El viento de fines de marzo soplaba cálidamente, haciendo que las flores de cerezo se desprendieran de los árboles que había alrededor.
Un aroma dulce impregnaba el aire, mientras los rayos de sol se colaban entre las hojas.
-Es hermoso, no es así?- sonrió Eiji mirando al chico que estaba sentado a su lado.
Los ojos de Ash brillaban intensamente, embobado por el paisaje que lo rodeaba. Era lo más hermoso que había visto en su vida. O quizás la compañía de Eiji era lo que hacía que todo brillará tanto.
-Lo es…-masculló.
Habían llegado a Japón hace dos días, y ésta era la primera vez que salían a recorrer los lugares familiares para Eiji; Ash sentía que en esa tierra lejana todo se parecía a él, como si estuviera impregnado con su esencia; las flores, las aves, la brisa...era como si todo se hubiera juntado en ese momento para reparar su corazón por completo.
El pasado ya no podía afectarlo, así que suspiró aliviado, mirando al japonés.
-Ese corte de cabello realmente te queda, onii-chan.-
-Ehh, aún se siente raro, sabes? Supongo que pasé muchos años con el cabello largo.-
Ash lo contempló en silencio. Eiji estaba tal y como lo recordaba cuándo lo vió por primera vez, con su cabello castaño desordenado, y su sonrisa amable. Incluso había comenzado a usar ropa más colorida, con esos horribles estampados de Nori Nori, igual que cuando lo había conocido.
Sin duda el tiempo y los años habían pasado, pero ésto no tenía importancia para él. Eiji siempre seguiría siendo Eiji.-Estoy realmente feliz, Ash.- sonrió mientras sus ojos se encontraban. -Siempre quise mostrarte ésto, y que estuviéramos juntos así como ahora...sin ninguna preocupación, visitando lugares nuevos o comiendo cosas deliciosas. De verdad quería que ambos pudiéramos ser felices de esta manera, aunque sea algo simple. Para mí lo más importante es que estes bien. Ahora puedo morir en paz.-
-Eiji, estás hablando como un anciano.- Rió Ash, aunque no quería admitir que sus palabras habían hecho que su corazón se estremeciera.- Tenemos todo el tiempo del mundo para hacer lo que nos dé la gana.-
-Tienes razón.-
Eiji deslizó suavemente su mano sobre la de Ash, tomándola con cuidado, mientras el chico se sonrojaba levemente.
Se quedaron así por horas que parecieron minutos, con las manos entrelazadas, contemplando el paisaje y disfrutando de la compañía del otro.
Los sentimientos que Ash tenía por Eiji comenzaban a quemar en su pecho. Siempre lo había amado, y aunque estaba completamente seguro de sus sentimientos, sentía que antes no podía avanzar debido al pasado.
Pero ahora era distinto.
Había logrado avanzar y despegarse de todo lo ocurrido. Estaba seguro de que para Eiji era igual y por eso se había cortado el cabello.
Era como despertar al fin de una larga pesadilla que los había tenido en la oscuridad por mucho tiempo. Por fin habían abierto los ojos y comenzaban a vivir, juntos. Aambos tenían la oportunidad de comenzar de nuevo.-Ash?- lo llamó Eiji.
-Mm?- el chico volteó a mirarlo, y al encontrarse con sus ojos su corazón se saltó un latido. Estaba nervioso pero no entendía por qué, como si la expectativa de que algo ocurriera comenzara a acumularse en remolinos en su estómago.
-Tienes un pétalo de flor de cerezo en tu cabello, déjame quitarlo…-
Eiji estiró su mano y suavemente tocó su cabello, retirando el pétalo, mientras sonreía nerviosamente. Ambos estaban muy cerca.
El corazón de Ash comenzó a latir rápidamente. Podía verse reflejado en los ojos profundos del japonés, que lo miraban fijamente.
-Eiji…-susurró.
Estaban tan cerca que sentía la respiración del chico chocar contra su rostro. Inconscientemente lamió sus labios, cosa que el japonés advirtió de inmediato, decidiendose al fin a cerrar la distancia entre ellos.
Ash no recordaba lo que se sentía besar a alguien, pero estaba seguro de que éste había sido el beso más dulce de su vida.
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Y Llegará un Nuevo Amanecer (Banana Fish, Ashura)
FanfictionTras doce años, Eiji Okumura por fin ha logrado lidiar con el dolor que le dejó la muerte de Ash Lynx. Sin embargo, muy en el fondo de su corazón, seguía anhelando volver a verlo, al menos para tener la oportunidad de despedirse. Nunca imaginó que s...