Y Llegará un Nuevo Amanecer (Banana Fish, Ashura)

Epílogo, Segunda Parte y Final

Cinco años habían transcurrido tras ese maravilloso viaje a Japón, y por primera vez en mucho tiempo, Eiji estaba nervioso. Muy nervioso en realidad.
Ambos habían acordado salir del departamento en Greenwich Village y quedarse en un hotel, para evitar verse.

Todos sus amigos habían llegado y los esperaban, y aunque sería algo sencillo y solo asistiría gente que ambos querían, Eiji seguía pensando que apenas entrara al lugar se desmayaría por la emoción.

Aún quedaban algunos minutos, y se preguntaba cómo estaría Ash en esos momentos.

Los últimos años que pasaron juntos habían sido los más felices de su vida. Todos los problemas que tuvieron que enfrentar no se comparaban al pasado oscuro que habían vivido, y que ahora parecía muy lejano. Después de todo, todas las parejas tienen desacuerdos, no? Y ellos  siempre los superaban con amor.

Las pesadillas de Ash casi habían desaparecido del todo, y los recuerdos dolorosos parecían cerrados. Eiji suspiró. El también había logrado superar esos recuerdos; ya no creía que Ash se escaparía de su lado en cualquier momento; había enterrado sus miedos, y este último paso que darían, eran la prueba de que todo había valido la pena, desde el primer momento.

Quedaban 5 minutos.

Eiji se acercó al espejo de la habitación y comprobó que todo en su traje azul estuviera en orden. Peinó un poco su cabello, deteniéndose para mirar algunas arrugas que ahora adornaban sus ojos. Ya pasaba los 40. Cuando Ash le propuso hacerlo, le pareció una locura, pero al mismo tiempo era algo tan natural para ambos. No había otra cosa que quisiera más en el mundo que ésto, aunque ahora comenzara a dudar por los nervios que sentía.

Tomó el ramo de margaritas que había dejado en la mesa cerca de la puerta, y se dispuso a salir. Respiró profundo. Todos sus recuerdos con Ash parecieron relucir en su memoria, como un día soleado. Sonrió y cerró la puerta tras de sí.

Lentamente bajó la escalera; Sing lo esperaba en el lobby del hotel.

-Eiji! Te ves genial!- le sonrió animado.

-Gracias.- sonrió de vuelta tímidamente.

-Vamos, Max me dijo que Ash ya está en camino también.-

Eiji asintió. Los nervios se lo estaban comiendo vivo.

Subieron al auto que los esperaba, y recorrieron las calles repletas de New York. Por suerte el lugar estaba cerca del hotel.

Apenas llegaron, Eiji se precipitó fuera del auto, tambaleándose.

-Eiji estás bien?- le preguntó Sing tomándolo por el brazo.

-Ah, sí, solo estoy nervioso…-

Sing sonrió.

-No te preocupes. Recuerdas lo que me dijiste cuando me casé con Akira? Todos estamos aquí porque los queremos. Además, éste será el evento más extraordinario que veré en mi vida. Ash volvió de la muerte para ésto, no crees? Es como si no pudiera dejarte solo...de ser posible hubiera vuelto como zombie!-

Eiji lo miró por un momento y luego se echó a reír.

Tenía razón. Ash nunca lo dejó solo. Sus almas siempre habían estado buscándose.

Caminó dirigiéndose a la puerta, pero Sing lo detuvo.

-Espera un momento, comprobaré dónde está Ash.- Le dijo mirando su celular.

Eiji asintió.

-Ok, entremos!- le sonrió Sing.

Era una sala pequeña, y parecía más abarrotada por toda la gente que se había reunido allí; Shorter, Nadia, Yan, Jessica, Ibe, Akira y Michael los saludaron sonrientes.

Eiji intentaba contestar a todas sus preguntas, pero le parecía que su cerebro no estaba funcionando, y solo lograba articular monosílabos. Estaba tan nervioso. La espera se estaba haciendo interminable, aunque solo habían pasado unos minutos.

-Oh, está aquí!- Anunció Sing llamando a la calma para que todos se sentaran.

El cuerpo del japonés se tensó por completo y miró hacia la entrada.

La luz del sol le daba un aura angelical a Ash; su cabello y su piel brillaban, contrastando con el negro de su traje y las rosas rojas que sostenía en sus manos. Max entró junto a él, emocionado.

Eiji contuvo la respiración. Al verlo ahí, en ese momento, nada más importaba.

Ash le sonrió con los ojos brillantes, y cuando llegó a su lado le susurró: -Hagamos ésto, onii-chan.-

El japonés sonrió tomándole la mano, y ambos caminaron frente al juez.

-Ya que los novios llegaron, iniciemos esta ceremonia de matrimonio.-

Eiji despertó un poco antes de que amaneciera. Miró a su lado, como si el miedo súbito de perder a Ash se hubiera apoderado de él por un momento. Pero ahí estaba; Ash dormía profundamente a su lado. No había nada que temer. Nunca más.

Miró su mano en la penumbra, deteniendo su vista en el anillo que ahora llevaba, y que llevaría por el resto de su vida.

Sin hacer ruido se levantó de la cama. No quería despertar a Ash.

Caminó lentamente hasta la habitación en donde estaba su estudio, y que antes había sido la habitación de Jade (aunque nunca la había utilizado).

Mientras el sol comenzaba a salir y la luz dorada del amanecer bañaba todo, observó detenidamente la fotografía que había colgado al centro de la habitación; un Ash de 17 años dormía junto a la ventana, con la cabeza apoyada sobre su rodilla, en algún viejo edificio de New York.

Al principio había colgado esa fotografía allí para recordar que no había sido un sueño, que de verdad había conocido a Ash Lynx y que ambos se habían enamorado. Pero luego comenzó a llenarla alrededor de pequeñas fotografías de momentos felices; los cumpleaños que habían vivido juntos, lugares que habían visitado, navidades, viajes...Todos esos momentos de felicidad parecían opacar ahora la nostalgia y la tristeza del momento en que se habían encontrado y perdido.

-Eiji?- Ash entró al cuarto frotándose los ojos.

-Oh, lo siento, no quería despertarte.-

-Qué estás haciendo? Aún es muy temprano…- masculló.

-No podía conciliar el sueño, así que vine aquí.-

Ash le dirigió una mirada extraña, y lo abrazó.

Eso era todo lo que Eiji necesitaba.

-Hey, Ash…-

-Mm?-

-Qué tal si nos quedamos a ver el amanecer? Desde aquí hay una buena vista.-

-Ok.- suspiró.- Siempre que quieras podemos ver un nuevo amanecer juntos, Eiji.-

Fin.