre las suyas.

—Ay Daniela... —su voz se quebró—. Si te contara...

—¿Pasó algo con los niños? —se preocupó.

Sofía negó con la cabeza y se limpió las lágrimas que comenzaban a salir.

—No, no. Ellos están bien —Aseguró Sofía y Dany soltó un suspiro de alivio—. Es solo que... Bueno, el corazón —su voz se quebró de nuevo—. Cayó desde muy alto... y se quebró —Sofía sonrió con tristeza y su vista se nubló—. Duele tanto... —un sollozo escapó de sus labios—. No te imaginas cuánto...

Daniela sonrió con pesar y abrazó de nuevo a Sofía quien temblaba por el llanto. Dany no sabía que había pasado, pero tampoco preguntó, se limitó a hacerle saber a su hermana con su presencia que contaba con ella, a darle su apoyo incondicional en silencio... Sabía de antemano que no había palabras que pudieran calmar el dolor de un corazón roto. Daniela en ningún momento soltó a su hermana mientras ésta continuaba deshaciéndose en lágrimas, en ese momento el tiempo dejó de tener importancia para Daniela quien sabía que tenía que ir a trabajar, pero no podía irse tan calmada y dejar en ese estado de depresión a Sofía. Llamaría al trabajo y avisaría que no podría ir...

Pasados unos minutos, Sofía dejó de temblar y otros minutos más pasaron hasta que las lágrimas pararon.

—¿No tienes que ir al trabajo? —preguntó Sofía con voz ronca, casi inaudible, aun entre los brazos de su hermana.

—Prefiero quedarme contigo —aseguró su hermana menor, acariciándole la cabellera con cariño.

Sofía sonrió débilmente.

—Deberías ir...

—No quiero.

Sofía se apartó un poco de su hermana para mirarla a los ojos y replicarle, pero Daniela le sonrió.

Déjà Vu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora