Capitulo 9-

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¿Pretendías que esto pasara? –preguntó Niall al salir a la superficie y apartarse el pelo de la cara.

Su rabia era más fuerte por darse cuenta de que ni siquiera podía hacer algo tan simple como besar a una mujer sin quedar en ridículo. Sin demostrar lo incapacitado que estaba.

Había estado a punto de reírme de la situación al salir a la superficie junto a él, pero nada más ver su rostro irritado se me pasaron las ganas. Entonces recordé lo que habíamos estado haciendo antes de caerme a la piscina.

¿Cómo había permitido que pasara? ¿Por qué lo había permitido? Hacía que mi  presencia allí fuese insostenible. Casi imposible.

– ¿Qué quieres decir con eso? ¿Crees que he permitido que me besaras con la intención de…?

– ¿De empujarme? – preguntó Niall mientras nadaba sin esfuerzo hacia el borde de la piscina–. Sí, eso es justo lo que pienso –mientras salía de la piscina ayudado por los brazos.

Nadé tras él.

–No lo creerás en serio, Niall.

–Oh, sí, sí lo creo.

–Pero…

–Querías que acabara en la piscina y es ahí donde he acabado –Niall respiraba con dificultad por el esfuerzo y dejaba un reguero de agua tras él mientras cojeaba hacia el armario donde guardaban las toallas. Sacó una para secarse un poco el pelo–. Al menos debo ponerte una puntuación alta por tu dedicación profesional –lanzó la toalla mojada a una de las tumbonas–. De hecho me aseguraré de mencionarle a Lucan lo buena profesional que eres cuando le llame más tarde para decirle que te he echado a patadas de la finca.

Yo ya había salido de la piscina, y estaba tan furiosa como Niall. ¿Realmente pensaba que, en mitad del beso, había tenido la presencia de ánimo para hacerle perder el equilibrio de manera premeditada para obligarle a caer a la piscina? No tenía ese tipo de control; de hecho, si hubiera pasado más tiempo entre sus brazos, habría perdido el control por completo.

–Espera un momento…

–Creo que ya he perdido suficiente tiempo contigo por un día –gruñó Niall con el ceño fruncido mientras escurría el agua de su camiseta.

No pude apartar la mirada de la perfección de su pecho, que se veía a través de la camiseta mojada. Sentía que me ardía la cara con el recuerdo de lo mucho que había deseado tocar ese pecho minutos antes. De lo mucho que había deseado tocar todo su cuerpo.

Me di la vuelta para sacar una toalla del armario y secarme y disimular así el rubor de mis mejillas, sin dejar de pensar en lo que acababa de ocurrir. El cantante mundialmente famoso Niall Horan acababa de besarme a mí, Janine McKinley. ¡Antes de acusarme de haberlo alentado para poder lanzarlo después a la piscina! No lo había hecho deliberadamente, ¿pero lo habría alentado para que me besara?

Creía que no… aunque dudaba que Rosalinda Newman fuese a creérselo. Aquello era terrible. Estaba harta de que me traten como a una especie de vampiresa. Si Niall le contaba sus acusaciones sobre mí a Lucan St Claire, sería el fin de mi carrera profesional.

Empezaba a sentirme mareada. Con nauseas. Sentí cómo el calor abandonaba mis mejillas. Me tambaleé hacia una de las tumbonas y me dejé caer sobre ella. Podría luchar contra una acusación de haber cometido indiscreciones sexuales con un paciente; pero nadie iba a creer dos acusaciones. Aunque lograse demostrar mi inocencia, mi reputación profesional quedaría destrozada.

– ¿Qué sucede, Jane? –Niall se había acercado y estaba de pie frente a mí.

Parpadeé para controlar las lágrimas que amenazaban con caer antes de mirarlo. Los dos estábamos hechos un desastre; con el pelo mojado y revuelto y la ropa pegada al cuerpo. Aunque tal vez debería sentirme agradecida por llevar aún algo de ropa después de cómo había respondido al beso de Niall.

Negué con la cabeza y murmuré:

–No debería haber pasado…

No, no debería, pensaba Niall, enfadado consigo mismo. Había pretendido mantenerse alejado de esa mujer todo lo que fuera posible y esperaba que su falta de cooperación acabara por persuadirla para marcharse. Besarla como si deseara devorar cada parte de su cuerpo no podía interpretarse como una falta de cooperación por su parte.

Aunque mi sentimiento de culpa por el beso resultaba un poco exagerado.

Niall frunció el ceño mientras contemplaba aquellos ojos marrones humedecidos por las lágrimas. Recordó la dulce respuesta de Jane. Tan dulce y apasionada que aún estaba excitado, y la erección era claramente visible contra el vaquero mojado. Obviamente el baño inesperado en la piscina había servido tan poco para calmar su deseo como la ducha fría de la noche anterior.

–No te he empujado a propósito a la piscina –dije.

Niall ya lo sabía; igual que sabía que estaba enfadado consigo mismo, no con ella.

–Creo que será mejor que nos olvidemos de este incidente, ¿no te parece? –sugirió.

–Sí –contesté.

Niall se pasó una mano por el pelo mojado y dijo:

–Sugiero que regresemos a la casa y nos quitemos esta ropa mojada antes de darnos una ducha.

– ¿Antes de marcharme?

–Creo que eso sería lo mejor para los dos –confirmó él.

–Menos mal que no deshice la maleta por completo anoche, ¿verdad? –murmuré.

Al levantarse, deleitó a Niall con una visión de la camiseta amarilla ciñéndose a sus pechos desnudos y realzando los pezones erectos que antes no había llegado a tocar. Apartó la mirada, pero no antes de que su erección volviese a palpitar.

– ¿Vas a volver a la casa o no? –preguntó, impaciente.

–Sí –respondí, recogí mi chaqueta y lo seguí fuera.

Seguí torturándome con recriminaciones mientras regresaban a la casa pequeña en completo e incómodo silencio. Sabía que no debería haber permitido que me besara. En realidad no importaba que no lo hubiera planeado, ni que sólo con recordarlo me excitara de nuevo.

Pero el calor que sentía ya se había calmado para cuando habían recorrido el camino de vuelta a la casa, con el viento frío soplando a través de la ropa mojada. Me castañeteaban los dientes y tenía la cara helada cuando Niall abrió la puerta trasera para dejarme entrar a la cocina.

–Vete arriba a darte una ducha y a ponerte ropa seca –repitió Niall al ver el frío que tenía.

–Eh… sí. De acuerdo –me di la vuelta para colgar la chaqueta en el respaldo de una de las sillas–. Tú deberías hacer lo mismo.

–Ya sé lo que tengo que hacer, Jane –contestó Niall–. Cuando regreses, nos sentaremos a comer la sopa que has preparado.

–Pero creí que querías que me fuera.

–No antes de que hayas comido algo caliente. No querría que llegaras a Londres y tuvieras que ingresar en el hospital aquejada por una neumonía –explicó él, y fruncí el ceño.

Lo miré inquisitivamente antes de asentir con la cabeza.

–La sopa caliente nos vendrá bien.

–De acuerdo –respondió Niall–. ¿Y bien? –añadió un segundo más tarde al ver que no tenía intención de moverme.

–Yo… quería que supieras que no he hecho nada planeado para que acabásemos los dos en la piscina –le dije una última vez antes de marcharme para subir las escaleras.

A Dangerous Millionaire (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora