Capítulo 44

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Sentada en la mesa del salón, junto a una taza de café y el portátil, revisaba algunos correos electrónicos mientras pensaba en cómo había despertado horas atrás. Y, aunque no recordaba muy bien lo ocurrido, le era totalmente imposible no sonreír al recordar a Lexa entre sus brazos esa mañana. Una escena que podría resultar bastante simple, pero para ella no, para ella era algo compleja, agradable y jodidamente íntima, muy íntima.

Ella no era de esas personas que compartían cama de esa forma, en absoluto. Cuando compartía la cama le gustaba hacerlo para divertirse, y cuando decidía dormir lo hacía sola. En cambio, con Lexa era diferente, muy diferente. Junto a ella no le importaría pasar el resto de sus noches así, sintiéndola piel con piel y embriagándose totalmente de su olor, ese que llegaba a tranquilizarla y le hacía sentir que todo estaba bien.

─Buenos días ─escuchó su voz, apartándola de sus pensamientos, pero llamando su atención por completo.

─Buenos días ─contestó, sonriendo de forma inevitable en cuanto sus ojos se encontraron─. Hay desayuno para ti también ─le aclaró apuntando hacia la cocina.

La castaña le devolvió la sonrisa y, en cuanto se giró y sin que llegase a darse cuenta, la acompañó con la mirada el camino hacia la cocina. Llevaba el pelo algo húmedo, por lo que al parecer había optado por darse una ducha, al igual que ella había hecho, pero a diferencia de su ropa deportiva, la escritora había optado por unos vaqueros, bastante ceñidos, y una camisa de cuadros que le quedaba algo suelta y jodidamente bien. Tuvo que apartar la mirada bruscamente en cuanto Lexa la miró. Y, sin saber cómo disimular, decidió centrarse en el portátil de nuevo.

─¿Has dormido bien? ─preguntó la escritora tras sentarse en la silla que había justo a su lado.

─No ha estado mal ─fingió desinterés y dio un sorbo a su café mientras sentía su mirada clavada en ella─. ¿Y tú? ─le devolvió la pregunta.

─Estupendamente ─contestó la castaña.

Su rápida contestación hizo que volviese a mirarla, viendo una media sonrisa en sus labios mientras sus ojos seguían observándola. Su mirada se descentró de sus ojos verdes en cuanto Lexa se apartó el pelo hacia un lado. Lo dejó caer sobre uno de sus hombros, descubriendo así parte de su cuello y de su escote, ya que llevaba unos cuantos botones abiertos, los suficientes como para que su atención se centrase demasiado en la zona.

─¿Qué haces? ─preguntó la escritora, trayéndola de vuelta a la realidad, sintiéndose algo avergonzada─. En el portátil ─aclaró un segundo después.

─Nada ─contestó antes de enderezarse mejor en la silla, aliviándose de que no le dijese nada de su descaro.

─No te he visto hacer nada estos días y ahora estás con el portátil, así que no me creo que no estés haciendo nada ─apuntó la castaña antes de dar un sorbo de su taza de café─. Pero entiendo que no quieras contármelo.

¿Debía o no debía contárselo? Se lo pensó unos largos segundos, teniendo en cuenta que Lexa sabía bastante de su vida y que, cada vez que le había contado algo más personal, siempre se había sentido cómoda al hacerlo e incluso aliviada.

─No sé si recuerdas a Indra, la mujer que se encarga del centro en el que están los peques ─le recordó por si había olvidado su nombre, llevándose un asentimiento por su parte─. Me manda por correo electrónico algunas cosas que hacen los niños ─aclaró e inmediatamente una completa sonrisa adornó el rostro de la escritora.

Realmente no sabía porque seguía contándole cosas de su vida. Siempre había mantenido esos detalles en exclusiva para ella, nadie más sabía acerca de lo que acababa de confesarle. Pero, nuevamente, Lexa hacía que siguiera dando nuevos pasos.

Contra el viento (AU) -Español [Clexa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora