Capitulo 12-

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Había trabajado con docenas de pacientes durante los últimos tres años. Jóvenes. Viejos. Hombres y mujeres. Algunos se habían mostrado muy difíciles, sí, pero ninguno se había puesto tan imposible como el hombre que tenía delante.

–Aun a riesgo de repetirme, no estoy aquí para divertirte.

–Repítete todo lo que quieras, Jane –dijo él–. Lo único que puedes hacer por mí en este momento es darme de comer o divertirme. Te dejaré a ti elegir cuál de las dos prefieres en cada momento.

Me quedé mirándolo furiosa durante varios segundos.

–Márchate, ¿quieres? –dije finalmente.

En todas sus fantasías con Niall Horan, nunca me había imaginado teniendo que decirle que se fuera.

–Imagino que con eso quieres decir que necesitas tiempo para decidir qué cocinar para la cena –dijo Niall.

Le dirigí otra mirada de odio y suspiré aliviada cuando abandonó la cocina.

Le oí silbar por el pasillo antes de cerrar la puerta del estudio tras él.

Tenía que haber una manera de convencerlo, de lograr que aceptase la ayuda profesional para la que Lucan la había contratado. Pero no tenía ni idea de cuál era esa manera.

–¿Estás cómoda? – me preguntó Niall sarcásticamente más tarde aquella noche, al entrar en la sala de estar y encontrarme acurrucada cómodamente en uno de los sillones, con la única iluminación del fuego que había encendido en la chimenea.

–Mucho, gracias –respondí, y puse mis pies descalzos en el suelo. Seguía con la sudadera verde y los vaqueros que me había puesto antes–. Aún no son las siete, ¿verdad?

Niall apretó la mandíbula e intentó ocultar la expresión de su mirada al ver como el fuego se reflejaba en el color de su pelo.

–Ya he trabajado suficiente por hoy. ¿Qué tal tu tarde? –se apoyó en el bastón mientras entraba en la habitación; el dolor de la pierna y de la cadera por estar sentado toda la tarde hizo que su tono fuese más brusco de lo que pretendía.

–Aburrida –admití.

–¿Aburrida?

–No estoy acostumbrada a pasarme el día sentada sin nada que hacer.

El aburrimiento era algo sobre lo que Niall sabía mucho, después de las semanas que había pasado en el hospital antes de ir allí.

–Hay muchos libros aquí que podrías haber leído. O podrías haber ido a dar otro paseo. O a darte otro baño.

–No pienso volver a meterme en la piscina hasta que no lo hagas tú.

–Entonces tendrás que esperar sentada –respondió Niall mientras se sentaba en el sillón de enfrente. Apoyó la cabeza en el respaldo y la miró–. ¿Alguna vez llevas el pelo suelto?

Me llevé la mano a la coleta.

–La verdad es que no.

–Entonces ¿por qué molestarse en llevarlo largo?

–Nunca había pensado en eso –fruncí el ceño, incómoda bajo el atento escrutinio de su mirada penetrante.

Niall parecía un depredador a la luz del fuego. Sus ojos brillaban, sus pómulos se acentuaban y su mandíbula parecía más oscura con la barba incipiente.

Sentí cierta quietud en él. La expectación de un gato montés esperando a atacar. ¡Y ella era la presa!

Se puso en pie abruptamente, necesitaba escapar de aquello durante algunos minutos al menos.

A Dangerous Millionaire (Niall Horan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora