Durante el verano que separaba el sexto y el séptimo curso, James y Sirius se fueron con los padres del primero de vacaciones al Londres muggle.
En el transcurso de dicho viaje, Sirius descubrió algo muy común entre los muggles: el tabaco. Le entró curiosidad ya que mucha gente lo consumía, pero como dice el dicho, la curiosidad mató al gato, o en este caso, al perro, y Sirius acabó probándolo y haciéndose adicto.
En Hogwarts, por supuesto, el tabaco estaba terminantemente prohibido, pero Sirius nunca había sido muy fan de seguir las normas, así que se las había apañado para conseguir reservas de su nuevo vicio.
Remus odiaba la nueva adicción de Sirius con todo su corazón.
Al ser hijo de una muggle, Remus conocía el tabaco. Sabía que era increíblemente nocivo para la salud y que tenía productos tóxicos, como el alquitrán, el cual usaban los muggles para asfaltar las carreteras, o incluso combustible de cohetes. (Esto es cierto aunque suene surrealista)
También sabía que podía provocar enfermedades irremediables, y por eso mismo estaba completamente disgustado con el hecho de que Sirius fumara.
No se contuvo, se lo decía cada vez que lo veía fumar, le insistía en que era repulsivo y malo, pero Sirius no le hacía caso.
Llegó el punto en el que Remus se hartó tanto que cuando lo veía fumar, le quitaba el cigarrillo de la boca y lo estampaba contra el suelo, pisándolo con furia. Sirius solo lo miraba confundido, pero Remus se iba antes de que el moreno pudiera decir nada.
Por suerte no consumía mucho tabaco, pero Remus sabía que la cantidad iría aumentando con el paso del tiempo, por eso debía cortar el problema de raíz.
Así que un día, estando más que molesto por la estúpida afición de Sirius, decidió llevar acabo un plan.
Esa noche esperó a que todos se durmieran. Cuando estuvo seguro de ello, se echó un encantamiento desilusionador por si acaso alguno de sus amigos se despertaba y lo veía.
Bajó de su cama y se dirigió a la de Sirius, más concretamente a su baúl. Lo abrió con un encantamiento y comenzó a rebuscar cajetillas de tabaco por todas partes, en cada compartimento del baúl, cada bolsillo de cada prenda de ropa...
Cuando estuvo seguro de que lo tenía todo, pasó a registrar la mesilla de noche del moreno. Abrió los cajones y rebuscó en cada rincón, aunque no encontró nada.
Con el tabaco en una mano y la varita en la otra, entró al baño y cerró la puerta con magia para que nadie entrase.
Subió la tapa del retrete y tiró todos los paquetes de tabaco, para después tirar de la cisterna. Adiós problema.
Con una sonrisa maliciosa, satisfecho por su trabajo, Remus salió del baño.
"¿Rems? ¿Pasa algo?" La voz de un somnoliento Sirius lo sobresaltó.
El chico se había despertado, (por suerte Remus había dejado todo en su sitio después de buscar) probablemente alertado por algún ruido. El encantamiento desilusionador debía de haberse pasado, porque Sirius, que se frotaba los ojos con sueño como si fuera un niño pequeño, lo había descubierto.
"No pasa nada, solo tenía que ir al baño, siento haberte despertado" Mintió Remus.
"Oh, bien. Pero antes de irte a la cama..." Sirius abrió los brazos para que el castaño lo abrazase, lo cual hizo a Remus sonreír. Sin embargo, después se lo pensó mejor.
"Te abrazaré cuando me hagas caso y dejes de fumar" Espetó de forma fría.
El dolor en la expresión de Sirius le partió el corazón, pero igualmente se metió en su cama y cerró las cortinas.

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DRARRY & WOLFSTAR
FanficUn libro de one-shots, imágenes y headcanons de estas parejas. Portada hecha por mí (aunque no los dibujos)