Y Llegará un Nuevo Amanecer (Banana Fish, Ashura)

Capítulo VI

Las cosas habían estado agitadas ese día para Eiji; después de todo, era la primera vez que preparaba una fiesta de cumpleaños para alguien. Mientras Jade estaba en la escuela, se había ocupado de hacer las compras y decorar un poco la casa. Los invitados ya habían confirmado su asistencia, así que ahora solo le quedaba esperar. Se sentó agotado sobre el sillón de la sala, y cerró los ojos por un momento. Hace seis meses atrás, Jade y él (por supuesto también Buddy) habían comenzado a vivir juntos, como una pequeña familia.

Las cosas estaban yendo bastante bien, y Eiji se sentía más feliz cada día que pasaba. Jade había logrado adaptarse a su nueva escuela relativamente rápido, y aunque aún no tenía más que un amigo, no daba ningún tipo de problema y sus calificaciones eran impecables. Su terapia psicológica iba bien también, y Jade parecía haber superado los abusos que habían cometido sus padres contra él; solo los había mencionado una vez, y únicamente para decir que no tenía padres, y que no sentía nada por ellos, ni odio ni amor.

A pesar de todo Eiji entendía que nunca podría dejar de preocuparse por su bienestar, así que intentaba darle lo mejor que podía.

Pero su mayor preocupación ahora, en realidad, era la reacción que tendrían todos cuando les presentara a Jade. Había invitado a Sing y Akira, que ya habían vuelto de su luna de miel, a Max, Jessica y Michael y a Ibe-san que estaba de paso en New York, para tener una pequeña celebración. Por supuesto, le había preguntado de antemano a Jade si quería conocer a unos viejos amigos, y el chico se había mostrado bastante alegre con la idea. Aún así le preocupaba. No quería que Jade se sintiera incómodo, menos en su cumpleaños.

Eran las 5 de la tarde. Jade debía llegar en media hora aproximadamente, y esperaba a los invitados a las 7.

Si Jade se sentía incómodo con algo en el lapso de tiempo que quedaba para la llegada de los demás, cancelaría todo sin importar que pensaran. Eso lo tranquilizó un poco. Mientras estuviera con él, podría protegerlo de lo que fuera. No importaba lo que tuviera que hacer.

Había pasado muchas noches pensando cómo les presentaría al chico. Al menos al principio solo les hablaría de la historia “oficial”, de la que Max conocía una parte; simplemente lo había encontrado cerca de la tumba de Ash y por su insistencia en el hospital había logrado “adoptarlo”. Todo dependía de la reacción de Jade. Eiji no sabía si podría reconocerlos a todos, o si recordaría alguna cosa mínima sobre ellos y su pasado.

Hasta ahora, los recuerdos de Jade eran intermitentes e inestables. Había días en que parecía hablarle con total familiaridad, como si se conocieran de toda la vida, aunque parecía no darse cuenta de ello. Lo que el chico recordaba conscientemente, eran sólo fragmentos del último año que habían vivido juntos en New York, y solo cosas cotidianas, que no tendrían mucha importancia para nadie más que Ash y Eiji. Cosas como lugares que habían visitado juntos, o conversaciones absurdas. Precisamente esas pequeñas cosas hacían que se sintiera inmensamente feliz.

Era distinto con las pesadillas. Eiji se había percatado de ello la primera noche que el chico había pasado en casa. Estaba profundamente dormido, y no dejaba de llamarlo desesperadamente. Cuando por fin logró preguntarle sobre ello, Jade solo le había respondido que no se preocupara por eso, que solo lo veía en sueños y corría tras él diciéndole que quería acompañarlo a Japón, pero no lograba ver nada más así que no entendía lo que pasaba. Eiji había guardado silencio, y Jade tampoco había preguntado más. Sabía que el chico entendía que él tenía todas las respuestas que estaba buscando, y aún así, nunca lo presionó para que le contara algo. Ambos sentían que faltaba una pieza en sus corazones, como si estuvieran rotos, y por esta misma razón lograban entenderse tan bien. Sabían que solo el tiempo lograría reconstruirlos a ambos, de a poco y con calma.