ARTIFICIAL

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Tranquilidad, ausencia de agitación y de nervios en la forma de actuar. Esa es la definición de calma, en ese estado de quietud quedó el mundo luego de que Iritza diera su vida por todos nosotros, aún se trata de reconstruir, no es nada fácil y tampoco lo será, pero la realidad es que todos juntos lo intentamos a diario. Nos levantamos, repasamos la lista mental de personas que hemos perdido, lo que hemos vivido siempre está agazapado recordándonos lo frágil que es esa calma, que cualquier temblor puede hacer caer lo poco que hemos ganado, y la realidad, es que el miedo de volver a perder lo poco que hemos ganado jamás se va. Estamos a la defensiva, te apegas aún más a lo que te queda ó a lo que ganaste, pero ya no es tiempo de amenazas, es tiempo de quietud.

Hoy ya hacen cuatro años de su muerte, aún es difícil, no lo niego, pero aprendí a sobrellevar el dolor, creo que pensar en el amor que le tuve alivia las heridas que quedaron, ¿sabes?, esas heridas jamás sanan, se alivian.

Me gustaría que estuviera aquí conmigo, el mundo que hemos levantado es el mundo que ella deseaba, y es por ella que no bajo los brazos. No lo haré jamás, pienso vivir para honrar su memoria hasta que se me acabe el tiempo. Pero pienso honrarla.

Tenemos que recuperar el mundo que destruimos, nosotros somos huéspedes de este planeta, nos apropiamos y así quedó, ahora hay que dejarlo en las mejores condiciones posibles, las siguientes generaciones lo necesitan. Artificiales y humanos juntos, es la única forma.

La única forma que creo ella vería, porque le abrió su corazón a una de los que estaban masacrando a su gente, necesitamos que nuestros corazones crezcan, se hagan grandes, fuertes, abiertos, solidarios, empáticos. Los necesitamos, la tierra lo necesita, las personas lo necesitan, yo lo necesito.

"Debemos ser el cambio que queremos ver", como también lo fue Iritza.

Memorias de Hayl.

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