(Airi's PV)
Voy camino a mi casa con Seven a mi lado sujetando mi mano. Algunos pensarán mal de ese gesto, pero para mí en signo de aliento que me animaba a seguir caminando.
Al llegar a la puerta de mi piso está estaba mal cerrada, por lo que la llave ya no nos hacía falta. El pelirrojo tuvo que darme un pequeño empujón para que entrase a la que para mí hasta hace unas horas había sido mi hogar. No sé cómo he aguantado el tipo delante de Yoosung y Mili sin derrumbarme de la preocupación. Mis dos pequeños han estado conmigo desde los diecisiete años, han sido mis amigos, mis aliados y mis confidentes en momentos de necesidad. Kuro fue un regalo de mi abuelo para intentar levantarme el ánimo de la depresión en la que estuve durante cinco años y Kero fue un tímido regalo de mi padre, deseoso de que su niña volviera a ser la que era antes de aquel incidente.
-Si quieres que entre yo por tí y recoja todas tus cosas, sólo tienes que decirlo, pequeña.-pronunció Seven, despertándome de mi ensoñación.
-Entraré contigo, pero por favor, no me dejes sola.-le pedí con el corazón encogido y mi alma pendiendo de un hilo.
Él no contestó, sólo puso su mano en mi espalda dándome el valor que mi espíritu necesitaba. Entré a mi casa y al no ver que Kuro no venía hasta la puerta a saludarme, empecé a llamarle como una loca buscándole por todo el piso. Podía escuchar al pelirrojo intentando calmarme sin lograrlo. Me fui hasta mi habitación y me encontré con la peor escena que pude imaginar.
-KURO, KERO, ¡nooooo!-grité tirándome al suelo junto a mis dos peludos amigos de cuatro patas.
-Lo siento, mariposa.-me dijo mi hermano, entrando por la puerta que había sido mi habitación.
En el suelo se encontraban mis dos fieles compañeros. Kuro respiraba con dificultad y Kero ni se movía. Con algo de dificultad me levanté de mi duro asiento con los dos en mis brazos. Giré sobre mi eje y miré a mi hermano con una única idea en mi mente.
-Toma, o Seven, el que sea, llevadme al veterinario, los tienen que ver. Seguro que aún se puede hacer algo.-solicité con mi rostro surcado en lágrimas.
-Yo te llevo. Vanderwood, ¿recoges tú las cosas de tu hermana y las llevas a casa de Mili, por favor?-preguntó Seven recibiendo un simple asentimiento.
Seven intentó quitarme a Kuro de mis brazos para quitarme algo de peso, pero yo solo tenía algo en mente, llegar a salvarles la vida a los dos. Al llegar al coche sin pronunciar palabra alguna, me abrió la puerta del copiloto y me puso el cinturón al ver que mis movimientos se habían reducido a dos simples acciones, mirar a mis dos mascotas y acariciarlas. Mi mundo ahora estaba girando a su alrededor, mis sentidos giraban en torno a las miles de situaciones que podría encontrárme al llegar al médico.
-Ai-nee-chan, ya hemos llegado.-me despertó el pelirrojo de mi más cruel trance.
-Gracias, puedes esperarme aquí, o volver a casa si quieres.-le contesté con dificultad en mi garganta.
-No voy a dejarte sola ahora, y menos sabiendo que esto está siendo duro para ti, pequeña.-comentó acariciando mi cabello de forma fraternal.
Con su ayuda, bajo del coche y salgo corriendo hacia la clínica veterinaria, dejándole detrás de mí. Nada más llegar al mostrador le explico al veterinario un poco por encima la situación y éste me obliga a entrar a la consulta. Nada más entrar dejo a los dos en la mesita de consulta y el veterinario empezó a revisar mis animalitos. Yo no me separé en ningún momento de ellos, ni siquiera cuando Seven me dio la mano para dejarle un poco de espacio al veterinario para seguir trabajando. Mis nervios con el paso de los minutos iban aumentando al igual que mi agarre en la mano del pelirrojo. Estoy segura que de lo fuerte que estoy sujetando le voy a dejar la manos dormidas.

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Mystic Lovers
FanfictionAiri y Mili, dos chicas normales, se ven metidas, sin saber como, en la RFA (Rika's Fundraising Association), cuyo objetivo es recaudar fondos para obras de caridad.