Capítulo IV

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HAYL

Intento relajarme en el jet mientras trato de entender lo que está sucediendo. La historia se repite, solo que ahora es a nosotros a quienes intentan aniquilar, en cierto punto suena justo. Pero la realidad es que solo hay un único culpable. Bennet. Es a él a quien le suena justo nuestra muerte, esperó todos estos años de calma, de quietud, de olvido, solo para hacerlo en el momento menos pensado. Siempre supe que teníamos sentencia de muerte cuando tomó el control de todas las bases.

Aparto mis pensamientos de su rostro, quiero relajarme pero es inútil, Abele me advirtió que vienen por mi, seguro ya estén en el Oasis. Miro lo que ha apuntado, veo sus coordenadas y me doy cuenta que es el único lugar en el que mi gente podrá estar a salvo, debo rescatar a todos los que pueda del Oasis.

El jet comienza a emitir un sonido insoportable que da cuenta que he llegado al destino, y aún no tengo un plan. ¿Qué se supone que haré?.

- Solicito permiso de aterrizaje, soy Hayl-. Me identifico.

- Solicitud aceptada, pista dos, hangar cuatro-. Termina de dar la orden.

Me sorprende la poca resistencia que pusieron, tal vez no han llegado por mi, o sencillamente es una trampa. Hago la paranoia a un lado.

Aterrizo el jet y desciendo, pero no sin antes equipar un arma y esconderla bajo la pretina de mi jean.

Una vez desciendo veo a un solo guardia esperando sobre la pista. Puedo detectar que está muy inquieto, expectante.

Ni bien pongo un pie en la pista habla- Tiene que acompañarme señorita-. Ordena.

- No es una opción-. Refuto.

Pone su mano en mi brazo y eso es lo último que hará. Rápidamente le doy un fuerte puñetazo en la nariz y su cuerpo impacta con la escalera del jet. Corro. No volteo a verlo ni a darle tiempo, necesito encontrar a los míos y escapar. Salto el perímetro de la pista de aterrizajes y voy en dirección a nuestras casas. Necesito a Landon.

Comienzan a sonar la chicharras.

- Todos los artificiales se deben reportar al centro de mano, serán trasladados a otra zona, los que se resistan serán exterminados-. Culmina.

Acto seguido el caos. Comienza la gente a salir de las casas muy desentendida, los soldados comienzan a irrumpir, se llevan a algunos artificiales a la fuerza, otros intentan huir. Disparos. Dêjà vu.

Comienzo a ocultarme hasta que doy con la casa de Landon. Entro sin más.

- Aquellos que no cooperen o entreguen a los artificiales serán merecedores del mismo castigo- dice la voz- los artificiales deben reportarse al centro de mando-. Repite.

Una vez dentro veo que Landon estaba sobre la puerta y me apunta con una escopeta recortada.

Alzo mis manos- Soy yo, Hayl-. Respiro- Te necesito, tengo que salir de aquí con mis artificiales, mis compañeros viven en la otra manzana-. Le pido sin explicar nada.

Él asiente- Bennet los quiere muertos-. Saca inmediatamente la conclusión.

Yo asiento con mi cabeza- Roma me lo advirtió, Doyle se lo pidió, él corre peligro-. Noto que comienzo a decir toda la información- Fui al lugar donde está Iritza, me intentarlo atacar, Abele me salvó- le muestro el brazo- me dio estas coordenadas, ahí iré-. Le explico.

Landon observa con mucho detalle pero no dice nada, hay demasiados ruidos, alarmas, la voz, disparos, gritos, autos y corridas.

Se coloca una campera- Sal por la puerta trasera, busca a tu gente, salva a los que puedas, te daré tiempo Hayl-. Veo la sombra de una sonrisa mientras se dirige a la puerta de entrada.

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